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Baji y Chifuyu se encontraban en la casa del último mencionado, era un día sábado y como ya era costumbre de Baji, solía estar con Chifuyu casi toda una semana, menos los domingos ya que esos días se dedicaba a hacer las tareas que se le acumulaban.

Ya había pasado una semana desde que Kazutora les habia contado su trágica historia. Resultaba que Mikey si lo había invitado a salir pero no era como Kazutora pensaba, Manjiro no lo habia invitado en plan romántico, no, no, simplemente fue una salida de amigos de la cual Kazutora había pensado otra cosa.

Mikey le había pedido acompañarlo a un lugar, Kazutora entendió que era una cita.

Como cualquier chico enamorado y que no llego a entender bien lo que le dijieron, preparo el postre favorito del pelicenizo, se esforzó un montón en hacer el postre que Manjiro solía comer con mucha frecuencia, los taiyakis. Cuando los termino los puso en una cajita y lo envolvió con una telita decorada con gatitos.

Se dirigió al sitio acordado con mucha alegría, se había arreglado bien es más hasta se bañó para esta salida, el amor si que te hace hacer cosas muy difíciles y para Kazutora bañarse era una gran muestra de amor.

Cuando llegó al lugar, lo vio, Mikey estaba esperándolo en el sitio acordado y lo esperaba con una sonrisa que para Kazutora era la mejor.
Se acercó y lo primero que hizo fue darle el postre que hizo, se alegró al ver como sacaba uno de la caja y lo empezaba a comer. Hasta el momento todo iba bien.

Kazutora llevaba la cajita y Mikey comía su contenido, el ojiambar no tenía pensado comer lo que preparo.

Seguían caminando y conversando cosas sin sentido hasta que una pregunta detuvo todo el ambiente bonito que había. 

— ¿Crees que le guste a Takemichi? — Mikey pregunto mientras seguía caminando pero había alguien que se había detenido, Kazutora se había quedado en su lugar aún agarran la cajita en donde quedaban dos Taiyakis. — El me gusta a mi y por eso quería tu ayuda para comprarle un regalo.

¿Escucharon eso? Era el corazón de Kazutora rompiéndose poco a poco.

— ¿Estas bien? — volteo a verlo y se dio cuenta que Kazutora estaba mirando un punto fijo.

Mikey se acercó y movió el hombro de Kazutora así despertandolo del pequeño shock.

— Si, estoy bien — Kazutora no iba a dejarse ver débil ante el pelicenizo.

Podrá tener el corazón roto en mil pedazos en estos momentos pero no iba a demostrar el efecto que tuvieron esas palabras en el. Se dio cuenta que su "cita" no fue una cita como tal.

Nada podría empeorarle ese día.

Eso pensaba.

— ¡Mikey! — Lo que faltaba.

Takemichi pasaba por ahí y los vio así que decidió acercarse corriendo.

Coincidencias de la vida.

Kazutora solo suspiro, no culpaba a Mikey ¿Quien no se enamoraría de Takemichi? Solo mirenlo, tiene bonitos ojos, su cabello era suave aunque sea teñido, era tierno, siempre estaba ayudando a todos y también era querido por muchos.

Para Kazutora eso eran grandes atributos que según el no tenía.

— Oh, hola Kazutora — Takemichi se paró frente suyo y le sonrió — ¿Que es eso? — Kazutora quien seguía teniendo su cajita con Taiyakis miro incrédulo a Takemichi ¿Era enserio su pregunta?

Iba a responderle, claro que lo iba a hacer pero una mano agarro los dos pescaditos de la caja, uno fue entregado a Takemichi.

— Comelo, están muy ricos — Fue Mikey, invito uno de los Taiyakis que Kazutora hizo con esfuerzo y de los cuales no comio ninguno.

Takemichi agradeció y empezó a caminar al lado de Mikey, dejando atrás al apodado tigre, los vio tan felices comiendo los Taiyakis y riéndose de lo que hablaban. Kazutora se fue de ese lugar y dejó su cajita en un basurero que se encontraba por el lugar.

Maldito Takemichi, era un gringo atrasador.

Esa fue la razón por la que Kazutora se coló en la salida de Baji y Chifuyu.

Chifuyu se encontraba limpiando su departamento junto a Baji. Era parte de la nueva rutina que tenía el pelinegro, invadir la casa de Chifuyu hasta que sea de noche.

Esta bien, Matsuno no tenía problema alguno con eso, le gustaba tener compañía ya que últimamente estaba solo en su hogar. Takemichi ya no solía ir mucho a su hogar, suponía que era porque estaba ocupado esos últimos días, solo iba por una hora y luego se iba.

— ¿Crees que el este bien? — pregunto quedándose quieto.

— ¿Quien? ¿Kazutora? — recibió un asentimiento — ¿Sigues preocupado por su cita fallida? — Baji suspiro y se sentó en un sillón, dejando la escoba que estaba utilizando al lado — El estará bien, no es la primera vez que le pasa algo así, para mañana seguro se pondrá a saltar en un pie encima de alguna mesa.

Pero Chifuyu no pensaba que todo estaba bien, de todos modos ya habría algún momento donde pueda hablar con Kazutora.

Baji seguía ordenando los libros en el estante, Chifuyu tenía variedad de libros suponía que los tenía como recuerdos de cuando podía leerlos e imaginar las historias de ellos. Aún tenía dudas de su accidente.

Volteo a verlo y no lo encontró por algún lado, empezó a buscarlo hasta que lo encontró sentado en su cama viendo por la ventana.

— ¿Sigue siendo bonito? — Chifuyu pregunto sin esperar respuesta alguna, Baji se acercó a el y contemplo lo lindo que se veía con los pequeños rayos de luces que se filtraban.

Chifuyu era tan hermoso, le gustaba como las tenues luces se posaban en su cabello y rostro, ni hablar de esos lindos ojos que esperaba en algún momento puedan verlo.

— ¿Que es bonito?

Responder una pregunta con otra pregunta no era de buena educación pero vamos ¿Quien se pondría a pensar en ese tipo de cosas en ese momento? Quería saber a que se refería.

— El cielo ¿Sigue siendo lindo?

Chifuyu no podía verlo pero aún podía imaginar ese gran cielo celestial lleno de nubes junto a un brillante sol, también le gustaba recordar cómo se veía por la noche, todo azulado y con millones de estrellas pero lo que más le gustaba era la luna que siempre estaba presente con varias formas por días y tenía un brillo único.

— Lo sigue siendo, siempre lo es.

Baji miraba a Chifuyu.

— Entonces esta todo bien.

Se quedaron de ese modo, Chifuyu contemplaba lo poco que recordaba del cielo y Baji lo contemplaba a él.

𝗔𝗨𝗚𝗘𝗡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora