12

168 32 0
                                    

Jadeando como un perro, intenté recuperar el aliento antes de apretar el botón de llamada de Skype. Le escribí por el chat «Dame unos minutitos, estoy terminando de hablar con una amiga», mientras terminaba mi segundo vaso con agua.

Fue maravilloso volver a escucharla. Todavía me era tan poco familiar su voz que volver a oírla tenía un poco de sorpresa, igual que con los buenos libros: puedes leerlos varias veces y siempre encontrar algo diferente. No le pregunté sobre los días en que había desaparecido, y ella tampoco hizo ningún comentario. Teníamos una especie de acuerdo tácito: éramos en el momento que éramos en esa burbuja, no antes, no después.

Me contó más sobre el caso en el que estaba trabajando. La noté emocionada y ansiosa, como si tuviera cinco años de nuevo y estuviese jugando al detective otra vez.

-¿Y tú? ¿Cómo va ese libro?

-Digamos que tenemos una relación inestable: hay días en que todo fluye y otros en que lo detesto y quiero mandarlo al diablo.

-Suenas como una escritora.

-Es más fácil sonar que serlo.

-Hey, tienes que dejar de hacerlo.

-¿El qué?

-Ser tan dura contigo misma. Eres una creída y super confiada en todo lo demás, pero cuando se trata de escribir, eres pura duda.

-Gracias por lo de creída.

-Me encanta eso de ti... No es presumir si es verdad, como dicen.

-¿Y cuál es la verdad, según tú?

-Que tienes buena pluma, eres sumamente divertida y, por lo tanto, tu libro será un éxito.

Sonreí. No podía evitar celebrar internamente que Moon pensara todo eso sobre mí, pero a la vez sabía que tenía razón: era importante dejar de alimentar las inseguridades porque tienden a hacerse más grandes que una misma. Es un círculo vicioso del que es difícil salir.

Hablamos sobre la universidad y me contó que había pasado un año de especialización en Barcelona y que había recorrido una buena parte de Europa mochileando con amigos.

-Supongo que no habrán faltado simpáticas lugareñas que te ofrecieran una cama, de preferencia la suya - dije, con ese tono burlón que usamos las mujeres cuando queremos filtrar como broma una pregunta seria.

-¿Celos, Solar?

-Moon Byul-Yi y su siempre sobreinflado ego.

-Bueno, me tocó dormir en lugares distintos, pero si pudiera viajar a una cama, no sería a ninguna de esas.

Iba a pedirle que fuese más explícita, pero me callé, no era necesario preguntar: el tono de su voz lo había dicho todo. Me obligué a pensar en otra cosa. Le pedí que me enviara alguna foto suya que le encantara. Solté una carcajada cuando me mandó el recorte de un diario donde salía esposada y mostrándoles a los oficiales una de esas sonrisas pícaras, atrevidas, desafiantes, tan características de ella. La habían arrestado hacía un par de años, por camuflar una cámara en una comisaría para grabar abusos policiales.

-La chica mala que pelea por las causas justas, eres casi como El Zorro - dije, riendo.

-¿Vas a negar que te encantan las chicas malas, entonces?

-No, pero las chicas malas no escriben con la sensibilidad con que escribes tú, Moon, y ese lado tuyo... es mi favorito.

La sentí descolocada, como si mis palabras hubiesen expuesto a algo que ella trataba de mantener en la oscuridad.

Cambió de tema con rapidez.

-Cierra los ojos -dijo susurrando.

-Okay.

-Quiero besarte.

Sentí su respiración, su aliento acercarse directamente en mis audífonos. La realidad y la imaginación fundiéndose de nuevo. La piel se me electrizó. La sentía tan cerca pero esperando, estaba disfrutando ese momento previo al beso, como cuando uno se balancea al borde, buscando ser atraído irrevocablemente por la gravedad.

Silencio. Tensión. Expectativa.

Y de repente, sus labios encima de los míos, su lengua revoltosa, sus manos en mi pelo. Eran sonidos que tomaban cuerpo, que viajaban y se materializaban. La estaba besando: de alguna manera inexplicable, era real.

Click [MoonSun] [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora