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Sus ojos grisáceos estaban puestos en el azul cielo mientras que uno de los chicos la llevaba en la parte de atrás de su bicicleta

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Sus ojos grisáceos estaban puestos en el azul cielo mientras que uno de los chicos la llevaba en la parte de atrás de su bicicleta. Iban a ir primero a la sala de karaoke y finalmente al centro de juegos. A Kaida no le pareció mala idea, pues era primera vez que no lo pasaba en casa, así que también se sentía algo extraña. De vez en cuando, miraba de reojo a Kazutora encontrándose con la sorpresa de que él también la estaba observando. Pero el chico era el primero en apartar la mirada con un gran sonrojo en sus mejillas.

—Kaida. —ante la mención de Junpeke, ella lo miró—. ¿A qué se dedican tus padres?

Pensó un momento si responder o no a esa pregunta, pues, a pesar de tener una buena situación económica, eso era gracias a los trabajos de sus padres. Ya que su mamá era una antigua prostituta y su papá era un boxeador clandestino de primeras.

—Tu papá es conocido en el bajo mundo. —siguió hablando al no tener respuesta de ella—. Soy un gran fanático de él, pero me dio un poco de miedo. ¿Y tu mamá?

—Ella...

—Chicos paren. —dijo Kazutora interrumpiendo—. Kaida quizás no quiere hablar de sus padres en estos momentos.

—Tienes razón, lo siento. —se disculpó el muchacho—. Yo no tengo padres —confesó, sorprendiendo a la chica—, pero creo que lo he sabido llevar bastante bien. No he necesitado de ellos en ningún momento.

Kaida no dijo nada más, pues en silencio le gustaría tener la madurez con la que Junpeke hablaba sobre sus padres sin extrañarlos o mostrar un índice de dependencia. Pero lamentablemente ella aún tenía la dependencia emocional de su madre, aunque la haya abandonado justo un día antes de su cumpleaños. ¿Pero qué podía hacer? Era solo una niña de once años que entendía casi nada de su situación y no podía odiarlos a pesar de todo. Quizás un día lo entendería, pero ahora era demasiado ingenua.

En el karaoke, los chicos intentaban hacer reír a Kaida más de una vez y lo lograban. Le llegaba hasta doler el estómago cuando Junpeke se metía unos palillos en los orificios de la nariz poniendo caras graciosas que alegraban la vida de los cumpleañeros. Hanemiya de vez en cuando miraba la genuina sonrisa de Kaida, y ella también le daba miraditas que no duraban mucho por poner atención a la pantalla y leer la letra de la canción aleatoria.

Ambos niños estaban felices de dejar sus problemas atrás solo por unos minutos. Querían que el tiempo se detuviera y este momento de celebración fuera eterno. Pues ambos pasaban por distintas realidad, pero sus miradas vacías y sonrisas falsas de vez en cuando, era la clara evidencia de que quizás sus problemas no eran tan lejanos después de todo. Solo eran unos niños con poca responsabilidad afectiva y una infancia que los iba a dejar marcados por toda su vida.

—Oh, ya se acabó nuestro tiempo aquí.

—Vayamos al centro de juegos antes de que cierren. —mencionó Kazutora algo ansioso.

pretty boy || kazutora hanemiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora