-ˏ' 𝘌𝘧𝘦𝘣𝘰𝘧𝘪𝘭𝘪𝘢 ━━ 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘢𝘯𝘰 𝘎𝘶𝘻𝘮á𝘯

4 | Sabor a manzana

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「Capítulo Cuatro」

Las semanas siguientes a las primeras muestras de interés por parte de Mariano, fueron seguidas por regalos similares.

Donde todas las mañanas, los Madrigal quedaban más que enternecidos por aquellos detalles que diariamente venían llegar a casita. Si bien era muy común ver llegar arreglos de flores, también salía de la rutina y le regalaba algunos chocolates.

Y ante todos, Isabela era la más contenta de todas.

Amelie se encontraba bastante feliz ante esto, pues aun que solo había visto al que todos llamaban Mariano una vez y de lejos, le alegraba el hecho de que su prima mayor tuviera a un buen pretendiente.

Lo que nos lleva a los Madrigal y su atareado día por insistencias de la abuela, quien quería hacer un tipo de reunión con Julieta y su familia donde también estuvieran presentes los Guzmán.

Y bueno, era atareado pero no para todos los Madrigal, pues como siempre, Camilo había ocupado a su hermana durante todo el día para hacer de las suyas y aprovechar que su madre estaba ocupada como para ponerles la suficiente atención.

-Mmmm, ¡te reto a montar a ese caballo!- gritó señalando un caballo común y corriente que no se veía del todo peligroso.

Amelie lo miro unos momentos y se dio cuenta de que sería bastante fácil, pues tenía su silla de montar, había un casco a un lado y este se encontraba amarrado a la cerca.

-¡Sera bastante sencillo!-.

-Ohhhh pero no me dejaste terminar- Continuó su hermano con malicia en su rostro y voz- Sin montura, sin casco y tendrás que ir de casita a la iglesia... ida... y vuelta-.

Miro al caballo una vez más, luego miro hacia la entrada de casita donde su abuela estaba recibiendo a la señora Guzmán y a aquel hombre apuesto que había tomado a su conejo la última vez que lo vio.

Pero, si estarían tan ocupados con los Guzmán, nadie tendría por que enterarse de la gran locura de Amelie de correr por el pueblo montada a caballo sin ningún tipo de protección.

-¡Hagámoslo!- Declaró Amelie con una sonrisa de segura victoria en su rostro, sabiendo que estaría por ganar en aquella apuesta.

(. . .)

Las Madrigal se habían encargado de que la terraza exterior de casita se viera bastante linda y agradable; en vez de colocar aquella mesa grande que usaban para desayunar afuera.

Luisa había puesto una redonda y mucho más pequeña, después de todo únicamente serían los Guzmán, Julieta con su esposo e Isabela, y sin dudas tendrían a la abuela Alma presente.

Realmente estaban pasando una tarde agradable, Mariano estaba más que encantado con lo sutil y elegante que era para todo, ni hablar de lo guapa que era, tranquila, amable, siempre servicial... en fin, era el tipo de mujer con la que cualquier hombre quisiera casarse.

Aun no la conocía del todo, pero estaba más que seguro que era cuestión de días para caer enamorado de la nieta más grande de la señora Madrigal.