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por fin he puesto cara a los dos soldados.

coloco sus fotografías una al lado de la otra. la mirada de ambos se clava en la mía. y a través del espacio y el tiempo, me parece ver en ellos una súplica común: “cuenta nuestra historia o jamás existiremos.”

lamentablemente no encuentro más fotos suyas. hay algunas instantáneas más del frente, soldados anónimos hundidos en el barro de las trincheras, momentos de descanso sin rastro alguno de felicidad, oficiales de grandes bigotes y uniformes impolutos.

y es gracias a ellas y a las anotaciones en sus reversos que me doy cuenta de que kazutora y keisuke lucharon en destinos diferentes. keisuke fue mandado al norte, al frente de varsovia, mientras kazutora defendía las posiciones transilvanas contra serbia.

entre 1914 y 1915, año en el que kazutora vuelve herido a sighisoara, los dos chicos no coincidieron jamás. y cada vez entiendo menos lo que ocurrió. si ni siquiera lucharon juntos, ¿por qué los enterraron juntos?

tengo la sensación de que vuelvo a estar en otro callejón sin salida. creía que las fotos me darían más respuestas, pero no ha sido así.

me dispongo a guardar las fotos en su sitio y cruzo una última mirada con los dos soldados: “lo siento, chicos, les he fallado.”

agarro todos los montones de imágenes para meterlas en el maletín, pero me detengo. una frase retumba en mi cerebro: “cuenta nuestra historia o no existiremos.” ¿realmente es ese el destino que quiero para kazutora y keisuke?

¿no se borró su historia ya una vez, como les ocurrió a millones de otros soldados que descansan bajo el suelo de todo el continente? no era justo que yo les abandonara de nuevo en esa tumba de olvido.

por eso me pongo a repasar las fotos una a una de nuevo. las antiguas y las modernas. todas. analizo cada cara, cada detalle, cada momento… hasta que doy con esta imagen de los años 50. dos hombres frente a un retrato.

no tengo ni idea de quiénes son, pero lo que me llama la atención no son ellos, ni el hombre del cuadro, sino algo que hay al fondo.

reconozco el cuadro de keisuke al instante.

y las preguntas vuelven. ¿qué hace ese cuadro allí? ¿por qué lo tenían esos hombres? ¿no había estado siempre ese cuadro en el restaurante bastion, “la casa del catalán”? la cabeza me explota.

corro escaleras abajo buscando a emma y blandiendo la foto como si me quemara en las manos. ella reconoce a uno de ellos al instante. es matsuno chifuyu. fue alcalde de sighisoara en los años 50, dice.

¿matsuno chifuyu? el nombre me suena terriblemente. ¿dónde he oído yo antes ese nombre? y de repente veo la luz.

¿recuerdan al chifer nosequé?

pues parece que al final chifer nosequé sí que va a pintar algo en esta historia.

chifuyu fue amigo de kazutora en el instituto. y probablemente también de keisuke, al parecer su familia sigue viviendo en la ciudad.

“¿quieres que les llame?”, pregunta emma. y no hace falta que responda. ella ya tiene el teléfono en la mano.

history hates lovers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora