Jimin se desplomó en el suelo, completamente atónito. Yo me arrodillé a su lado, preocupada.
"¡Jimin, despierta! ¡Por favor, no te desmayes ahora!"
Después de unos segundos, Jimin abrió los ojos, todavía conmocionado.
"¿Tres? ¿Qué quieres decir con eso?" preguntó, su voz temblorosa.
Me tomé un momento para respirar profundamente antes de responder.
"Estoy embarazada, Jimin. Y el bebé es tuyo."
Jimin se quedó en silencio durante un momento, procesando la información. Luego, una sonrisa iluminó su rostro.
"¿De verdad? ¡Eso es increíble!"
Me sorprendió su reacción. Esperaba que estuviera enojado o confundido, pero en su lugar, parecía emocionado.
"¿Estás feliz?" pregunté, todavía incrédula.
"¡Claro que sí! ¡Voy a ser papá!"
Jimin se levantó y me abrazó fuerte, girando en círculos.
"¡Esto es lo mejor que me ha pasado en la vida!"
Me reí, sintiendo una mezcla de alivio y felicidad.
"Me alegra que estés contento", dije, sonriendo.
Y en ese momento, supe que todo iba a estar bien. Que Jimin y yo podríamos enfrentar cualquier desafío juntos, como una familia.
Después de la noticia, Jimin se convirtió en un hombre diferente. Estaba más atento, más cariñoso y más preocupado por mí y por el bebé. Me llevaba a cenar a lugares lujosos, me compraba regalos y me cuidaba como si fuera una reina.
Un día, me sorprendió con una visita a un ultrasonido privado. Quería ver al bebé antes de que naciera. Me emocioné al ver la pequeña figura en la pantalla, moviéndose y pataleando.
"Es un niño", dijo el médico.
Jimin se iluminó con una sonrisa.
"Un hijo", repitió, abrazándome. "Voy a ser el mejor papá del mundo".
Después del ultrasonido, Jimin me llevó a una tienda de bebés. Quería comprar todo lo necesario para nuestro pequeño. Me reí al verlo elegir ropa y juguetes, tan emocionado como un niño.
"¿Crees que le gustará esto?", me preguntaba, mostrándome un osito de peluche.
"Seguro que sí", respondía, sonriendo.
Ese día, me di cuenta de que Jimin estaba listo para ser papá. Y yo estaba lista para ser mamá.