Lucifer La Revelación

Capítulo 8

Capítulo dedicado a
JoseelynnKeneedy
Por ser la primera en comentar el anterior.

Lux

Salgo de la oficina tratando de tomar la mayor distancia que puedo de ese monstruo, sabía que las cosas no serían sencillas, pero nunca en mi vida imagine que tendría que elegir el destino de otra persona, ni tampoco su muerte. Intento reconfortarme, me repito una y otra vez que el era un mal hombre, quería hacerle daño a su propia hija.

Pero aún así, yo elegí su muerte, y una parte de mí no dudo y eso me aterra, me asusta convertirme en un monstruo.

Se que le asegure a Lucifer que mi alma resistirá todo lo que el planee, pero la verdad, no sé si pueda. Debo tratar de ser fuerte, de resistir, por mi conciencia, por mi madre y no dejar que gane mi lado oscuro, sí, porque hoy comprobé que lo tengo, no es un mito eso de las dos voces en tu cabeza, es real, una te pide que hagas lo correcto, pero hay otra, otra más oscura, tenebrosa, a ella le gusta causar daño, hacer sufrir, y lo disfruta. Hoy la escuche por primera vez, y hablo tan fuerte que calló cualquier razonamiento lógico de mi cerebro, silencio la otra voz y solo la pude escuchar a ella.

Me encierro en mi lujosa habitación de Hotel, y me dirijo al baño, abro la ducha y dejo que el agua caiga durante horas, me froto fuerte el cuerpo porque quiero eliminar lo sucia que me siento, la chica no tiene culpa, yo soy la asesina, yo lo maté.

Termino sentada en el piso, desnuda , llorando, sintiéndome la mayor mierda de este mundo cuando siento que el agua deja de caer y alguien cubre mi cuerpo con una toalla.

Alzo la vista y los hermosos ojos café de mi amiga me trasmiten paz.

—Ven, vamos a secarte, te puedes enfermar.

Obedezco sin articular palabra, no tengo ganas de hablar, solo llorar y el hombro de amiga es mi mejor refugio.

—No pasa nada Lux, déjalo salir, todo va a estar bien.

Me acuesto en la cama y ella lo hace conmigo , se acomoda a mi lado sin decir nada, sabe que solo necesito su compañía.

— Ya está, era eso lo que querías no, que lo traicionara, pues ahí lo tienes. Ya lo hice, vamos regocíjate, se feliz, era esto lo que querías.

—¿Lo que quería? te quería a ti, mi mujer, no te das cuenta que eres parte de mí, si existes es gracias a mí, yo te pedí a Dios, yo pedí una compañera. Lo menos que esperaba era tu fidelidad, tu amor incondicional.

—Ahí vas de nuevo con el cuento de la costilla, es que no te cansas, llevas tanto tiempo con lo mismo que me resulta imposible no saber la historia. Esta bien que me diste vida, te lo agradezco, pero no por eso puedes disponer de mí, no soy un objeto, no soy de tú propiedad y aunque salí de una de tus costillas, soy un ser aparte, tengo mis propios sentimientos...

— Si, claro, sentimientos, por un ángel, no te das cuenta que somos insignificantes para ellos, nos ven como seres inferiores.

— Él no es así, Sam nunca me trato así.

— Samael es el peor, orgulloso, altanero, prepotente.

— Tú lo que sientes son celos, porque sabes que él es el favorito de Dios, porque sabes que él es mejor y el preferido .

— ¿Es?- bufa- era, cariño, era, gracias a ti, ya no será nada.

Despierto otra vez con esa sensación en el pecho, recuerdo mi sueño, recuerdo la conversación, pero no recuerdo la cara del hombre.