~ Prólogo ~

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Un pequeño omega lloraba sin parar, atemorizado, triste y destrozado, solo observaba los cuerpos sin vida de sus dos progenitores.

Una pelea en una tienda cercana al parque donde varias familias se encontraban, incluyéndolos, hacía desatado una lluvia de balas disparadas por doquier. La gente corría, otros gritaban aterrorizados, el ambiente se llenó de olores mezclados, terror, desesperación, inquietud, pero sobre todo sangre.

Los padres del omega no dudaron ni un minuto, atraparon a su pequeño en un abrazo, cubriendo la mayor parte de su cuerpo para crear un escudo. Ellos sabían que no podrían escapar al ver como todos corrían y algunos caían, tanto adultos como cachorros.

- Gunnie, m.. mi vida... - Llamó la atención del niño quien miraba con pánico como muchos cuerpos caían a su alrededor. – C... cariño, mira a... a... mami ... si... así... - dijo su progenitora con lagrimas en los ojos mientras tomaba el rostro con ambas manos y obligarlo a mirarla.

- Ma... mamá... ten... tengo miedo. – dijo temblando y con lagrimas resbalando por sus mejillas sonrosadas.

- Be... bebé. – dijo su padre. – No te pasará nada, solo... - se interrumpió al sentir un agudo dolor en parte de su espalda y apretó más a su familia. – solo... solo recuera que... te amamos. – dijo cerrando los ojos.

El peso muerto del cuerpo de su esposo sobre su espalda la hizo saber que no había vuelta atrás, había fallecido. Cerró sus ojos y suspiró tarareando un poco para tranquilizar a su cachorro, lagrimas resbalando sin fin, abrió los ojos y le sonrió a su pequeño.

- Siempre sonríe para mami. – dijo y sintió como sus pulmones dejaban de funcionar.

- ¿Mamá? ... ¿P-papá? – Les pregunto intentando que reaccionaran, pero era inútil, no se movían, no despertaban, y no lo abrazaban con fuerza.

La lluvia de balas había cesado, trato una vez más de llamar la atención de sus padres, pero nada.

El pequeño omega lloró y pidió por ayuda desesperadamente, pero no había nadie, solo un montón de cuerpos y charcos de sangre lo rodeaban.

Se aferró a las últimas ondas de calor y olor que desprendían sus padres ¿Por qué le pasaba esto?

- Señor, hay un problema. – dijo la voz de un beta llamando su atención, se encontraba tan cerca que lo asustó, se acurrucó más a los cuerpos de sus padres, importándole muy poco mancharse de sangre y un leve olor a temor comenzó a envolver el cuerpo del pequeño.

-¿Qué sucede? – se escucho la voz de alguien molesto junto a un gruñido al otro lado de la línea.

- Hay un pequeño cachorro con vida entre todos los cuerpos. – informó el beta.

El beta no se movía, evitando así que el pequeño cachorro evitara huir si es lo que planeaba.

- Tráiganlo. – dijo la voz con un toque de impaciencia y se cortó la línea, sorprendido un poco el beta, pero de igual forma obedeció y se acerco al pequeño cuerpo tembloroso del omega.

- Hola pequeño. – dijo con voz tranquila esperando ver la reacción del pequeño. – Ven no va a suceder nada. – dijo tratando de tranquilizarlo, pero el omega no paraba de emitir sus feromonas de temor, retrocediendo, tratando de fusionarse al cuerpo de sus padres.

El beta empezó a acercarse más, y el omega sollozó más fuerte. El beta retrocedió algo alarmado. – No, no llores. – dijo pero el pequeño lloró de igual forma.

El beta e puso a pensar como llevárselo a su jefe sin que el pequeño llorase, hasta que se le vino una idea a la cabeza.

- No llores, eres un cachorro bueno y los cachorros buenos no lloran, si te portas bien te comprare una paleta. – le dijo, el pequeño cachorro aró de sollozar y le prestó atención. Todos sabían que los omegas eran fanáticos de los dulces, y de ahí era donde provenían sus aromas empalagosos.

El omega del alfa (OffGun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora