Tortillas con queso

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Palpa a sus espaldas el resto de la cama. Está vacía.

Se gira buscando a la mujer con la que compartió la cama la noche anterior. Fuerza los soñolientos ojos a buscar entre las sábanas, es una mujer pequeña puede que esté por ahí aún.

Nada.

Se incorpora y recapitula la noche anterior. Él y Dana se acostaron a ver una película de espías, eran las preferidas de ella. Luego hicieron el amor y se durmieron. Una típica noche de viernes.

Un ruido en la cocina le informa dónde estaba su esposa.

Marco se despereza, y se viste para bajar. Tenía veinticinco años de conocer a Dana, habían vivido juntos los últimos veinte, cada noche desde su noche de bodas se habían despertado juntos, y cada sábado ella preparaba el mismo desayuno: tortillas con queso.

Marco no sabía si era la fuerza de la costumbre o los años de experiencia pero Dana preparaba las mejores tortillas con queso que él había probado en la vida. Ella sabía con exactitud el tipo de queso que mejor se derretía con la masa. Sabía a la perfección con cual sartén, a que temperatura y cuanto tiempo cocinarlas para obtener esa sensación de queso derretido endurecido, manteniendo la suavidad en la tortilla.

Cada sábado, la familia se reunía a devorar las deliciosas tortillas de Dana con natilla y café negro, la única forma aceptable de tomar el café según Marcos.

Solo recordaba un único sábado que la tradición se rompió.

El día del accidente.

Marco sacude la cabeza y se calza las pantuflas, no quiere pensar en el accidente, había invertido bastante dinero en sesiones de terapia para superar ese día, no permitiría que le arruinara su maravillosa mañana de sábado.

Al salir al pasillo, ve la puerta de su hija abierta de par en par. Se asoma buscandondola. Clara de veinte años fue la principal motivación de Marco y Dana para casarse, se parecía mucho a su madre, mismo cabello oscuro y lacio y misma piel canela, pero era alta y gruesa como su padre, hecho que Clara no paraba de echarle en cara a Marco. Hecho que la hacía una rival muy complicada cuando boxeaba, Clara practicaba ese deporte desde los trece años.

Su habitación estaba pulcramente acomodada, Clara también había heredado de su madre la exigencia en la limpieza. Sobre su cama la ropa que había preparado para ese día acomodada junto a su paño. Amarrandose los tenis junto a ella estaba Clara, se levantó de un brinco y dio los buenos días a su padre. Tenían muy buena relación: compartían los mismos gustos musicales, eran fervientes admiradores del mismo equipo de fútbol, y su pasatiempo preferido eran los juegos de mesa, especialmente los rompecabezas.

Clara se despidió de su padre y bajó los escalones rápidamente para salir a trotar un rato antes de irse a la universidad.

Clara siempre había estado ahí para Marcos, más aún luego del accidente. Fueron tiempos oscuros para la familia.

Clara estaba con Dana aquel fatídico día, habían salido de compras para actualizar sus guardarropas. Marco no las había acompañado, eso era cosa de mujeres. Se maldijo semanas por dejarlas ir solas. "Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos" declaró Clara a las autoridades entre llantos, cuando por fin pudo unir dos palabras y formar una oración "Ella estaba conmigo, y luego no la vi más". Entre el tumulto de personas aprovechando los descuentos por la semana negra, o el día negro o lo que sea que se inventaron para vender más ese día, estaba Dana, gravemente herida.

Marco sacudió la cabeza de nuevo y continuó su descenso a la cocina.

Ahí estaba. Dana.

Dándole la espalda mientras cantaba y bailaba cocinando. Lucía muy sexy, descalza con sus largas piernas torneadas saliendo de la camisa que Marco había usado el día anterior, usaba la espátula con que cocinaba como micrófono provisional cada vez que la canción llegaba al coro. El largo cabello negro hacía ondas mientras se meneaba divertida sirviendo café.

Cuentos de Malas Noches.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora