18. Lo quiero de vuelta

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El vuelo se me hizo largo y pesado. Las ganas de ver a mi amor, supongo que sería. Volver a tenerlo entre mis brazos.

-Erika, no te hagas ilusiones, vale? –asiento nerviosa –lo digo en serio. Estás preparada? –niego. Miro la fachada del hospital por cuarta vez, sería por si cambia de color.

-Venga, lista –mentira cochina, pero me agarro a su brazo, como si me fuera la vida en ello.

Las enfermeras le saludan, incluso la policía de la puerta. No son horas de visitas, pero creo que detrás de todo, está el jefe Smith.

-Entras sola? –niego, abriendo los ojos asustada. Abre la puerta y entra, yo voy detrás de él, como si me escondiera –Giovanni, no son horas de visita, pero vine acompañado –salgo detrás de Salva, por un momento, vi un brillo en los ojos de mi amor, como si me reconociera –te acuerdas de Erika?

Me mira de arriba abajo, sin parpadear. Quiere hablar, pero no le salen las palabras. Yo estoy nerviosa, no sé qué hacer, ni donde mirar.

-Claro que la conozco, es Erika mi...-trago saliva, mi corazón se acelera –cuñada, la mujer de Beltrán –dice con voz suave, mi corazón va muriendo lentamente.

-Ex mujer –le recalco –nos separamos hace unos años. Llevo viviendo en Londres todo este tiempo. Como te encuentras?

-Bien, a pesar que no recuerdo cosas, ni a la gente. Sólo recuerdo que estoy casado con Anna y me parece mentira –me quedo mirando para él –no es mi tipo –me dice guiñándome un ojo –que haces con Salva?

-Es mi hermana pequeña, acaba de llegar de Londres. Hace unos meses, su chico la dejó y lo está pasando mal, viene a quedarse una temporada –dice mi hermano, mientras me da un beso en la coronilla.

-Eso está bien, la familia tiene que apoyarse entre ellos –dice sin quitarme la vista de encima. Estoy a escasos centímetros de su cuerpo, muero por tocarle, por besarle –ya verás como aparece tu caballero de brillante armadura y te hará feliz.

Un caballero dice...así es como yo lo llamaba, que coincidencia. Pide agua y al darle el vaso, nuestras manos se rozan, las chispas y las mariposas en el estómago siguen en su sitio, y sólo con una simple e inocente caricia.

-Tenemos que irnos Erika, tienes que descansar y debemos dejar que el enfermo descanse también –le miro triste y asiento, en el fondo no me quiero ir –necesitas que te traiga algo? –le pregunta Salva.

-No, sólo quiero salir de aquí e irme a mi casa, con los míos –nuestras miradas se cruzan una vez, no puedo mirarle y bajo la vita, me estoy muriendo de celos, quiere ir con su mujercita –Erika, vendrás a visitarme? Seguro que mi madre estará encantada de verte, aunque estés separada de mi hermano.

-Gracias Giovanni, pero no creo que a tu esposa le haga mucha gracia...-me corta la frase.

-La casa es de mis padres, son los que mandan. Dudo que ella se quede en la casa, no le hace ilusión vivir bajo el mismo techo de todos los Ricci –dice riéndose. Esa sonrisa, me sigue volviendo loca.

-Ya veremos Ricci, como se toma tu salida del hospital tu mujer –dice Salva –nos vamos tio, cuídate –se dan la mano.

-Y tú, no te despides de un enfermo con un beso? –madre mía, miles de ellos le daría –no seas tímida, nos conocemos de hace muchos años....verdad?

Me acerco a él, huele a su perfume. Me agacho sobre él, para acercarme a su mejilla, no sé si fue queriendo o sin querer, pero movió la cabeza y el beso fue en los labios. Un suave y dulce beso, de mi amor.

-Lo siento Vanni –le digo en voz baja –no era mi intención.

-Yo no lo siento, es más...sí era mi intención. Sabes, suena muy bien cuando mi nombre sale de tu boca –me aparto y me guiña un ojo.

Una estrella en mi recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora