Capítulo VI

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Capítulo VI

Reino Soberano de Baskerville

Castillo de Aubragon

Srtas. Whickan y Lawrence

—Vaya, definitivamente ahora vuelves a ser tu —Admitió Lawrence sonriente, al tiempo que jugueteaba con su anillo de compromiso.

Aubrey, que mantenía una postura recta frente al espejo, suspiro suavemente, analizándose.

Su cabello que hasta hace poco era de un natural color marrón, ahora desprendía un fuerte color rojizo. Gracias a la mano de Luciano, ahora lucía un cobrizo fuerte en cada uno de sus mechones, que sin duda alguna, había logrado subirle los ánimos.

—¿Sabes? —Inquirió pensativa— Aunque mi madre y la mayoría piense que es por capricho, de verdad es diferente —Susurro con los ojos abnegados en lágrimas— sabes que detesto recordar como era antes...

Su amiga asintió comprendiendo cada una de sus razones, sin embargo no toco el tema a viva voz, ambas habían desarrollado la posibilidad de entenderse con tan solo mirarse.

Anastasia se encontraba enfundada en un vestido azul eléctrico, con corte de sirena, amarrado en tiras plateadas sobre su cuello.

El cabello, lo tenía recogido en un moño descuidado, con mechones por fuera, mientras el maquillaje era claro, con algunos toques brillantes.

Por su parte, Whickan, llevaba un suelto atuendo, de color crema, que se degradaba hasta estar de color violeta, tenía mangas y tirantes, dando la sensación de estar entre plumas suaves.

Su maquillaje era un poco más oscuro y en sus labios destacaba un Vinotinto mate, mientras su cabello, estaba sueltos en ondas y tenía una diadema de sus propios mechones, trenzada con esmero.

Volvió a inspirar, detallando como la luz del candelabro decaía sobre su anillo, las imágenes de los sucesos anteriores llegaron a su mente.

Hace poco más de una hora, estuvo a punto de mandar todo al demonio, se sentía asfixiada y le falto poco para ponerse a gritar.

Gracias a Dios, Lawrence estuvo ahí, y calmo todo rápidamente y saco al ejercito de personas de la habitación, de una forma, que hasta le extraño poder convencerlos.

Y eso, que solo tuvo que decir: «que necesitaban unos minutos.»

—Jamás voy a poder acostumbrarme a esto —Señalo mirando a su alrededor.

—Sí, es tan...abrumador —Acepto Anastasia, estaba completamente de acuerdo.

Está camino decidida posándose en la ventana, afuera, en el pasillo, se escuchaban voces, jaleos de aquí, para allá. A su vez, un montón de gente, en grupo de dos y de cuatro, entraban por la puerta del castillo, con ropa muy refinada en dirección al vestíbulo.

—A veces creo que estoy soñando —Arguyo Ana, mientras observaba como un nuevo carruaje se posaba en la entrada.

Aubrey a sus espaldas murmuro vagamente algo como «pesadilla y trauma».

Un golpe sordo y repetitivo resonó en toda la habitación, alguien sin duda alguna intentaba abrir la puerta.

Aubrey, que se encontraba más cerca, se apresuro hacía ella.

Del otro lado, le aguardaba un joven con aspecto nervioso, la piel de su rostro tenía un tono verdoso poco común, mientras este se removía inquieto por el corredor, en forma de círculos.

Al notar que había sido descubierto, camino torpemente hacia la puerta y llevo sus manos a la espalda, entrelazándolas.

Su cara estaba levemente brillosa, teniendo el mismo aspecto escarchado que...

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