4."¿De quién estás enamorada?"

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Esas palabras que dijo, se quedaron retumbando por mi cabeza varios segundos.

— ¿Qué? — dije algo confundida.

— N-no te puedo ver con alguien más — responde nervioso.

— Deja,  si no me quieres ayudar, lo haré sola — me puse de pie y salí del lugar.

Aún no entendía porque había dicho eso, me pareció bastante raro. Cuando llegué a mi casa, Isco me llamó.

— Oye...perdoname, te ayudaré — dice el.

— Uhm... vale, pero, ¿por qué has dicho eso? — pregunto con curiosidad

— Eres como mi hermana menor, te tengo que proteger. — reí ante sus palabras

— ¿Ves? Yo tampoco puedo verte con otra, eres como mi hermano mayor y no te tengo que proteger. — volví a reir. — Vente a mi casa y hablamos ¿sí?.

— Está bien — ríe — Te quiero hermanita. — dice en tono burlón.

— Yo igual hermano al cual no tengo que proteger porque según el ya es mayor.

— ¿No tienes un nombre más corto para mi? — rió

— No. Queda ese y punto. — dije riendo — Vale, adiós. — corté sin esperar respuesta alguna.

Fui a la pequeña cocina de mi apartamento y preparé dos cafés para que tomáramos. Me senté a ver televisión mientras esperaba a que llegara Isco. 

El sonido del timbre me sobresaltó y fui a contestar.

— Ya estoy abajo. — avisó Isco e inmediatamente apreté el botón que abría la puerta de abajo para que pudiera pasar. 

Unos segundos después llegó a mi habitación. Abrí la puerta y me saludó con un beso en la mejilla.

— Perdóname, en serio. — se sentó en el borde de mi cama.

— Deja de perdonarte ¿quiéres? Me estresas. — solté una carcajada.

— Está bien.. lo sient... — no dejé que terminara de hablar.

— Basta o nunca más te hablo. — advertí para luego reir.

— Bien, bien — rió — ¿Cómo quieres que te ayude? — pregunta.

— Pues... no lo sé. ¿Qué puedo hacer? 

— Sé tu misma. — respondió y rodé los ojos.

— ¿Pero que hago? . ¿Lo invito a cenar o algo? — dije desesperada.

— Tú eres la  mujer aquí, no sé que tienes que hacer. 

— Vaya que eres de gran ayuda. — dije sarcásticamente y golpeé su hombro débilmente. — A ver, párate. — le ordené e hizo caso. — Sí, te diré enano a partir de ahora, así no te quejas de los apodos largos. — reí.

— Hey, no te burles de mi altura. — se hizo el ofendido e hizo puchero. — No soy enano, lo que pasa es que tú eres alta. — se excusó.

Yo tan sólo era unos centímetros más alta que él.

— Sí claro, lo que digas. — reí y se volvió a sentar en la cama. — ¿Quiéres café? — me dirigí a la cocina.

— Por favor. — respondió.

Traje las tazas de café y le di una a el para luego sentarme a su lado.

— Invítalo si quieres. —dice dando un sorbo al café.

— ¿Sí? Pero... ¿lo llamo?. 

— No, espera a que venga. —dice sarcásticamente.

— Estoy hablando en serio. —lo miro seriamente.

— ¡Llámalo! —grita.

— ¿Hoy?. —pregunto.

— Si lo llamas hoy vas a parecer desesperada. — dice .

— Mmm... sí. Bueno, será... ¿pasado mañana?.

— Pasado mañana entonces. — afirma y asiento.

— Oye, aún no entiendo como tu novia te deja venir a mi casa.

— ¿Quién dijo que me dejaba? — rió.

— ¿Vienes sin su permiso? Wow, que chico malo. — dije riendo.

— Lo sé, soy muy malo 

— Ya quisieras. — volvi a reir.

                                ***

Pasaron los días,y me tocó llamar a David, pero antes, invité a Isco a mi casa, para que me aconsejase.

— Vale, llamalo ahora — dice el.

— ¿Que le digo? — estaba nerviosa.

— Que si quiere venir aquí, a tomar algo , no sé.

— Eh... ¿seguro?. No respondas.

Tomé mi telefono y le marqué.

— ¿Hola? ¿Cath? — contesta David.

— Eh... ¡Si!, oye, te quería decir algo...

— ¿Qué cosa?

— ¿Quieres venir a mi casa... ahora?

— ¡Claro!, en unos minutos estoy en tu casa.

— Vale, adiós. — corté. — Wow. Eso fue más fácil de lo que creí. — le dije a Isco y rió.

— ¿Quieres que me quede aquí, o quieres estar a solas con el? — pregunta.

— Como quieras — respondí.

— Me iré para dejarlos solos, llamame y me cuentas, ¿ok?. 

— Vale, adiós — digo abrazandolo.

Se fue y al poco tiempo llegó David. Abrí la puerta y se sentó en el sofa junto a mi.

— ¿Cómo andas? — pregunté.

— Bien, ¿y tú? — sonrió.

— Igual...

— Oye... ¿Tú que eres de Isco?.

— Creo que es más que obvio, mejores amigos, como te había dicho anteriormente... ¿por qué me lo preguntas? — pregunté confundida.

— ¿Alguna vez te has enamorado de el?

¿Por qué me lo preguntaba? No le incumbía, tal vez Isco le había dicho que me pregunte eso... no... no lo sé. Estoy más que segura de que eso no venía al tema, y lo había invitado para pasar tiempo con el, no para hablar sobre Isco.

— ¿Por qué lo dices? — fruncí el ceño.

— Sólo pregunto

— Ahora estoy enamorada de otra persona. — confesé.

— No me has respondido — dice riendo.

— Vale, si, pero ya te dije. No te tiene que importar lo 'nuestro' con Isco, porque ni siquiera existe.

— ¿De quién estás enamorada? — arquea una ceja.

— ¿Así que estamos de preguntones, eh? — reí.

— Supongo... — rió. — ¿No me responderás?

— Yo...

You let me go ... | Isco Alarcon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora