miro de lejos

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Y te miré a los ojos cuando derramaste palabra y en un suspiro escabullido decidiste que de tu vida fuera sólo espectador. Decidiste la distancia porque temías, irónicamente, a la soledad de mi compañía, aquella que te cobijaba las noches frías y te abrazaba en las veladas difíciles. Dios, no dejas de sabotearte.

Y te miré a los ojos cuando me dijiste "dejemos esto así" y te levantaste de la silla. Decidiste acabar abrazo y consuelo porque te asustaba la idea de ser un bien ajeno, así sean ese calor y esas palabras quienes te rescataron de la agonía del vivir. Dios, no dejas de sabotearte.

Y te miré a los ojos cuando volteaste a ver, esperando respuesta, pero callé. Pasaste la puerta y saliste, agradeciste a los meseros y caminaste hacia tu casa. No hice nada para evitarlo, porque aún siendo consciente de tu miseria supe que querías ser libre, y si temías a la responsabilidad que hay en el amar, ciertamente era mejor que dejaras el plato lleno y la cuenta sin pagar.

Y te miro, ahora de lejos, mientras caminas bajo la nieve rumbo a la incertidumbre de la oscuridad. Dios, no dejas de sabotearte.

miro de lejosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora