Tomarás mi mano, sentiré la tuya,
aún cuando el frío nos congele,
aún cuando la vida nos separe.
Tomarás mi mano, tendré la tuya,
cuando las hojas caigan en otoño
dejando tras su rastro un camino de nostalgia naranja,
y llorando susurraré
que en agosto curaste mi tristeza.
Niña mía,
en otoño salvaste el alma
que ya estaba vendida
a la infinitud
del olvido.