A decir verdad, los duendes eran las criaturas con el mejor estilo de vida pues el resto de criaturas no gozaban de su natural armonía. Julie se bebió su chocolate y salió de nuevo para buscar a su maestra, Bree, una elfa que vivía con los duendes tras haberse marchado de su hogar muchos años atrás. Bree enseñaba en secreto a Julie el arte de la lucha tan característico de su pueblo, pues los elfos eran criaturas conocidas por su gran destreza en combate y su porte robusto y fuerte. Desde que había cumplido los once años la chica era entrenada por la elfa para aprender a defenderse y proteger así la aldea, pues los duendes no sabían pelear y Julie sabía que serían incapaces de defenderse. Exactamente ella no sabía de quien o de qué pretendía defenderlos pero Bree era una buena maestra y la entrenaba sin hacerle preguntas.
-Bien Julie, hoy quiero que continuemos practicando con la espada- dijo la elfa, que rondaba los ciento cincuenta años de edad, pero que tan sólo aparentaba unos cuarenta o cuarenta y uno.
-Claro- contestó la chica. En seguida levantó la espada que Bree le había prestado y se concentró en el combate. La elfa era muy rápida y ágil, pero Julie no se quedaba atrás en cuanto a velocidad y agilidad. Sus pies se movían siguiendo un compás maravilloso y perfecto en el que las mujeres de turnaban para atacar y proteger. Las gotas de sudor en la frente de la muchacha delataban el esfuerzo que ponía en cada movimiento y tras unos minutos que parecieron eternos para ella, logró desarmar a su oponente. Bree la felicitó y le pidió que relajase los músculos y Julie estaba a punto de darse la vuelta cuando su maestra se lanzó sobre ella. Cayeron al suelo y su espada rodó lejos de su mano. Bree se puso de pie inmediatamente y volvió a atacarla sin contemplaciones, por lo que la chica rodó sobre sí misma para esquivar una de las patadas que le lanzaba su maestra. En un segundo, Julie volvió a rodar y se levantó del suelo para recibir un puñetazo en el costado izquierdo que la dejó sin aire, pero no se rindió. Doblada de dolor aún, Julie saltó y con una patada que dio de lleno en el muslo de Bree, logró que esta le diese unos segundos de margen. Trató de coger aire de forma tranquila pues empezaba a hiperventilar y volvió a su pose defensiva. Tras unos cuantos saltos y movimientos más, su maestra se alzaba victoriosa tras dejarla aplastada en el suelo con la hoja de su espada amenazante en el cuello.
-No he mejorado el combate cuerpo a cuerpo- lamentó Julie aún tumbada en el suelo.
-Si has mejorado y bastante Julie, realmente ha sido difícil derrotarte, has dado mucha guerra- contestaba su maestra con voz cansada. Bree le recordó que jamás debía darle la espalda al enemigo pues era peligroso ya que este podría atacarla a traición, como le había demostrado ella misma. Con el cuerpo magullado pero contenta, regresó a su cabaña a cambiarse pues para los entrenamientos usaba ropas de lana que había negociado con unos humanos a cambio de un cesto de verduras. Se metió en la bañera y descansó un buen rato hasta que sintió que su piel se arrugaba demasiado, por lo que salió y se fue a recolectar frutos de los árboles del valle.
Al acercarse la puesta de sol volvió a la aldea y se cruzó con varios niños que correteaban y jugaban entre las flores. Nanna fabricaba una capa larga de pétalos de Opstyr, una hermosa flor de color verde azulado cuyos pétalos eran muy resistentes e impermeables. Aquella flor crecía en el valle y era muy abundante, aunque era bastante difícil hilarla para confeccionar ropa, pero Nanna sabía como hacerlo. Además, su abuela reforzaba el interior de la capa con lana de oveja.
-Nanna, se supone que no debemos usar la lana de los animales porque la arrancamos de sus cuerpos, que la fabrican por necesidad, para caprichos nuestros- le dijo Julie a su abuela al verla.
-Esta es la lana que hemos quitado a las ovejas que no podían casi moverse por el exceso, las hemos ayudado y en lugar de tirar y desaprovechar esa lana yo le estoy dando un buen uso niña- contestó ella con una sonrisa en los labios. Esa noche Julie no tuvo pesadillas y fue un gran alivio pues llevaba muchas horas sin dormir y estaba muy cansada.
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Tyrus
Short StorySé bienvenido al lado salvaje del planeta Tyrus. Julie es una joven cuyo pasado es un misterio que la atormenta, pero que ha crecido entre los pacíficos duendes en la aldea del Valle de Siarn. Entre ellos forjará un estilo de vida tranquilo y respet...