❝Tus recuerdos me hacían sombra al corazón y nublaban mi juicio, y es que sin ti, 𝐄𝐫𝐞𝐧, ya no entendía para qué luchar, pues pensaba que alcanzaríamos la libertad juntos.
Y así lo haría. Meses después de tu partida, iría a la guerra sólo para re...
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La verde mirada de Eren estaba puesta en mi cuerpo, atento a cualquier movimiento que realizara. Yo, por el contrario, mantuve la vista fija en el suelo, sin saber muy bien qué hacer.
Puede que tan solo hubiera pasado un año, pero el cambio que había sufrido Eren era radical. No solo me llamaba la atención su pelo largo, recogido en un perezoso moño con una de mis gomas de pelo, sino también su trabajado torso. Por no mencionar sus facciones, más duras, más marcadas, y también más tristes.
Permanecí durante un par de minutos inmóvil en el centro de aquella celda, sin conseguir reunir las palabras apropiadas para hablar. ¡Un año! Hacía un año que no hablaba a solas con Eren, sin nadie a nuestro alrededor.
Aún cuando me acerqué a la pared frente a él y me recosté sobre esta, sus ojos me siguieron allá donde iba. En ningún momento sus ojos dejaron de hacer contacto conmigo, y no sabía cómo interpretar aquello. ¿Seguía confiando en mí? Yo ni siquiera sabía si lo seguía haciendo, aunque sabía certeramente, que en lo más profundo de mi corazón, le seguía creyendo.
— Me alegra que estés bien - dijo finalmente, rompiendo el silencio. Solo dependíamos de treinta minutos, por lo que cualquier segundo era valioso. Le miré fijamente, por mucho que me costara hacerlo. — Lo digo en serio.
Mi risa, llena de sorna, inundó el lugar. De seguro, incluso el capitán y sus soldados la habían escuchado.
— ¿Bien? - musité. Sentí el picazón característico de las lágrimas agolpándose en mis ojos; aún así, no dejé de mirarle fijamente. — ¿De verdad crees que estoy bien?
Era una pregunta para la cual no esperaba respuesta y, por suerte, nunca llegó a salir de los labios de Eren.
Sin embargo, sus ojos escudriñaron mi prácticamente esquelético cuerpo de arriba a abajo, haciendo una breve parada en mis costillas, que se marcaban a través de la fina camisa del uniforme. Después, alzó la vista, fijándose en las marcadas ojeras que decoraban mi cansada mirada. Al percatarse íntegramente de mi estado, su semblante cambió de parecer.
— Me alegro que sigas viva - corrigió, bajando el tono de voz.
El silencio se hizo presente entre ambos. ¿Cómo iba a estar bien tras haber sido arrastrada a una guerra sin ningún tipo de justificación racional? ¿Después de la muerte de Sasha? ¿Cómo narices iba a estar bien cargando con el peso de ser la esperanza de nuestra isla, aquella que podría hacer cambiar de parecer al chico que tengo delante y retractarse de sus actos? Pero, sobre todo, ¿cómo iba a estar bien después de haber sufrido en silencio todas y cada una de las muertes de nuestros compañeros y seres queridos para que el resultado final fuera acabar envueltos en esta guerra?
— Solo quiero saber una cosa - farfullé, jugando nerviosamente con mis cutículas. — ¿Por qué lo hiciste, Eren? - alcé la voz, pero me vi obligada a desviar la vista a la pared tras él. Las palabras ardían mientras salían de mi garganta, y ni siquiera sabía si quería saber la respuesta a la siguiente pregunta: — ¿Por qué no confiaste en mí?