capitulo 9

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Observando la ciudad brillante bajo el cielo nocturno, desde aquella perspectiva le daba una buena vista. Sinceramente no podía dejar de verla, era simplemente hermosa la vista. Había escogido un buen lugar para vivir, pensó. Mientras escuchaba de fondo las clásicas voces de aquel par que discutían hasta por el mínimo ruido, y pensar que antes ni se hablaban.

El sonido de un maullido llamó su atención, logrando apartar su mirada de la ventana. Era el gato de los Hanagaki, tsuyu era su nombre si no mal recordaba. Se arrodillado hacia él gato para acariciarlo, un bello gato siamés, pero su mano traspasaba el cuerpo del felino, aunque esté parecía sentir sus intenciones y maullaba alegre, frotandose como si en verdad lo acariciaba. Que criatura más extraña.

- ¡Tu maldito hermano está cortejando a mi siervo! ¡Sin mi permiso! - Alzó la cabeza para verlos pelearse, otra vez- Esa maldita cara quemada no estará a su nivel, ¡jamás!

- Mira cara de mierda, deja de meter a mi hermano en medio tus jodidos ataques de celos. ¡Además es tu amigo quien se lo insinúa a mi hermano! Será mejor que lo mantengas vigilado o voy a espantarlo en las noches - exclamó molesta la rubia, a veces se preguntaba cómo fue que terminó compartiendo casa con esos sujetos. Además ¿Cómo es que podían cambiar tanto de un momento a otro? Ni él lo sabe.

Miró al gato, como si pidiera una respuesta, pero un simple maullido fue su respuesta. Pronto las orejas del gato percibieron algo y salió corriendo, sus ojos siguieron la dirección del gato hasta toparse con las piernas del menor de la casa, el gato enroscó su cola pidiendo cariños al niño. Este lo cargo sin problema, lo normal sería que después seguiría su camino para alimentar al animal o irse a dormir, pero no, solo se quedó ahí parado, observándolo.

Se levantó para volver a su antigua posición de siempre, sabía que aquel niño era especial, y que sabía más de lo que decía al hablar. Además, de que su carácter era un mierda con la gente desconocida y que le trae poca confianza, ya había visto a varias niñeras y niñeros huir de la casa despavoridos. Hasta izana puede contarte cada anécdota sin dejar de reírse o evitar dejar comentarios sarcásticos de por medio.

Pero, a pesar de eso, sabía que el menor no intervenía cuando se trataba de ellos, pero ese día - ¿Quién eres? - Simplemente se sorprendió que el menor al fin diera ese paso, ya que a pesar de ser una mierda con el mundo, era un chico muy sensible cuando se trataba de quienes admiraba y amaba. Le recordaba a Mikey, a Baji e incluso un poco a él de joven.

- Siempre estás aquí, siempre están aquí. Desde que tengo memoria siempre ví tu espalda, nunca ví tu rostro, hasta ahora - Así que era eso, al ser alguien que ya no estaba en este mundo el tiempo volaba y sinceramente no se sentía preparado para eso, tener que ver el dolor de sus amigos sin poder hacer nada, no era agradable. - Eres igual al chico de la foto y de las pinturas de Mamá ¿Quién eres? -

Sinceramente no sabía que responderle exactamente, incluso cuando el menor estaba en la etapa de infante y la que cuestionaba todo a su alrededor no había preguntado por la existencia de algunos de ellos tres. Se rasco la nuca soltando un suspiro - Un viejo amigo de tu madre - se presentó algo indeciso, no hubo alguna reacción en su rostro. Puede que hayan tenido alguna una que otra interacción antes, pero nunca se habían hablado.

- Tu nombre - esta vez no parecía una pregunta, soltó una risa vacía - Necesito tu nombre - los ojos del menor parecían a verle transmitido lo que le querían decir.

- Ryuguji Ken - El menor miro hacia el suelo acariciando el suave pelaje de su gato, parecía algo decepcionado por su respuesta - Pero me decían Draken -

El menor asintió - Ya veo, así que tú no eres esa persona - mencionó, el menor miró la ciudad como hace rato lo estaba haciendo. - ¿Por qué estás aquí? -Quiero decir ¿Por qué sigues aquí? -

El Dragón Sin oriente (El Dragón del Mar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora