Wigetta

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Vegetta y Vakypany habían montado un campamento en el claro del bosque; unos troncos servían como asiento improvisado alrededor de la hoguera que habían hecho con ramas y hojas secas. En los árboles y arbustos que rodeaban al campamento, Vegetta había colgado trozos de cristal para que el sonido les avisará si alguien entraba al claro. Willy y Trotuman, algo más tranquilos después de lo que había ocurrido, estaban sentados junto a sus amigos, al lado del fuego. Mientras Trotuman, de nuevo demostrando sus habilidades, cocinaba lo que Vegetta había podido recoger antes de que cayera la noche, Willy les contaba lo que había ocurrido: los zombis que invadían Pueblo, las llamas que se llevaban por delante de las casas, los aldeanos que no podían hacer frente al peligro, convertidos poco a poco en muertos vivientes.
-Cuando vi que no había nadie en la entrada del pueblo pensé que quizá estabais en casa, pero ahí solo encontré A Trotuman, a lo suyo, pinchando como si no estuviera pasado nada.
Trotuman miró hacia ellos y guiñó el ojo.
-Yo pensé lo mismo-dijo Vegetta-, pero cuando llegue al nuestra casa Vakypandy estaba afuera, esperándote la puerta, y creo que ya os habríais ido, así que me marché con la esperanza de que vosotros hubierais hecho lo mismo. Pensé que habrías intentado lugar contra los zombis aunque tuvieras todas las de perder y luego habrías salido pitando, así que no podríais haber ido muy lejos...
-Sí- continuó Willy-, intenté hacer algo, pero había demasiados zombis, tuve que escapar, era imposible deshacerse de todos. Así que nos fuimos corriendo, llegamos al bosque, y seguimos caminando hasta que encontramos un río y nos sentamos a descansar y comer algo. Y entonces apareció Vakypany.
Willy paró un momento. Todavía no se lo creía del todo. Le explico a Vegetta lo que había pasado: el rayo de luz, cómo volaron por encima del río hasta la otra orilla. Parecía que Vakypany los había llevado por el aire hasta allí; como sk supiera dónde estaban y quisiera reunir al grupo, guiándose por el bosque hasta el campamento. Vegetta miraba a su mascota mientras Willy le contaba esto; Vakypany le devolvía la mirada, como si no estuviera pasando absolutamente en nada. Lo que le contaba su amigo era increíble, literalmente: era imposible creérselo.
-¡Tienes que creerme!- suplicó Willy, consciente de que su relato sonaba sufientemente raro como para hacerle parecer loco-. ¿Has estado intentando hacer magia de nuevo? ¿Puede haber salido mal algún encantamiento?
-¡Que no, tío! Debes de estar cansado, o...
-Te prometo que lo que ha pasado es cierto, y tengo a Trotuman de testigo. -Willy miró a Vakypany, que miraba distraída hacia ninguna parte, como si no pasara nada-. ¿Y si es mágica?
-¡Pero qué dices!- respondió Vegetta -. Siempre ha sido una cabra normal, tío. Bueno, normal..., sus padres era una cabra..., bueno, un cabrito, vamos, la cabra macho, y una vaca, por eso tiene esas manchas en el pelo. Aparte de eso, la conoces igual que yo y sabes que no es más que una cabra normal. Será mejor que duramos un poco, que lo de hoy ha sido demasiado y estamos flipando, me parece.
Willy también estaba agotado; estaba de acuerdo en que sería mejor dormir y empezar a pensar en una solución al día siguiente. Pero había volado: de eso estaba seguro.
El sol de la mañana era imposible de esquivar en el claro, y la luz sin filtrar por las copas de los árboles despertó A Vegetta y Willy, que habían dormido en el suelo, al lado dea hoguera. El fuego se había extinguido; apenas salía un hilo de humo dino de las ramas, que ya eran poco más que una montaña de ceniza. Todo parecía en clama. A su lado, Trotuman dormía cómo un troco, roncando y moviéndose como si estuviera soñando.
-¿Dónde está Vakypany? - preguntó Vegetta, que no conseguía localizar a su mascota.
-Ni idea- respondió Willy -. Vamos a buscarla. Ya te dije que algo raro estaba pasando...
Se levantaron y comenzaron a buscar; era.imposible que estuviera en el claro, donde no había ningún tirón en el que esconderse. Fueron juntos a mirar un los alrededores. No tuvieron que buscar mucho.
-¡Hala! ¡Pero qué está pasando!- exclamó Vegetta.
Detrás de unos árboles, encima de una roca rodeada de arbustos, encontraron a Vakypany. Estaba de pie, y sus ojos brillaban con una luz intensa, preciada a la del rayo que había hecho flotar a Willy y Trotuman.
-¡Te lo dije!- gritó Willy -. ¡Así me la encontré ayer! ¡Có esas luces nos hizo volar!
Vegetta no se creía lo que estaba viendo. Su mascota seguía de pie sobre esa roca, Có los ojos como los faros de un camión, apuntando hacia ellos. Un sonido extraño empezó q brotar del suelo, como un zumbido suave que daba la sensación de estar llenando todo el bosque, rodeándolos, era difícil saber de dónde procedía, o si salía de Vakypany.
-¡Vakypany, deja de hacer locuras! ¡Las cabras no hacen movidas! Chaval...
Vegetta intentaba llamar la atención de Vakypany, que poco a poco comenzó a moverse. Bajó de la piedra, caminando a dos patas como si lo hubiera hecho siempre. Los ojos seguían emitiendo esa luz, que Willy y Vegetta empezaban a encontrar tranquilizadora: era una luz cálida, positiva, para nada hostil. No sentían miedo: solo querían saber qué estaba pasando.
-Tranquilo, Samuel- dijo de pronto Vakypany-, quiero ayudaros. Sé cómo podéis devolver la paz a Pueblo. Sé cómo podéis evitar la invasión.
-Pero, pero...- tartamudeó Vegetta sorprendido al ver que su mascota le llamaba por su nombre-. ¿Quién eres? ¿Eres Vakypany? Espera, mejor dicho..., ¿qué eres?
-Soy Vakypany, tu mascota- dijo-, pero también soy algo más. Mi nombre real es este pero no importa, porque ni siquiera podríais pronunciarlo- dijo mientras dibujaba algo en el suelo con sus pezuñas (el nombre está en la foto de este cap ñ.ñ).
-Lo importante- siguió diciendo- es que puedo llevarlos hasta alguien que os ayude A evitar la invasión zombi, antes de que ocurra.
-¡Esas son las letras de los encantamientos!- dijo Vegetta tirando del brazo a Willy-. ¡No sé qué dicen, pero sé que son esas!
-Sí, son las mismas letras de esos conjuntos que tan bien se te dan- dijo Vakypany. , pensó Vegetta-. Samuel, Guillermo, tenéis que hacer algo. Pueblo no es el único sitio que ha sido invadido por las criaturas, y no será el último. Algo está pasando, y vosotros ya lo habéis empezado a notar. ¿Verdad que ayer empezó a hacerse de noche demasiado rápido, Guillermo? ¿Verdad que están pasando cosas que parecen no tener sentido?- Vegetta y Willy se miraron y asintieron-. Solo hay una persona que puede devolver a la normalidad nuestro mundo, pro no va a ser fácil llegar hasta él. Os habllo del Rey Guerrero: el Sabio Creador, capaz de mover hacia atrás el tiempo. Él puede hacer que todo vuelva A la normalidad.
-¿Y cómo se supone que vamos a encontrar a ese Mago Guerrero?- preguntó Willy.
-Rey. Rey Guerrero- le corrigió Vakypandy-. Le reconoceréis por su sombrero negro, con una muestra en el ala y tan antiguo que nadie le ha visto sin él.
-¡¿Tenemos que ir preguntando a toda la gente con sombrero que veamos por ahí?!- dijo Vegetta, que no conseguía entender lo que estaba plasmando.
-Ah, bueno, hay un detalle- dijo Vakypany-: vive en un barco varado en un playa remota; una playa que baña una ia flotante, una isla en las nubes, a la que es imposible acceder sin ayuda de la magia. Igual tenía que haber empezado por ahí.
Todavía en shock por lo que estaba pasando, Vegetta y Willy se miraban sin decir nada. ¿Un Rey Guerrero? ¿Una isla flotante con un barco varado? ¿Viajes en el tiempo? Aunque les estaba costando asimilar tanta información, los dos tenían ganas de volver a salir de Pueblo para visitar lugares remotos y enfrentarse A los peligros que se cruzaran en su camino; sin hablar entre ellos, decidieron A la vez que tenían que buscar a ese personaje del que hablaba Vakypany e intentar salvar el mundo.
-Espera, espera...- dijo entonces Vegetta-. A ver si me aclaro: tenemos que llegar a esta isla en el cielo para ver a este Rey Guerrero, y tú tienes algún tipo de poder mágico y nos quieres ayudar. Lo aceptamos, venga. Pero ¿a qué viene todo esto de ir de pie? ¿ es necesario hacer el truco de los ojos y la luz? ¿No ves que casi nos matas del susto?
-Yo...- Vakypany parecía avergonzada; sus ojos volvieron a la normalidad y recuperó su posición habitual, a cuatro patas-. Lo siento, pensé que molaría más si hacía un poco de espectáculo para contaros esto...
-No pasa nada, pero ten un poco más de tacto la próxima vez, macho que entre los zombis ycesto casi nos volvemos locos...
Vakypany, Willy y Vegetta desandaron el camino y volvieron al claro del bosque donde habían pasado la noche. Trotuman seguía dormido a pierna suelta, ajeno a todo lo que acababa de ocurrir, y a la aventura que tenían por delante.

Wigetta: Un viaje mágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora