𝐂𝐀𝐏. 𝐓𝐑𝐄𝐒

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El uniforme se ceñía sobre mi cuerpo. Lo odiaba. Odiaba como se pegaba sobre cada centímetro de mi piel. Lo odiaba porque la gente podía ver cómo me había dejado consumir. Pero, al menos, era de color negro, el único con el que últimamente me sentía cómoda.

Mi cuerpo se movía de un lado a otro, zarandeándose al compás de las turbulencias de aquel enorme zeppelin en el que viajábamos. A mi lado, Mikasa sostenía mi mano derecha, sujetándola entre las suyas sobre su regazo, regalándome pequeñas caricias.

Frente a nosotras, Jean y Armin paseaban de un lado a otro, nerviosos. Al contrario que aquel par, Connie y Sasha se hallaban sentados en una esquina de la sala, recargando cuidadosamente el rifle de la castaña mientras intercambiaban expresiones divertidas.

Aquella sería la noche. Sería la noche en la que volvería a ver a Eren después de un año. Después de un año, y cuyo único contacto había sido una carta hacía una semana.
Intenté sofocarlo aunando todo el esfuerzo que pude, pero la ansiedad pronto comenzó a apiadarse de mi cuerpo, que comenzó a temblar.

Mikasa se dio cuenta al instante y, para no alertar a nadie más, apretó con más fuerza su agarre y recostó su cabeza sobre mi hombro, demostrándome que se quedaría a mi lado el tiempo que hiciera falta.

Una sensación de comezón se instaló en mis ojos, y tan pronto como la percibí, alcé la cabeza, apoyándome sobre la pared y con la vista fija en el techo. Era un truco infalible para evitar que las lágrimas salieran, sin embargo, no siempre era efectivo.
Cuando una lágrima rodó por mi pómulo, no pude hacer más que morderme el interior de la mejilla, esperando que ni Mikasa ni nadie se diera cuenta.

Posiblemente el tacto y cariño de Mikasa hubiera sido el desencadenante de los recuerdos que comenzaron a dibujarse en mi mente. Seguramente hubiera sido la falta que me hacía dejarme querer como lo hacía anteriormente.
Fuera por la razón que fuere, terminé con los ojos cerrados, la cabeza recostada sobre la de mi amiga y con la mente funcionando a mil por hora.

Mis recuerdos me habían llevado de vuelta. Me habían devuelto allí donde todo se había desmoronado. Me habían llevado al punto de no retorno.

 Me habían llevado al punto de no retorno

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𝐘𝐔𝐆𝐄𝐍 | 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora