Inconveniente

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- ¿De verdad tengo que estar aquí? – temblando de ira

- Yuri Plisetski, compórtate y sonríe

Pero Yuri solo tenía un rostro de fastidio, contrario a las sonrisas que mostraban sus padres y hermanos mientras eran fotografiados. Por su parte, el peli plata era observado por un azabache que lo miraba con desprecio. Viktor se dio cuenta que se trataba de Jean Jacques o JJ como se hacía conocer.

Sabía que el canadiense estaba molesto por haberse acercado al azabache. Se relamió los labios para hacerlo enojar más, en señal que habia probado la sangre más dulce y deliciosa de su vida. Esto no pasó desapercibido para Yakov y Lilya

- Viktor...

- Tranquilo Yakov, no pienso beber la sangre de ese chico, aunque... admito que el sabor es delicioso – poniendo una mirada seria

- ¿Qué fue lo que viste? – pregunto Lilya

- Breves recuerdos, no muy gratos debo decir – viendo el programa de Lilya - ¿dice algo de su familia?

- Si no hubieras tirado el tuyo, lo sabrías.

El peli plata solo suspiro, ya encontraría el modo de saber más sobre ese chico, con los Leroy

- Ese maldito de Viktor

- Cálmate JJ

- Pero papá, el...

- Sabes que el aquelarre de Yakov ya no caza ni se alimenta como debe – viendo a su hijo sonreír – JJ

- Descuida papá, de hecho, depende que sabor tenga... y esta vez seré cuidadoso – su padre frunce el ceño

- ¿Cómo lo has hecho desde que llegamos?, espero que seas consciente que casi provocas que los juegos se cancelen – hablo su padre serio – sabes que lo que pasara si nos descubren

- Está bien, esta vez las encontraran flotando en el rio

- Por cierto, ¿y tu madre?

- No la he visto desde... ¿no creerás que?

En su camerino, Otabek terminaba de abotonarse la camisa, cuando escucho a Celestino entrar

- ¿Ya estas listo?

- En un momento

- Bien, Pichit y Yuuri se tardarán un momento, dime, ¿estas bien? – el menor solo vio de reojo despues de abotonarse una de sus mangas

- No, ese tipo, Nikiforov no me da buena espina. No me gusto ese acercamiento que tuvo con Yuuri

- A mí tampoco, pero sabes que no hablo solo por ellos – el kazajo suspiro

- Te lo dije el día que aceptaste entrenarme: no tirare a la basura todo lo que mi abuela hizo, así como la oportunidad que me diste. Pero también me prometí proteger a Yuuri y Pichit

- Lo sé – sonrio el mayor – aún recuerdo cuando Yuuri y tu llegaron. Dos pequeños tímidos, que no se acercaban a nadie, hasta que Pichit se encargó de unirlos. Aunque primero lo hizo con Yuuri y el contigo

- Lo recuerdo – sonrio el menor – por eso, no dejare que nadie los lastime

- Confío en que lo harás – colocando su mano sobre su hombro - ¡Yuuri!, ¡Pichit!, ¡¿aun no?!

El japones salió con una sonrisa tímida acercándose a Otabek, seguido de Pichit

- Perdón, pero... - mostrando su obi

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