Capítulo 4

8 4 0
                                    

Me miro al espejo deleitándome con mi aspecto, a pesar de llevar el uniforme no puedo negar que me veo bien, dejé mi cabello suelto y me puse mi perfume preferido.

En el desayuno Damon no quiso salir y yo no fui a comer con él, ya es hora de que se adapte, si es capaz de tratarme con tanta arrogancia entonces tendrá que ser capaz de hacer vida social y salir de su cuarto.

Mamá se la pasó discutiendo el por qué Damon no comía para al final darse por vencida.

Me muevo inquieta en el porche esperando a que mi hermanastro haga presencia para poder irnos, pasan los minutos y si demoramos más llegaremos tarde, con un poco de molestia subo las escaleras hasta su habitación y me planto en la puerta dando toques no tan amables.

No responde y sé que no lo hará así que abro la puerta y me lo encuentro sentado mirando el paisaje en la ventana.

—Espero que tengas una buena excusa por hacerme esperar—le digo.

—Estaba esperando por ti—se encoge de hombros.

—Oye yo no soy tu guardaespaldas, puedes salir tu solo de la habitación...

—Podría—pone cara pensativa para después reír—pero no quiero.

Su prepotencia me molesta pero aún así decido ignorarlo, bajo hasta la salida y comienzo a caminar por las calles, noto que se incorpora a mi lado y puedo ver su sonrisa arrogante.

—No te molestes palomita, son bromas de hermanos—ríe.

—¿Palomita?—lo miro mal.

—Eres una paloma blanca y pura.

—En otra persona sonaría lindo pero viniendo de ti parece una ofensa...

—Tómalo como quieras.

Ruedo los ojos y seguimos caminando, él se dedica a burlarse un poco de mí y yo a ignorarlo, cuando llegamos a lo lejos veo a David sentado, cuando nota mi presencia se pone de pie y me saluda con un abrazo cálido y un beso en la mejilla, me ruborizo con el contacto y Damon rueda los ojos.

—¿Cómo has dormido?—pregunta David.

—Con los ojos cerrados y roncando—responde Damon.

Le lanzo una mirada asesina y David se remueve incómodo, tomo la mano del chico y lo llevo a caminar conmigo para evitar aquel que dice ser mi hermanastro.

—Perdona a Damon—suspiro—el humor malo es su entretenimiento.

—Tranquila—sonríe—después de todo es agradable.

—Tengo mucha paciencia con él por todo lo que le ha pasado.

—De eso te quería preguntar...¿qué le ocurrió al chico?.

—Hace unas noches atrás estaban en casa y él dormía, sintió unos ruidos y cuando fue a la sala de estar se encontró a sus padres masacrados de una manera horrible.

Su mirada se vuelve compasiva y por un momento me siento mal por Damon, debe haber sido algo tan fuerte.

—Que mala dicha—dice David—pero por lo que veo está mejor.

—Sí—suspiro—creo que salir un poco le viene bien, y su principal entretenimento es burlarse de mí pero si eso lo hace sentir mejor entonces no le daré mucha importancia.

—Bien—salimos caminando—estaba pensando en ir a visitarte a tu casa hoy en la tarde.

—Parece buena idea—sonrío.

—Perfecto.

Entramos al salón y nos sentamos juntos bajo la mirada reprobatoria de Damon, no sé qué bicho le ha picado que ahora no quiere que esté cerca de David.

EfímerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora