Kevin

551 19 1
                                    

En una habitación llena de neones violetas, los gemidos de una joven voz de alzaban, siendo complementados por los sonidos húmedos del choque entre cuerpos. Un lobo esbelto y de físico trabajado permanecía recostado sobre un colchón de sabanas desordenadas y húmedas, las cuales estaba tomando con sus garras, intentando aguantar. Y es que, encima de él, un oso robusto lo estaba embistiendo con fuerza, metiendo y sacando su grueso miembro sin importar los gritos y forcejeos del lobo.

Mientras los gruñidos del pesado oso aumentaban junto al ritmo de sus embestidas, las cuales hacían gemir aún más al cánido, este último intentaba soportarlo cerrando los ojos con fuerza y apretando los dientes, pero sin éxito de calmar el dolor que le producían los brutos y descuidados movimientos del oso.

-Aaah... Ve m-más lento... Por favor... M-me lastimas -suplicó el lobo entre gemidos.

-¡Silencio, puta! -Pero el oso le dio una fuerte nalgada y lo tomó de la cola con fuerza, empujando sus caderas y sacando su miembro fuera del lobo-. He pagado mucho por ti y no te he dado permiso de hablar. Así que sé una buena perrita y... -Este apoyó la punta de su miembro en la entrada del cánido y lo tomó del trasero, clavándole las garras y provocando un ligero grito de dolor-. ¡Obedece!

En ese momento el oso empujó con toda su fuerza dándole una embestida tan fuerte que hasta le sacó una pequeña lágrima al tembloroso lobo, quién con su pecho recostado en la cama y su trasero levantado, víctima de la brutalidad de su cliente, sufría los malos tratos de este.

Él era Kevin Allen, un lobo de pelaje gris y blanco, con ojos heterocromos, pues uno era verde y el otro celeste. Su cuerpo, antes mencionado, era de porte pequeño, apenas alcanzando el metro setenta, pero, aún así, con músculos algo marcados y, sobre todo, esbelto, lo cual atraía a todos los machos que lo veían. Y, aunque no lo parecía, tenía tan sólo 17 años de edad.

Finalmente, los gruñidos del oso llegaron al punto máximo. Este clavó las garras en la espalda de Kevin y dio una última embestida acompañada del gemido final, introduciendo su miembro hasta lo más profundo del lobo, haciendo que este hundiera la cara en una almohada, ahogando un grito adolorido.

Cuando el gran oso se levantó de encima del joven cánido lo tomó de su cabello, cuyo azabache desorden empeoró por el maltrato del ursido. Este lo obligó a sentarse en un borde de la cama. Este pegó su miembro húmedo y aún rígido al hocico del lobo y lo miró con una sonrisa.

-No se va a limpiar solo, putita, así que pon a trabajar esa lengua.

Así eran todas y cada unas de las noches para ese lobo, tenía que soportar hasta cinco clientes que lo usaban como un juguete, lo golpeaban, lo lastimaban y lo obligaban a cualquier cosa que sus mentes, deseosas de placer, querían. Todo sin importar las constantes súplicas y llantos del joven cánido. Él sabía que eso no era sexo, no era amor, ni siquiera le daba placer a sabiendas que no podría caminar por las horas siguientes. Pero esa era la vida que le había tocado. O al menos eso le habían dicho tantas veces.

Cuando el oso estuvo satisfecho y se corrió en su hocico, ahogándolo con su grueso miembro, se vistió y abandonó la habitación, dejando al lobo tirado en el suelo, lastimado, con las heridas provocadas por las garras de su cliente y con sus piernas débiles y sin fuerza, claro estaba que su trasero era lo que más le dolía.

Kevin se sentó en el suelo como pudo y se apoyó contra la cama, abrazando sus rodillas y comenzando a llorar, ahora podía hacerlo que nadie le escuchaba. Su soledad en aquel cuarto iluminado por el neón púrpura no tardó en disiparse, pues la puerta se abrió de golpe, dejando entrar a alguien, pero el lobo siguió llorando con la vista pegada a sus piernas.

-Ugh... Ese maldito.

Al levantar su mirada borrosa, Kevin pudo ver a un zorro alto y de traje, el cual le enseñaba una mueca de asco. Su nombre era Jonah, pero todos allí lo llamaban jefe, aunque al lobo le hacía llamarlo de una manera especial. Kevin era obligado a decirle amo. El zorro lo miró con sus brillantes ojos verdes y se agachó frente a él, acariciando al lobo en la cabeza.

Prostituto por obligación (Furry/Yiff/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora