Ginny

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—...esa estrategia fue perfecta...—. Siguió parloteando, y Ginny se desconectó por un momento.

Estaban en un evento social de quidittch y, Ginevra, siendo la capitana del equipo de las Arpías, estaba obligada a estar allí presente representando a su equipo. Habían llegando hace poco más de una hora, y luego de saludar a los del equipo, algunos otros magos y brujas que conocía y recibir varias felicitaciones por su último partido ganado, un tipo se les había acercado y desde entonces, no había dejado de adularle el trasero. Ginny no podía estar más harta y aburrida de escucharlo, asique, intentando distraerse de la molesta voz del mago, puso su atención en el hombre rubio a su lado. Y qué mejor distracción que su hermoso prometido, prontamente esposo, Draco Malfoy.

Su prometido, que había estado extrañamente en absoluto silencio todo este tiempo.

Escuchando a medias lo que decía el tipo, Ginny ni siquiera recuerda el nombre con el que se presentó, observó atentamente al rubio. Draco estaba mirando al otro hombre, aunque más que mirarlo, parecía estar tratando de matarlo con la mirada; los ojos grises, siempre suaves y claros cuando la miran a ella, estaban endurecidos. La afilada y definida mandíbula fuertemente apretada, y tenía esa pequeña arrugita en la nariz, que siempre se le formaba cuando algo lo estaba molestando o le disgustaba.

Ginny reprimió una sonrisa encantada. Draco estaba celoso.

Haciendo caso omiso a la presencia del otro mago, que aún parecía no haberse dado cuenta de que Ginny no tenía la más mínima intención de escucharlo, envolvió una mano en la cintura de su rubio, y tiró de él hacia ella. A penas le dio tiempo a nada, cuando Ginny se adelantó y acortó la poca distancia que los separaba, atacando esos suaves labios en un beso bastante subido de tono. Le dio un pequeño mordisco al labio inferior de Draco, y eso pareció ser suficiente para hacer que reaccione. Sintió las manos de Draco deslizarse a sus caderas, dando un ligero apretón allí, y Ginny bajó la suya al pomposo culo de su prometido, la otra tirandolo de la nuca, obligandolo a profundizar el beso.

Merlín. La ponía tan caliente verlo celoso.

Lo besó con ganas, y con un sentimiento de posesividad que la sorprendió un poco, importandole muy poco la mirada de los magos y brujas allí, y que no sea el lugar adecuado para besar a su prometido de esa forma.

—Mierda—. Jadeó separándose ligeramente de los labios hinchados y rojos del rubio, le dejó un casto beso en la línea de la mandíbula, recargando su frente en la de Draco. —Si no tendría que estar en este maldito lugar, ten por seguro que estaría disfrutando de ti, dulzura—. Confesó en un susurro.

Un bonito rubor se extendió por las pálidas mejillas de Draco y la respiración se le entrecorto. Ginny podía decir que Draco estaba duro. Y maldijo internamente por el estúpido evento, cuando podría estar en su cama, memorizando el hermoso cuerpo de su rubio, como tantas otras veces lo había hecho.

—Gin—. Draco se quejó en un gemido bajo.

La mujer le dejó un pequeño beso en la mejilla caliente por el rubor.

—Lo siento, amor—. Hizo una mueca culpable.

Lamentablemente no podían irse del lugar, ella es la capitana. No podía abandonar a su equipo, aunque le estaba costando bastante no tomar la mano del rubio y correr a la primera red flu que viera.

Draco le mostró un adorable puchero y asintió, viéndose resignado.

—No te preocupes, cariño. No tienes que disculparte—. Le aseguró con una sonrisa. —Amo que seas tan jodidamente caliente—. Admitió.

La Weasley lo miró con las cejas alzadas, sorprendida por el lenguaje de Draco.

Después de todo, a pesar de los comentarios ácidos y sarcásticos que siempre soltaba, Draco era demasiado correcto, muy sangre pura para maldecir en voz alta.

—No maldigas, Draco Malfoy—. Lo regaño frunciendo el ceño, y reprimió un escalofrío al pensar que sonó muy similar a su madre, Molly.

El rubio hinchó las mejillas y le entrecerro los ojos.

—Mandona—. Mascullo bajito como niño pequeño.

Una luz cegadora los sacó del pequeño mundo que habían creado. Bueno, parece que serían portada nuevamente.

Draco volvió a sonrojarse maravillosamente y Ginevra no pudo evitar la enorme sonrisa que tiraba de sus labios.

—No puedo esperar a que Lucius vea esas fotos—. Dijo, evidentemente divertida. —¿Crees que me acuse de nuevo de robarte la inocencia?—. Preguntó jocosa, causando un quejido del rubio.

The end.

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Buenas, gentecita.

Si quieren, pueden dejarme nombres de las mujeres de Harry Potter que puedo hacer a continuación. Nada demasiado turbio, por favor.

Un beso grande.

Camila.

Mujeres Dom'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora