9."Me gustó"

385 16 4
                                    

***

Pasamos un buen rato viendo películas (de terror, ya no, por supuesto), escuchando música y hablando de cosas sin sentido.

Ya eran las 2 de la mañana y seguíamos riendo por cualquier estupidez que se nos ocurriera.

—Cath... —dijo recostando su cabeza en mi hombro, mientras cerraba lentamente los ojos

—¿Qué te pasa? —reí tratando de sacar su pesada cabeza de mi hombro.

—Me estoy muriendo de sueño ya.

—¿Que? ¿estás loco?. ¡Hay que disfrutar la noche! —grité riendo. Isco me miró extrañado, definitivamente no había entendido.

—Em... —arqueó una ceja confundido.

—No hablo de... lo que sea que estés pensando. —reí —Digo, hace mucho que no pasamos tiempo así, como cuando éramos niños, nos desvelábamos hablando de nuestras cosas, ¿no te acuerdas? —dije recodando esos bellos momentos.

—Claro que me acuerdo. Pero... te juro que me encantaría hablar mil horas contigo, y podemos hacerlo, pero tengo demasiado sueño. —rió, mientras que otra vez se le cerraban los ojos y caía nuevamente en mi hombro.

—A veces pienso que eres muy exagerado. —reí —Está bien, ¿dónde dormirás? ¿donde dormiré? —le pregunté.

—Yo pensaba dormir aquí en el sofá y tú en mi cuarto, ¿te parece?

—Vale. Pero... ¿estás seguro?, es que sé que dormir en sofá no es para nada lindo, o al menos para mí.

—No lo sé, ¿quieres que duerma contigo? —dijo algo en broma.

Aunque no sabía que decir. —Eh. No. —respondí.

—¿Ves? —rió. —Buenas noches. —me dio un beso en la mejilla.

Subí a su cuarto. Observé que era bastante grande, y obvio, si eres jugador de fútbol siempre tienes lo mejor. Me saqué los zapatos y los dejé a un costado de la cama para luego recostarme y quedarme rápidamente dormida. La verdad que yo también moría de sueño.

Desperté por que sentí algo hundirse a mi lado. Abrí los ojos lentamente y se encontraba Isco al lado mío mirándome fijamente, quien aún no se había percatado de que me había despertado.

—A que soy linda cuando duermo. —hablé haciendo que Isco diera un pequeño salto del susto.

Estaba demasiado cerca, y nuestros cuerpos juntos, realmente me incomodaba y me ponía bastante nerviosa, cosa que ya era bastante repetitiva.

—Hasta que al fin te despiertas —rió.

—Buenos días. —sonreí.

—Buenos días. —repitió mi acción.

—Oye. ¿Tienes entrenamiento hoy?

—Sí, por eso venía a despertarte. ¿Vienes?

—Mmm... no tengo ganas. —me envolví en la sábana.

—Bien —dijo y se puso de pie.

—¡No, no, no, no! ¡Si quiero ir! —grité rápidamente y ahora yo me puse de pie.

Isco rió —Está bien.

—Dame diez minutos. —iba a arreglarme. Obviamente.

—Te espero abajo, desayunaremos afuera. —me dedicó otra de sus lindas sonrisas.

—Espera... no tengo que ponerme. —dije entrando en un ataque de desesperación.

—Ve con la misma ropa —respondió algo irritado.

—Emm... no... creo que me quedaré a dormir. —me volví a recostar en la cama.

—Como digas —intentó bajar las escaleras. Pero no lo dejé.

—¡Voy a ir! —lo detuve y reí.

—Bien. —dijo con frialdad.

—¿Te pasa algo? -pregunté confundida, ya que cambió totalmente de humor.

—Pues sí, ¿sabes?. Se hace tarde, y puede que me dejen fuera del entrenamiento de hoy. —hizo una pausa. —como otras veces...—susurró sin mirarme.

No dije nada, me sentí algo avergonzada, ya que se estaba tardando por MÍ culpa.

—Lo siento...—susurré.

—Tranquila. —me abrazó. —Mientras menos te tardes, más te agradecería.

—Es increíble como cambias de humor —solté una pequeña risa.

—Pues si...—se quedó medio pensativo. —Bien bien, tenemos que irnos, apúrate. Te puedo prestar una camiseta si quieres.

—No, estoy bien así. —sonreí. —Nada más, espérame unos minutos. —corrí hacia el baño para lavarme la cara, cepillarme los dientes(sí, por suerte había llevado cepillo) y peinarme un poco.

Al terminar bajé y ahí estaba él en el sillón, ya listo y con su bolso de entrenamiento.

—¿Vamos? —preguntó

—Vamos. —afirmó.

Subimos a su auto y mientras íbamos yendo hacia el estadio, Isco tocó el tema del que completamente NO me gusta hablar. Simplemente me da vergüenza, sin mencionar que ya quedó en el pasado, al parecer para Isco, no.

—Oye... —rió y lo miré confundida.—¿Recuerdas la vez que nos besamos de pequeños?

Rodé los ojos sin que se diera cuenta.

—Eh... ¿y? —respondí sin expresión.

—Te quería decir algo al respecto. 

El semáforo se puso en rojo.

—¿S-sí?. —comenzaba a sentir como mis mejillas enrojecían.

—Pues... —se encogió de brazos—no lo sé... me gustó demasiado. 

You let me go ... | Isco Alarcon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora