𝐂𝐀𝐏. 𝐒𝐄𝐈𝐒. 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝐈

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AÑO 854 (Actualidad)

Un resplandor iluminó las caras de todos los allí presentes. A través de la ventana de la sala de comandos del zeppelin, observé como Armin se transformaba y destruía todo a su paso, reduciéndolo a cenizas.
Aquella sería una imagen que quedaría grabada para la posterioridad en mi cabeza. Pero, lo que jamás podría olvidar, era la cara de Armin; más bien, de su titán. Sus ojos reflejaban todo el dolor que sentía al verse obligado a hacerlo.

La mano de Mikasa sostuvo la mía con fuerza, incluso cuando un espasmo recorrió mi espina dorsal. Pronto, ella también debería abandonar la aeronave; yo, al contrario, permanecería en su interior hasta nueva orden.

— Estará bien - comentó, sin mirarme. Su vista permanecía fija en nuestro amigo, en cómo destruía los barcos enemigos.

Pero Mikasa decía más aquellas palabras para ella misma que para consolarme a mí.

En la carta que Eren me había mandado, especificaba que no debía salir del zeppelin a no ser que se diera determinada condición. Solo Hange y Levi conocían aquel requisito, y se habían encargado de explicármelo en privado antes de partir.
Tanto para ellos, como para Eren y Marley, Armin y yo éramos el golpe de gracia, un arma esperada; pero nadie se esperaría que nos usaran de aquella forma.

Alejé todo tipo de pensamiento cuando la fría mano de Mikasa abandonó la mía. Volteé mi cabeza para mirarla. En sus ojos podía verse la determinación; estaba dispuesta a traer a nuestro amigo de vuelta, sin importar el precio a pagar.

— Nos veremos enseguida - dijo en un susurro. Sus brazos rodearon mi cuello y me atrajeron hacia ella, apretándome contra su cuello.

El característico olor de Mikasa impregnó mis fosas nasales y, por tan solo un par de segundos, me sentí en paz. Me permití cerrar los ojos y sentir que estábamos en Shiganshina, tumbadas a la sombra de un árbol mientras me peinaba. Pero aquello había quedado atrás, y dudaba que jamás volviera a repetirse.

— Pronto - le contesté cuando me separó de sus brazos.

La pelinegra me regaló un último apretón de manos y dio media vuelta, encaminándose a la salida del zeppelin.

Ella era la última en abandonar la nave, lo que nos dejaba a la comandante Hange y a mí solas, a la espera de nuevas noticias.

Ella era la última en abandonar la nave, lo que nos dejaba a la comandante Hange y a mí solas, a la espera de nuevas noticias

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𝐘𝐔𝐆𝐄𝐍 | 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora