Aquella mañana, Vegetta dormía a pierna suelta mientras Willy empezaba a prepar su equipo. Ese día no saldrían juntos: la noche anterior habían pensadores, si exploraban los alrededores de Pueblo por separado, podría encontrar los materiales que necesitaban más rápido. Semillas, madera, todo lo que precisaban para que el huerto que tenía en casa fuera viento en popa. Era un huerto enorme; cada día más grande, de hecho, porque desde ue en Pueblo reinaba la paz solo se habían dedicado a él. Poco más había que hacer.
Mientras buscaba en los cofres lo que necesitaba para salir hacia los bosques cercanos, vio su boomerang y algo de TNT, y se acordó de las aventuras que había vivido con Vegetta. Las echaba de menos, aunque nunca lo había reconocido.
Vegetta comenzó a moverse en la cama, como si estuviera teniendo una pesadilla. Vakypany se acercó al su dueño y empezó a lamerle la cara. Ya iba siendo hora de salir, pensó Willy.
-¡Hey, despierta, que se va a hacer tarde!- dijo aprovechando el ataque de lengua de Vakypany para despertar A Vegetta.
-¿Qué hora es?- preguntó Vegetta mientras apartaba a Vakypany.
-Tarde- dijo Willy, que seguía cogiendo el equipo necesario para salir A buscar materiales. Por muy temerario que fuera, Willy prefería prevenir que curar: cogió su espada y algo de TNT y recomendó A Vegetta que no saliera desprotegido, por si acaso.
Vegetta cogió su arco. Ya estaban listos para salir. Quedaron en volver a encontrarse en la entrada de Pueblo cuando empezara a anochecer, para juntar lo que cada uno hubiera conseguido y pensar qué podían hacer con ello el día siguiente. Mientras salían de su casa, y aunque ya los habían separado antes, Vakypany y Trotuman estaban peleándose otra Vez; en cuanto cerraroncla puerta, sus mascotas dejaron de hacer ruido, como si hubieran dejado de pelear. Siempre les había resultado curioso.
Willy se despidió de Vegetta y se separaron. No era habitual que estuvieran tan ocupados que apenas tuvieran tiempo de saludarse, pensó Willy.
, pensó Willy. Buscar semillas sin nadie cerca había obligado a Willy a pensar pensar para matar el tiempo; mientras llenaba su mochila, recordó todo lo que había vivido junto a Vegetta. Ni siquiera conseguía recordar como había llegado la paz a Pueblo, porque si memoria solo había combates, peligros, viajes a lugares remotos y desconocidos, todasas cosas fantásticas que les habían ocurrido. No se atrevía a decirlo, pero a veces Willy querría que las cosas fueran un poco menos aburridas; decirle a Vegetta que se fueran lejos, a sitios que no conocían aún, a empezar una vida nueva y buscar aventuras. El huerto estaba bien, pero desde luego no era la vida llena de sorpresas que recordaba. Echaba de menos a los zombis, a los esqueletos, a los ogros de dos cabezas. , pensó Willy; solo de pensar en arañas le entraron escalofríos. .
El tiempo paso rápido mientras fantaseado con las hazañas del pasado. Demasiado rápido, pensó Willy. Sus tripas empezaron a rugir después de un rato explorando. Era algo tarde, pero decidió parar un momento para comer antes de regresar a Pueblo.
Anochecía mientras caminaba de vuelta. , pensó Willy, preocupado por hacer esperar a Vegetta. Aceleró el paso hasta que, cuando estaba ya cerca del sitio donde habían quedado, vio algo que le extrañó: por encima de los árboles, una luz rojiza cubría el cielo, y una nube de humo empezaba a despuntar sobre las ramas. Willy echó a correr sin entender qué estaba pasando. Cuando atravesó el bosque, encontró el origen del humo: el fuego estaba extendiéndose por Pueblo, cubierto por una nube negra y por las llamas que salían de los tejados.
Preocupado, Willy salio en busca de Vegetta. No estaba en la entrada, donde tenían que encontrarse al anochecer. Cuando entro al pueblo, una horda de zombis caminaba por entre las casas en llamas; algunos aldeanos habían sido ya cobertidos, y salían de sus casas para unirse a los demás zombis, que parecían multiplicarse y empezaron a rodearse. No tenía buena pinta: quizá no había sido buena idea intentar enfrentarse a todos esos zombis él solo. , grito esperando que su amigo estuviera cerca para ayudarle. No podía quedarse ahí; a espadas, consiguió deshacerse de la horda de zombis, y salio corriendo antes d.e que le rodeaban por completo. ¿Estaría Vegetta en casa? Corrió hacia ella, y al abrir la puerta solo encontró a Trotuman, su mascota, mitad tortuga y mitad humano, que no se había enterado de lo que estaba ocurriendo fuera: tenia puestas.unas gafas de sol y nos cascos enormes, y estaba pinchando música sin saber lo que estaba pasando en Pueblo.
-¡Trotuman, pero qué haces!- gritó Willy corriendo a coger a su mascota-¡¿ Dónde están Vegetta y Vakypany?!
Trotuman pareció despertar de pronto, y miró alrededor. Cuando vio lo que pasaba en la calle, pegoó un salto y se subió q los brazos de Willy. En ese momento, un zombi entro en la casa: Willy se había olvidado de cerrarla cuando entró a toda prisa.
-¡Tenemos que irnos!- dijo.
Sacó el pico y abrió una entrada en la pared; con Trotuman en brazos, salió por el hueco y corrió esquivando a los zombis que estaban en la calle y que seguían creciendo en número. , pensó Willy, que no sabía qué hacer. Se estaba quedando sin tiempo. ¿Dónde estaban Vegetta y Vakypany? ¿habrían conseguido escapar? ¿Estarían también intentando encontrarlos a ellos? Sin más opciones que escapar, se alejó corriendo del pueblo, ya invadido por completo por los zombis; mientras corría, echó la vista atrás y vio a la horda entrando y saliendo de las casas, mientras el f ir go devoraba los hogares, cubriéndolos luego con nubes negras de humo.
Cuando estuvo suficientemente lejos, dejó a Trotuman en el suelo e intentó recuperar el aliento. La carrera le había dejado exhausto, pero no podía descansar hasta encontrar a Vegetta. Seguro que había escapado y se encontraría tarde o temprano, pensó. Ni siquiera se había parado a mirar hacia dónde había echado a correr; los árboles comenzaban a cerrarse a su alrededor, y a medida que dejaba más y más atrás Pueblo, el cielo tenia un aspecto menos amenazador, cada vez menos dominado por la luz de las llamas y las nubes de humo negro. Empezó a caminar por el bosque, con Trotuman siguiéndole de cerca y husmeando los alrededores, buscando ingredientes para cocinar algo. La noche se había cerrado sobre ellos; hacia tiempo que no había monstruos en esos bosques, pero lo que había pasado en Pueblo le hizo pensar que quizá las cosas habían cambiado. Encontraron un río, y Trotuman miró a Willy; conocía bin esa mirada.
-¿Quieres pescado, eh?- dijo Willy-. Pesquemos algo, venga.
Trotuman demostró de nuevo su habilidad como cocinero y preparo el pescado mientras Willy pensaba en Vegetta. Tenía que estar cerca, lo sentía. Decidieron quedarse a la orilla del río a comer. Quizá Vegetta pasara por allí mientras los buscaba, pensó Willy. Mientras comía el pescado, Trotuman levantó la vista, como si hubiera escuchado algo. Miró alrededor, sin soltar su comida.
-¿Qué pasa, Trotuman? - Preguntó Willy.
Trotuman dejo el pescado y siguió mirando, pero la oscuridad parecía estar poniéndole las cosas difíciles. Se acercó al río y miró hacia la otra orilla: cuando se fijó, Willy vio que unos arbustos se movían al otro lado, como si hubiera alguien espiándolos mientras comían.
-¿Quién eres?- preguntó Willy. Nadie respondía. Willy saco su boomerang, preparado para enfrentarse al los zombis si es que habían conseguido seguiré hasta alli-.¡ Sal de ahí!- gritó Willy.
Los arbustos se movían cada vez más. Alguien se acercaba. Willy cogió con fuerza el boomerang mientras una cabeza empezaba a salir de entre la maleza.
-¡Vakypany! - gritó Willy aliviado al saber que Vegetta tenía que estar cerca-. ¡Espera ahí! ¡Voy a buscar materiales para construir un puente!
Se dioa uelta y comenzó a coger madera. , gritó a su mascota, que todavía estaba mirando á Vakypany. Mientras recogía madera, Willy empezó a notar algo raro: le costaba más coger las cosas del suelo, que parecían alejarse. Miró a su alrededor y vio que era él el que se estaba alejando. ¡Estaba flotando en el aire! Se agitó y miró hacia Trotuman, que también flotaba; los dos se movían en la misma dirección. Al otro lado del río, Vakypany los miraba, y de su cabeza salia un rayo de luzu cubría a Willy y Trotuman. Era como si la mascota de Vegetta estuviera haciéndoles volar para ayudarles a pasar a la otra orilla, pensó Willy. Cuando pasaron por encima del río, el rayo de luz los dejo con cuidado en el suelo, al lado de Vakypandy. Willy se quedo de piedra.
-¡Chaaaavaaal!- dijo,todavía sin creerseo que acababa de ocurrir.
Vakypany echo a andar, metiéndose de nuevo entre los arbustos. Willy y Trotuman la siguieron sin sabes que más hacer. ¿Realmente acababan de volar por encima del río gracias a un rayo de luz que salía de la cabeza de Vakypany? ¿Estaba soñando? Mientras Willy se hacía preguntas, dejaron atrás los arbustos y entraron en un claro del bosque.
-¡Willy! - exclamó Vegetta al ver a su amigo. Estaba claro que se alegraba de verle sano y salvo-. ¡Estás bien! ¡Menudo susto me has dado, no sabia dónde te habías metido!
Willy todavía no sabía qué decir.
-¡ Willy!- dijo Vegetta, mientras se acercaba a su amigo-. ¿Estás bien? ¡Que parece que acabas de caerte del cielo!
-Más o menos...- respondió Willy.