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A las ocho en punto estaba encerrada en mi habitación, lista para nuestro encuentro por Skype, maquillada (no fuera que quisiera prender la cámara), y ensayando el tono apropiado para el primer <<Hola>>. Tenía que ser un buen <<Hola>>: directo pero con un toque de misterio; coqueto, sí, pero a la vez casual; tranquilo, cool. <<Hola>>. <<Hola>>. <<H o l a>>.

Era mucha presión para tan solo dos sílabas.

-¿Estás lista? - me preguntó por el chat de Skype.

- Are you? -respondí.

«Moon Byul-Yi llamando». ¿Contestar?

Toda la preparación se fue al diablo. El corazón me latía con fuerza y tenía una especie de calambre en el abdomen. Aclaré la garganta y apreté el botón verde.

-Hola -dije, o por lo menos intenté decir, pero se me cortó un poco la voz.

Eso fue recontra cool, bien hecho.

-Hola, guapa -respondió, y su voz parecía entrar por mis oídos y viajar por todo mi cuerpo, como ondas eléctricas.

-Esto es raro...

-Un poco, sí, pero me gusta tu voz.

- A mí también.

-¿En serio?

-Sí, a mí también me encanta mi voz. De hecho esa es una de las razones por las que hablo sola.

Se rió y me devolvió el chiste. Sonaba como una niña cuando se reía, y eso, que la hacía un poco menos intimidante y agregaba adorable a la lista interminable de sus atributos, me encantó. El plan inicial había sido hablar un par de minutos, pero habíamos probado no ser muy buenos con lo de mantener los planes originales.

El contador de Skype marcaba el minuto 46 cuando empezamos a hablar sobre sus veranos en las playas. Me contó que desde pequeña le había gustado investigar, indagar sobre cuanto la rodeara; su abuela le había regalado la colección entera de Sherlock Holmes y a ella le encantaba decir que de grande sería detective.

-Periodista está cerca, supongo - concluyó.

Me mandó unas fotos donde aparecía disfrazada de Sherlock en Halloween, a los cuatro años. Me derretí. Ahí estaba esta niña de lentes gruesos y grandes, con gorra, pantalón, gabardina verde y una lupa gigante.

No pienses cómo serían tus hijos con ella, controla tus hormonas, me repetí mientras las miraba.

Una mujer mayor, de cabello blanco, estaba a su lado en una de las imágenes. Me contó que era su abuela, la mamá de su papá, que la había criado, porque su madre había muerto cuando ella era muy pequeña. Hacía unos años la había perdido a ella también.

Su voz se tornó muy pausada, como si tuviera que tomarse más tiempo para hablar acerca de eso. Notaba la tristeza que acompañaba cada una de sus palabras, y el cariño con que se refería a su abuela, que era infinito.

Le hice saber que la entendía, que me pasaba algo similar con Kwang, y me animé a contarle un poco sobre él también. Dos horas después nos despedimos, entre somnolientas y removidas por las idas y venidas de esa conversación.

Hacía tiempo que no me sentía tan acompañada. Antes de irse me dijo que desaparecería un par de días. Siempre anunciaba que desaparecería y yo nunca preguntaba el porqué, no sentía que me correspondiera hacerlo. Nos mandamos un beso con pasaporte y colgamos. Adiós a la burbuja.

Click [MoonSun] [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora