seis

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—Gracias

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—Gracias.

—¿Por qué? —preguntó Kaida, sentándose al lado de Kazutora luego de haberle pasado un helado que compró en la tienda frente de ellos. El cielo ya estaba a punto de apagarse, por lo que Kaida aprovechó ese momento de observar los lindos colores que tanto llamaban su atención.

—Por estar dispuesta a defenderme. —respondió él, con un leve murmuro. Apenas se había escuchado.

—Ah. —suspiró—. Tienes que agradecerle a Mikey, yo no te defendí en ningún momento. —lo miró—. Aunque ese golpe que le quería dar era por ambos. Sin embargo... me estaba defendiendo. Odio que me digan ese tipo de cosas y que hablen de mi familia como si se supieran mi vida entera. —puso los ojos en blanco.

—Oh, ya veo. —se sintió un poco avergonzado.

—Supongo que tienes muchas dudas, así como yo también las tengo. —le dio un bocado a su helado—. A pesar de conocernos hace un tiempo da la ilusión de que no es así.

—Sí... —murmuró—. Siento eso.

—Me disculpo también, ya que yo tampoco he puesto de mi parte para generar más confianza entre nosotros. —lo miró—. Incluso me atrevo a decir que te notas más inseguro.

Kazutora se avergonzó. A veces le molestaba que su amiga fuese tan detallista en cuanto lo que la rodeaba. Muchas veces adivinaba e intuía cosas que eran ciertas y por eso Hanemiya sentía que ocultar sus sentimientos hacia y frente a ella no valía mucho la pena. Incluso a estas alturas él pensaba que Kaida ya lo sabía, solo que se hacía la tonta.

—No sé qué decir.

—No tienes que decir nada tampoco. Te conozco, sé cómo actúas y lo expresivo que eres. Creo que... ambos hemos cambiado mucho desde nuestro undécimo cumpleaños, pero sigo sintiendo que, ese pequeño niño miedoso e inocente, está aquí. —posó su mano en su corazón, Kazutora tragó saliva nervioso—. Siempre voy a estar para ti, Kazutora. No quiero que jamás dudes de eso.

Él tuvo que bajar la mirada para evitar que Kaida viera las pequeñas lágrimas que se habían asomado por sus lindos ojos. No obstante, ella sabía que esas palabras habían calado en lo más profundo de su corazón y se sintió un poco mal.

—Papá golpeaba a mamá y a mí desde que tengo uso de memoria. Creo que no recuerdo día en que hiciéramos algo que le desagradaba y él nos daba un merecido. —contó Hanemiya, llamando la atención de la chica—. Mi mamá igual me ignoraba muchas veces, ya que pasaba metida en el computador a causa de su trabajo. Siempre crecí con ese vacío de no tener la atención familiar y en mi corazón solo hay rencor y ansiedad por la falta de responsabilidad afectiva de mis padres hacia mí. —su voz titubeó un momento—. Creía que en el único lugar en donde mi ansiedad pasaba era con mi grupo de amigos. Creía que ellos nunca me iban a traicionar, hasta que ya sabes lo que pasó. —soltó una risa nasal—. Es como si todo el mundo se viniese en mi contra y no entiendo el porqué.

Kaida lo abrazó de lado como él siempre hacía cuando lloraba, mostrándole su apoyo y cariño que le tenía.

—Ahora de lo único que puedo agradecer es que Baji y tú se interpusieran en mi camino. —la miró, y estaban tan cerca que podían apreciar de mejor forma el color de sus ojos. Eran de un lindo gris con unas leves tonalidades de verde, cosa que le sorprendió, ya que nunca lo había notado—. Porque sé que, a pesar de que más gente se incluya o más gente se vaya, siempre seremos nosotros tres, las tres K.

Sugawara sintió su labio inferior temblar y asintió, abrazándolo más fuerte. Kazutora sintió que todo el aire salió de sus pulmones y abrazó con más fuerzas a su pequeña amiga. Era el abrazo que necesitaba y estaba esperando desde hace mucho tiempo. En realidad era el abrazo que ambos chicos necesitaban.

—Te entiendo —susurró, sin dejar de abrazarlo—, ya que yo también pasé por algo similar.

—¿Me contarás?

—Si te cuento, ¿No crees que este libro acabaría muy rápido? —se separó de él, mirándolo con una gran sonrisa que logró contagiarlo.

—Tienes razón. Entonces me cuentas otro día.

Kaida le guiñó un ojo y terminó de comer su helado ya derretido. La historia de Kazutora en verdad le había conmovido porque no pudo evitar sentirse identificada en él. La falta de responsabilidad afectiva que existía en ambas familias era preocupante y que definitivamente marcaría carencias en cuanto estos dos muchachos crecieran. Kaida se puso de pie y estiró su mano para que Kazutora la tomara. Caminaron juntos así, con las manos entrelazadas y en silencio, dejándose llevar por sus pies.

Ambos se sentían tan cómodos el uno con el otro que a veces las palabras no eran necesarias para saber qué era lo que querían, es por eso que Hanemiya se sentía seguro a su lado, porque sabía que, ante cualquier cosa, Kaida jamás iba a juzgarlo porque conocía su pasado, conocía el porqué de sus acciones. Así como Kazutora también podía pensar lo mismo con Sugawara.

—El año que viene comenzaré a trabajar. —habló la chica cuando se detuvieron frente a un puente. Se podía ver un poco de la iluminación de la ciudad.

—¿No estás muy pequeña? —la miró con una ceja alzada ante la confusión. Ella se encogió de hombros.

—Estamos en un país de explotación laboral. —respondió—. Además, ni tan chica, voy a cumplir trece años. —lo miró sonriente—. Puedo trabajar en una cafetería o algo así.

—¿Y para qué buscas dinero? Puedo darte yo.

Kaida lo miró un tanto desconcertada para luego soltar una risita que erizó todos los vellos de Kazutora. La encontraba tan bella e inocente.

—No, no es necesario que me des dinero. —suspiró—. Estoy ahorrando para comprar una cámara. Kei se enteró de eso así que también me está ayudando a juntar un poquito. —bajó la mirada con las mejillas rojas—. Es un buen chico.

—Sí... —la miró un poco tímido—. E-Entonces déjame ayudarte también.

—Kazutora... —lo miró con ojos suaves para intentar convencerlo de que no era necesario.

—Por favor. —hizo un puchero y a Kaida no le quedó de otra que aceptar.

Hanemiya sonrió victorioso y ambos amigos, después de un día tan intenso, volvieron a sus respectivas casas sin dejar de pensar en el otro.

Hanemiya sonrió victorioso y ambos amigos, después de un día tan intenso, volvieron a sus respectivas casas sin dejar de pensar en el otro

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pretty boy || kazutora hanemiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora