24. Amenazas

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-Se puede saber, porque me estáis mirando como si tuviera tres cabezas? –dice quejándose de dolor y llevando una mano a su frente –entre este dolor de cabeza y que me duele la garganta, me encuentro fatal.

-Nena, me asusté al verte en el hospital, lo que te ocurrió fue por mi culpa, lo siento cariño –veo como mi hermano, se abalanza sobre su mujer, con cara de no entender nada. Mi mirada sigue sobre Enzo, tan serio, tan recto, el italiano de hielo, pero enamorado como un idiota de su chica –si te hubiera perdido...

-Enzo, de que hablas? Fue un simple golpe, no tenías que mandar venir a tu familia a Londres. Ven aquí, tonto –abre los brazos para abrazarlo, como si fuera Enzo Jr –vosotros dos, ya podéis iros a Italia, aquí no se os ha perdido nada. Bueno sí, encontrar a Thomas y hacer que desaparezca.

Giovanni se acerca a mi y me susurra:

-Tus cuñadas son también de la mafia, como tú...esto es interesante. Joder con las chicas De Luca –dice riéndose.

Enzo se sienta en la silla, la pega a la cama cogiéndole la mano, se la besa, la acaricia. Esa faceta de mi hermano mediano, no la conocía. Le cuenta todo desde el principio, cuando ella lo va asimilando, las lágrimas se asoman. Estira el brazo y con su mano, acaricia la mejilla. Le hago una señal a Giovanni, para dejarlos a solas, tampoco nos despedimos, ese momento es de ellos.

-Estás bien, mi reina? –asiento, me limpio las lágrimas y le sonrio.

-Nunca había visto a mi hermano de esa manera y me gustó conocer su lado ñoño –me rio pensando en lo que me voy a meter con él, cuando todo esto pase. Miro a Giovanni de reojo, acerco mis labios a los suyos –el Sr Ricci me invitaría a cenar? –una sonrisa se le escapa, sus ojos brillantes, no me aparta la vista –estoy segura, que podría agradecérselo de alguna manera –le digo jugando con la solapa de su americana.

-Claro que te invito, no quiero que luego, hagas alianza con tus cuñadas, y me hagáis desaparecer –se ríe a carcajadas. Mis brazos rodean su cuello y los suyos mi cintura –sabes lo mucho que te quiero, mi pequeña mafiosa?

-Me hago una idea, pero creo que no más, que yo a ti –le beso despacio, como si quisiera que se acabara la noche –me apetece lasaña y una copa de un buen vino, alguna sugerencia?

-Mi reina pide, mi reina obtiene –dice burlándose de mi, con una reverencia.

No hace falta que me diga, hacia donde vamos, por la calle que se metió, estoy segura, que nos dirigimos a uno de los restaurantes de su familia. Una vez llegamos, los empleados actúan tan cordialmente, que es incómodo, hasta que él les pide, discreción máxima y entonces es cuando se relajan un poco. Nos acompañan a una mesa apartada del resto, mi chico quiere intimidad. Pide una botella de vino, cuando le oigo decir, que la cena se la deja a cargo del chef.

Después de servirnos el vino, nos dejan a solas, Giovanni pide que la cena, sea dentro de una hora, para poder disfrutar del vino.

-Hay algo que quería preguntarte y nunca sale la conversación.

-Y que es lo que quiere saber mi bella dama –dice cogiéndome una mano y la besa.

-Que ha pasado, con tus negocios nocturnos, ni te oigo hablar de ellos, ni siquiera controlarlos –sonríe.

-Cuando me hice cargo de la delegación de Londres, junta a mi chica, le vendí los negocios al mejor postor, hice una venta buenísima. Quieres saber lo que voy a hacer con ese dinero? –asiento, acerca su silla a mí, hasta que quedamos pegados, una mano en mi cintura, la otra agarra mis manos, como si me fuera a escapar, se acerca a mi oído, cierro los ojos respirando su perfume, su olor, ese olor que estuvo conmigo durante su desaparición –voy a comprarle una casa a mi novia, la que ella quiera –sonrío, debo de parecer una imbécil –y también, va a tener la boda que ella siempre ha querido, que no le falte de nada, nunca.

Una estrella en mi recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora