Pequeño príncipe

283 16 5
                                    

Kevin estaba sentado de copiloto en ese lujoso auto que iba a una velocidad considerable. Era tarde y las calles estaban vacías, puesto que Scott podía liberar sus ansias por acelerar el caro vehículo de su jefe, a sabiendas de que si lo rayaba mínimamente tendría que pagar con su pellejo. Mientras tanto, el joven lobo se acomodó lo mejor que pudo en el asiento, su trasero y espalda aún dolían demasiado, esos cortes en su carne estaban frescos. Este sólo apoyó la cabeza en el cristal de la ventanilla y suspiró.

—¿To' bien, chaval? Escuché que te dieró' duro hoy —bromeó el león intentando ser suave en su tono, aunque molestando al cánido.

Kevin ni siquiera le contestó y se quedó mirando por la ventana, las luces del lejano centro de la ciudad eran hermosas a sus ojos, en especial desde que no tenía mucha libertad. Hacían tres años ya que no podía salir a la calle. Era un prisionero, en otras palabras.

Ni siquiera le quedaban ganas ya de volver a esa lujosa mansión en la que era obligado a vivir, no desde que la única razón para llamarlo hogar había muerto hacía un par de meses. Las lágrimas en sus ojos se hicieron notables, pero no las quiso mostrar demasiado.

—¿Hechas de menos ar' crío, ah? —preguntó el león llamando la atención del joven lobo, quien volteó hacia él con sus ojos completamente húmedos—. Ya... Yo también lo'xtraño, por lo meno' Alex no daba tanto miedo como er' jefe.

Esa era la única cosa en la que Kevin estaba de acuerdo con ese león. Pero había más detrás de eso, otras razones por las que llorar la muerte del zorro aunque hayan pasado varios meses, pues desde que su madre murió, Alex fue el único que llegó a tratarlo con cariño y el que le hizo más llevadera su nueva vida como prostituto.

////

////3 años atrás

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

////
3 años atrás

La habitación estaba oscura, las ventanas estaban selladas y lo único que se veía era la luz que pasaba bajo la puerta, y un par de ojos, uno verde y otro celeste, que brillaban en esa densa penumbra. En un rincón, luciendo su cuerpo delgado y esbelto semidesnudo, estaba un pequeño lobo abrazando su cola y llorando descontrolado.

Los sollozos del joven cánido eran tapados por voces del otro lado de la puerta, una más gruesa que la otra.

—¡Pues claro que está asustado! Es sólo un pobre chico. No puedes hablar en serio sobre esto —habló una joven voz con molestia.

—Alex, el chico tiene potencial, es igual a su madre, sólo hay que enseñarle a ser un buen... —le contestó la voz más grave.

—Ugh, que asco das a veces... De acuerdo, lo haré. Pero a cambio me dejarás participar de las peleas clandestinas que te hablé.

Prostituto por obligación (Furry/Yiff/Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora