CUS

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Antes de ser rey y antes de ser sacerdote Daishinkan fue entrenado por su tío Onotenshi el sacerdote de aquella época, un ángel de lo más despiadado y más conocido por tener el reinado más corto de la historia. El entrenamiento de su tío fue difícil pero fue aún más difícil cuando tuvo que buscar la experiencia necesaria para servir a Zeno sama pues tuvo que separarse de sus hermanos y todo lo que conocía pero para esa etapa de su entrenamiento eso era lo de menos. Dai estaba muy afectado por la muerte de alguien muy importante en su antiguo lugar de entrenamiento, aquella muerte lo hizo reflexionar respecto a su inmortalidad pues durante toda su vida le dejaron en claro que todos en algún momento morirían menos él, todos envejecerán menos él, todo aquello que amo cambiaría y se iría pero él seguiría en ese mundo viendo como el mismo tiempo deterioraba todo aquello que aprecio en su tiempo, jamás había visto morir a alguien hasta ese momento, si había visto morir insectos o flores pero nada fuera de lo común, cuando ese mortal perdió la vida en sus brazos su corazón dolió como nunca lo había hecho eso le hizo preguntarse si sentiría lo mismo con los demás y si era así entonces no quería ver morir a nadie, en ese momento sintió como su corazón amenazaba con explotar, la sola idea de sentir eso de nuevo le era aterradora.

Onotenshi no comprendía mucho el cómo se sentía su "sobrino", el también era inmortal pero siempre vio la muerte como algo sin importancia, incluso se le hacía un insulto el que cuando alguien muriera todos digan cosas buenas de esa persona, no era como si un chico que se suicidó pudiera por fin sentir el alivio del amor anhelado, era simplemente ridículo desde su punto de vista pero sus ideas no servían de nada si no podía darle consuelo a su propio hijo

-Dai -lo llamo ganándose la atención del adolescente- se que estas triste pero tu tranquilo, tal vez no lo vuelvas a ver jamás o quizás te sientas culpable por no ayudarlo a sanar pero siempre va a estar en tu memoria -definitivamente no era muy bueno con los consuelos cuando se trataba de esos temas

Dai miró un momento a su tío. Aquel ángel que lo crió no siempre sabía que decir en especial cuando se trataba de la muerte

-tío -lo miró muy confundido- ¿intenta consolarme? -preguntó con un tono que reflejaba lo afligido que estaba

-si -contestó- ¿no funciona? -preguntó con una sonrisa burlona

-siéndole sincero -soltó un suspiro- solo me ayuda un poco -le dio la razón al no saber de qué otra forma consolarse

-oye al menos trato de ser un buen pa...digo...tío...trato de ser un buen tío -apretó la mano de Dai jalándole un poco para acercarlo a él

Dai también apretó la mano de su tío, a pesar de ya haber crecido seguía siendo un niño pequeño que solo buscaba cariño, ahora lo buscaba en ese simple apretón de manos, al menos se olvidó un momento del tema de la muerte y su inmortalidad. Onotenshi si en ese momento hubiera podido, hubiera abrazado a Dai con fuerza, no le gustaba verlo tan deprimido. Pronto los dos llegaron al universo 10, estaban frente a una casa humilde de dos pisos pintada de azul pastel y los bordes blancos, había un jardín lleno de arbustos floridos, rodeado por una cerca blanca que marcaba la separación de viviendas y entre la calle, y la casa, también había un hermoso pórtico con una mecedora donde estaba sentada una señora de apariencia frágil, muy delgada y con un bastón a la mano

-buenas tardes señora Sakura Kenko -la saludo sin soltar la mano de Dai

La mujer puso toda su atención en el par de ángeles que la esperaban fuera de la propiedad

-buenas tardes gran sacerdote -saludo la mujer para después tratar de ponerse de pie temblando por el esfuerzo que estaba haciendo

Ella estaba batallando y eso se notaba a leguas, esa señora ahora se apoyaba con un bastón barato astillado pero no parecía molestarle, se acercó a ellos a paso lento, miro a Dai con sus cansados ojos azules y una sonrisa amable. El joven ángel tenía la impresión de que la señora de volvería polvo en algún momento o que el aire se la llevaría si soplaba fuerte

POBRES ÁNGELESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora