Mina

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Ya sin aliento, el grupo se paró detrás de una roca enorme que se levanta a varios metros sobre el suelo; aunque hacia tiempo que habían dejado atrás aquella aldea, y con ella el duelo y el peligro de acabar con un agujero en el cuerpo, no cesaron se correr hasta que el agotamiento los obligó. Por precaución se escondieron detrás de la piedra, por si alguien los hubiera seguido.
-Nos hemos logrado por los pelos- dijo Willy sofocado por la carrera y todavía nervioso por el duelo que acababa de terminar a la fuerza, apoyado en la piedra, tan grande que parecía casi una montaña en miniatura.
-Y que lo digas- respondió Vegetta -, pasar de un cumpleaños a un tiroteo no es algo a lo que esté acostumbrado.
-¡Un momento! - interrumpió Vakypany.
La mascota de Vegetta se fijó en que algo era distinto en el desierto. Miró a Trotuman y los dos asintieron, como si se hubiera comunicado de alguna manera. Alrededor del grupo, la arena estaba moteada por rocas oscuras, dispuesta de manera irregular, y algunas de ellas con señales de haber sido manipuladas por alguien. Vakypandy empezó automáticamente en Cleef, el minero con la hiy quizá esas rocas los podrían llevar hasta ella.
- tenemos que buscar el sitio de qué hablaba aquel tipo- les dijo a Vegetta y Willy -. Dunos monstruos que vivían en la mina y de una bruja que le había dicho algo sobre nosotros. Quizás encontremos alguna pista, y no nos iría mal hallar algún lugar que tomar de referencia para orientarnos, porque creo que es realista reconocer que estamos perdido en medio de la nada.
-¿ acabamos de salvar el pellejo y nos propones ir a buscar una mina en la que posiblemente haya un montón de zombies y una bruja que, creo que estaremos de acuerdo, no quiere nada bueno para nosotros?- preguntó Willy.
-Dicho así suena mal- reconoció Vakypany -, pero según aquel minero la última vez que fue no había ni rastro de zombis. Creo que merece la pena investigar. Quizás saquemos algo en claro sobre qué provocó el ataque a Pueblo.
-Vale, vale- Willy se resignó ante la posibilidad de deshacer el mal que había ocurriso en su cuidad-. ¿Alguna idea de por dónde empezar?
-Mirad alrededor- dijo Vegetta señalando las rocas que se esparcían a los lados sin orden ni concierto-. En estas piedras y señales de manipulación humana. Aquella, por ejemplo, parece arrancada con un pico; se le debió de caer a Cleef mientras la transportaba.
-¡Bien pensado!- dijo Vakypany.
-¿ Quizá si seguimos rastro de piedras llegamos a la mina?- sugirió Vegetta.
-Puede ser- dijo Willy -, pero intenta pensar de manera menos rígida.
-¿A qué te refieres?
- las piedras no parecen colocadas a conciencia, sino que se deben de haber caído, como decías, mientras las transportaba hacia otro sitio- razonó Willy -. No pensemos en un rastro dispuesto a propósito y que nos pueda llevar hasta la mina: creo que deberíamos esperar un camino bastante más caótico, dada la forma también caótica en que están esparcidas las rocas.
-Además - añadió Vakypany -, hay bastante distancia entre ellas, y no siguen una dirección concreta.
Es casi como si hubieran caído del cielo, como meteoritos.
-¡ o como si de lámina extranjera piedra más de un pueblo y cada uno llevará su parte en una dirección!- apuntó Willy.
-¡ Bien pensado!- dijo Vegetta -. ¡Me quedo anotado, loco a la vez que impactado!
Mientras Willy, Vegetta y Vakypany le daban vueltas al misterio de las piedras, un silbido rompió el silencio del
silencio; era Trotuman, que asomaba al otro lado de la piedra, haciendo gestos Có la mano para que los otros se acercarán a él.
-Parece que ha encontrado algo- dijo Willy -. Vamos a ver.
Rodearon la piedra hasta llegar a donde estaba Trotuman. Con una sonrisa en los labios, la mascota de willy mostró a suscompañeros lo que había encontrado: unos raíles en el suelo se perdían más allá de la entrada a la mina, que estaba mucho más cerca de lo que habían pensado .
-Eres un crack, Trotuman - dijo Willy a su mascota chocando los cinco con él.
-Ya, ya- cortó Vakypany -, tampoco le hagamos una fiesta por haber pasado alrededor de una piedra. Vamos adentro, a ver si encontramos alguna pista.
Siguiendo el raíl de la entrada, el grupo avanzó a lo largo de los túneles de la mina. Parecía ser una construcción más compleja de lo que podría pensarse por la austeridad de su exterior: aunque por seguridad siguieron la vía que guiaba a las vagonetas a través de la mina, a sus lados se desplegaba toda una red de pasillos que, devorados por la oscuridad, podían llevar a cualquier sitio, o no llevar a ninguno. Trotuman iluminaba el camino con un mechero: a medida que profundizarán en la mina, las lámparas que los mineros habían ido colocando para moverse con seguridad por los túneles eran más escasas.
-No parece haber nada interesante- dijo Vegetta.
-Tiene que haber algo- dijo Vakypany -. Aquí el minero hablaba como si los monstruos nacienacieran.
-¡ Normal! ¡ No querrás que nazcan en el hospital, con una enfermera que les dé un par de azotea!
- Willy bromeaba para evitar pensar en las arañas que te pagan por las paredes: aunque eran pequeñas, le daban el mismo miedo que si fueran gigantes. No podía dejar de mirar las de reojo mientras avanzaban hacia las profundidades de la mina.
-Solo son unas arañas, tío - dijo Vegetta aplastando una con el cuerpo de su arco.
El grupo siguió las vías, avanzando cada vez más lento, apoyando ya casi exclusivamente por la luz del mechero. Cuando girando una esquina, se encontraron con una vagoneta volcada al lado de un montículo del rocas, que marcaba el final del raíl. A su lado, un cartel avisaba del final del camino, a pesar de que el túnel continuaba.
-Deberíamos irnos, chicos- dijo Vegetta -. Es el final del camino.
-¿No veis eso?- dijo Willy fijándose en la siguiente esquina del tunel-. Espera...,¿es una persona?
Al fondo, alguien los miraba asomado solo un poco la cabeza. La antorcha que llevaba en la mano, a pesar de estar escondida fuera de su vista, decantaba definitivamente su presencia.
-¡Eh, hola! ¿Quién eres?- gritó Willy.
Vegetta le tiró de la chaqueta, pero no consiguió hacer cambiar de opinión a su temerario compañero. No consiguieron hacerse una imagen de aquel extraño individuo antes de que echará a correr en la dirección contraria.
-¡Oye espera!
Willy gritó y echó a correr detrás del espía. Vegetta trató de detenerle, pero no pudo hacer nada; lo único que podía hacer era seguirle e intentar no darle muchas vueltas al lio en el que podían meterse por su afición infalible al peligro.
Siguieron la estela de la antorcha durante varios minutos, corriendo por la red de galerías. Sin parar ni un segundo, vieron cómo agredida que se intercalan había más esqueletos de animales, cada vez más grandes; las paredes del tunel se hacían más y más toscas, y poco a poco el número de bifurcaciones de lo que ellos habían considerado el camino principal era menor. Cuando pensaban que ya habían perdido el desconocido, giraron una esquina y se lo encontraron en un campamento de aspecto pobre, como una tienda de campaña improvisada con telas y palos, una hoguera apagada y varias mochilas, todas distintas. Buscaba algo en ella; en cuanto vio que sus perseguidores le habían encontrado, salió corriendo de nuevo hacia una Luz que se veía al fondo del único pasillo que salía del rudimentario campamento. El grupo le siguió todo lo rápido que pudo, pero cuando llegaron al final del camino ya lo habían perdido: el origen de la luz era una caverna inmensa que se extensa más allá de lo que les alcanzaba la vista.
El túnel se cortaba en seco, y el camino se convertía de súbito en una caída difícil de calcular a ojo: eran varios cientos de metros, eso estaba claro. Frenaron en seco y miraron hacia abajo.
-Se nos ha escapado - dijo Willy molesto.
A pesar de su inmensidad, la caverna estaba más o menos iluminada por una potente luz que se filtraba a través de unas grietas en el techo. A sus pies, minúsculas por la enorme distancia que había desde donde estaban hasta el fondo de la cueva, piedras de ámbar se incrustaban en la S paredes; una extensión de agua parecida a la de un mar se desoleada hasta más allá de lo que podía alcanzar su vista. Pudieron por fin fijarse, cuando miro hacia ellos mientras escapaba, en la extraña figura que los había estado espiando: volando sobre una escoba vieron a una bruja, Có el rostro delgado y la nariz picuda, un sombrero viejo y plano sobre su cabeza y un peto oscuro sobre la camisa amarillenta, ropas más propias de un agricultor que de una experta en magia.
-Parece que no estaban locos -dijo Vegetta -. Esa debe de ser la bruja de la que hablaban los del pueblo.
-Es posible -dijo Willy mientras se ataba una cuerda a la cintura-. Venga, coged cuerdas: vamos a bajar a investigar.
-¿Cómo? ¿Estás loco?- preguntó Vegetta preocupado.
-Para nada -respondió Willy -. Esa bruja dijo algo sobre nosotros que nos acabó metiendo en un suelo. Pudimos salir con los pies por delante. Tenemos que descubrir que estómago pasando.
-¡Vamos a tardar un montón en bajar con las cuerdas! ¿No puedes hacer nada?- preguntó Vegetta a Vakypany, intentando quitarse de encima aquel inesperado marrón.
-Imposible- dijo Vakypany -, demasiado alto. La mejor manera es la cuerda, y eso que es una bastante mala.
-Pues edo- Willy cerró la charla-, menos hablar u más usar la cuerda.
Willy y Vegetta ataron a sus mascotas y comenzaron el descenso. Se deslizado por la pared de la cueva durante once horas hasta tocar el suelo. Vegetta estaba visiblemente agotado: le había tocado cargar a Vakypany, bastante más pesada que Trotuman.
Ya en el suelo, no podían creee lo que vieron allí: encerrados en el ámbar de las paredes, zombis, gigantes y toda clase de criaturas estaban en estado de suspensión.
El grupo miró a su alrededor : el enorme mar, montes, árboles... Parecía otro mundo debajo de la tierra.
-¿Qué es todo esto?- preguntó Vegetta.
-No creo que Cleef supiera de la existencia de todo esto - dijo Vakypany -, y tampoco creo que vayamos a encontrar a la.bruja. Hemos tardado demasiado en llegar aquí abajo.
-Tenemos que encontrar alguna pista- dijo Willy -. Y pensar en una forma de salir de aquí también.
El grupo continuó avanzando, siguiendo la orilla del mar. Aunque se intuían paredes al fondo, la luz que entraba era demasiado pobre como para hacerse una idea exacta de lo que había más allá del agua. La vegetación también era diferente: los árboles y los arbustos nacían en Islas de hierba que surgían aquí y allá entre las rocas que formaban paredes y montes. Estaba claro que no era una creación humana: no había caminos artificiales, y locas seguro era continuar la senda natural que se había formado por la erosión, una suerte de playa de piedra que les permitió seguir adelante durante varios kilómetros hasta llegar a otro campamento. La hoguera todavía olía a ceniza y había restos de instrumentos de alquimia; la bruja debía de haber estado allí, hacía no mucho.
-Buscad e los alrededores - dijo Willy -, quizá se haya dejado algo que nos dé alguna pista.
La hoguera y un montón ee hierba y ramas sobre la que parecía que alguien se había sentado eran los únicos lujos que se había permitido la bruja esta vez, consciente de que estaba siendo perseguida. Trotuman encontró un pedazo de papel en el suelo, cerca del campamento.
-¡Buena, Trotuman! - Willy felicito a su mascota y miró el papel: era un mapa Có un punto señalado con pintura roja.
-¿Un mapa del tesoro?- preguntó Vegetta.
-No tengo ni idea- dijo Willy. Sacó el mapa de su mochila y colocó el papel encima: no tardó en localizar el sitio en el que aparecía la arca-. ¡Mirad aquí! En mi mapa es un bosque sin nombre, pero si la bruja lo ha marcado en el suyo tiene que significar algo. Tenemos que buscar este sitio.
-¡Estamos encerrados en una cueva, tío!- dijo Vegetta -.¿ Cómo se supone que vamos a salir de aquí?
-Podemos intentar buscar una salida por el agua- dijo Vakypany -. Hagamos una barca y sigamos el agua. Tiene que venir de algún lado. Leí algo así en un libro hace mucho tiempo.
-¡Ahora resulta que también sabes leer!- dijo Vegetta.
-¿Cómo no voy a saber leer? ¿Cómo crees que he aprendido tu idioma, melón?- respondió Vakypany.
-¿Y en qué libro se supone que he prendido a llamar a la gente?
-Eso lo aprendí de ti, claro- dijo Vakypany.
-Un segundo- Willy interrumpió la discusión -, Vakypany tiene razón. Esta agua tiene que venir de algún sitio. Si seguimos el mar tenemos que llegar a algún lado. Vamos a recolectar madera y hagamos una balsa. Sabéis cuanta necesitamos, ¿no?
-Perfectamente, jefe- dijo Vegetta haciendo un saludo al estilo militar.
No tardaron mucho en tenera madera: aunque no crecía en todos lados, las islas de hierba estaban bien pobladas, con frondosos arbustos y grande árboles. Armaron una mes de trabajo donde ates estaba el campamento y se pusieron manos a la obra: en un periquete, la barca estaba lista.
Se subieron a ella y comenzaron a remar con dos ramas gruesas, intentando seguir la dirección de la corriente: era débil, pero el agua parecía moveré hacia algún sitio. Supusieron que era buena idea seguir en esa dirección. Remaron durante un rato hasta que la luz se fue haciendo más tenue; Trotuman encendió el mechero, que apenas conseguía iluminar un par de metros a su alrededor.
-¿Estamos seguros de esto?- preguntó Vegetta.
-Parece que vamos en la dirección correcta- dijo Willy -. Esta agua tiene que salir por algún sitio.
-Estoy agotado- dijo Vegetta -. Creo que el sueño me esta empezando a afectar. Es como si viera cosas, tío. Como si notara algo.
-Solo un poco más- Willy intentó animar a su amigo -. Parece que la corriente se va haciendo más fuerte.
-Esto..., chicos...- Vakypandy llamo la atención de Vegetta y Willy -. Creo que deberíais ver esto.
Cuando miren hacia atrás, vieron la gigantesca cola de un reptil que alía del agua varios metros por encima de ellos
-¡Una serpiente!- gritó Vegetta.
-Creo que no es una serpiente...- dijo Vakypany.
El agua empezó a moverse con fuerza a su alrededor cuando la cola se zambulló; el grupo se agarró a los bordes de la barca, que empezaba a dar tumbos. A su alrededor se formaron olas con un estruendo enorme, y la barca comenzó a elevarse: miraron hacia abajo y vieron que estaban sobre el lomo de un animal enorme.
-¡ Es un dinosaurio!- gritó Willy
-¡Chavalas!- Vegetta parecía haberse librado del suelo de golpe.
El dinosaurio comenzó a avanzar por el agua con la barca sobre su lomo. A los lados, las aletas movían el agua con tanta fuerza que, de pronto, Willy, Vegetta y sus mascotas se desplazaban a toda velocidad: iluminados solo con la luz del mechero, les resultaba imposible saber hacia donde se estaban desplazando. Tampoco parecía importarles demasiado: toda su concentración estaba puesta n sujetarse con fuerza a la barca, que se mantenía en pie a pesar de lo violentos bandazos que el atropellado viaje le estaba haciendo dar.
No podía saber cuanto tiempo llevaban avanzando cuando comenzaron a ver una luz que llegaba desde una grieta al fondo. Era difícil verla aún, pero la luz era una buena señal: quizá desde allí podrían salir al exterior.
-¡Al fondo! ¡Una luz!- gritó Willy
El dinosaurio aceleró y se elevó un poco más. Frente aquellos emergió su cabeza, al final de un largo cuello; emitió un chillido ensordecedor, tan alto que hacía daño en los oídos. Trotuman había soltado la barca para taparse con las manos cuando el dinosaurio volvió a sumergirse. La barca cayó a plomo contra el agua, y Trotuman no consiguió mantener la estabilidad. Antes del golpe, Willy logro coger a su mascota del brazo sin dejar de agarrar la barca. La cola del dinosaurio, lo último que se sumergió, formó una violenta ola que despidió hacia adelante la barca, con tanta fuerza que Trotuman cayó de golpe contra Willy; el choque les arrojó contra el suelo. Willy sintió un dolor punzante en el costado.
-¡Vegetta, agárrame!- gritó.
Su amigo sr acercó con esfuerzo hasta el y le tendió el brazo para que se cogiera de él. La barca se movía más rápido que nunca en dirección a la luz. Las olas que había formado el dinosaurio estaban llenándola de agua, que empezaba a astillar la madera; no iba a aguantar mucho más. En uno de los vaivenes, la fuerza de las olas hundió la proa e hizo que la barca se inclinara hacia delante; el grupo salió despedido. Todo lo demás, oscuridad.
Vegetta comenzó a despertar y a toser agua; tardó un poco en recuperar la orientación y recordar lo que había pasado. Unos metros más allá, Willy seguía agarrando a Trotuman, ambos sin conocimiento. Vakypandy comenzó a toser a su lado.
-¿Estás bien?- le preguntó mientras la agitaba.
-S...sí... Creo que sí- respondió su mascota -. ¿Dónde está Trotuman?
-Allí, con Willy- dijo -. ¿ A qué vieneses interés por Trotuman?
-¡Nada, nada!- dijo Vakypany poniéndose a cuatro patas y terminando de toser el agua-. Vamos a ver qué tal están.
Se acercaron a sus amigos y los reanimaron. Las consecuencias del golpe eran menores de lo que u violencia parecía augurar; estaban magullado y algo doloridos, pero se recuperarán. Willy se levantó la camisa y miró en su costado: se había hecho un rasguño con las astillas de la barca, pero la herida no es grave.
-¿Dónde estamos?- preguntó. -No tengo ni idea- dijo Vegetta mirando a su alrededor -. Mira, la luz parece venir de allí.
Caminaron a duras penas en dirección a la apertura en la pared de la que llegaba la claridad. Willy miró atas un momento para darle un último vistazo a la caverna: todavía le costaba creer lo que les había pasado. El mar subterráneo se perdía en la oscuridad; de lejos llegábamos de ruidos irreconocibles. ¿Sería aquel dinosaurio gritando en medio de su océano particular? Escalafón peldaños de piedra y paredes de las que salían ramas. Ni rastro de ámbar en esta orilla. Sus cabezas funcionaban a máxima velocidad en ese momento: ¿Qué extraño lugar era ese? ¿Hacia donde se estaban dirigiendo? Distraídos por sus pensamientos, Willy y Vegetta tropezamos en una pendiente que no habían visto; se deslizado por ella varios metros, y a medida que caían, la luz se avisaba más y más. Era imposible subir de nuevo por el terraplén, por lo que a Trotuman por él . Reunidos de nuevo siguieron avanzando en dirección a la luz. Sus pulmones se llenaron del aire fresco que empezaba a inundar la cueva.
Unos metros más allá,por fin, alcanzaron la salida. Se llevaron los brazos a la cara y atravesaron la amplia grieta que se abría en la pared.
Ufff.... al fin acabe el capítulo. Sé que dije que haría una maratón porque tenia fin de semana largo pero como se habrán dado cuenta este es el capítulo más largo de todos, tiene alrededor de 3100 palabras! Me ha tomado mucho tiempo, ni lo pude acabar en el fin de semana, pero bueno, aquí esta y mil disculpas, espero les guste.
Mae.

Wigetta: Un viaje mágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora