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La Puebla del Rio, Sevilla, sábado 17 de octubre del 2026

Porque los para siempre duran el tiempo que los cuidamos.

Las falsas promesas causan estragos en la mente haciendo ilusiones piadosas que solo hacen que incrementar las mentiras en las relaciones. 

Recuerdos que se ahogan en el fondo del mar y no somos capaces de sentir que algún día estuvieron presentes en nuestra vida.

Corazas para salir ilesos del campo de batalla, barreras para no afrontar la realidad. Y un corazón que late fuerte derramando toda la sangre en cuanto sale herido.

Almas destrozadas, sueños frustrados, promesas rotas y juramentos que se quedaron a medio camino.

Una vida destinada a estar juntos sin saber los horrores que vivirían.

Poco a poco saliendo de los baches, recapacitando y viendo que en todo lo malo de la vida siempre hay algo bueno a lo que aferrarse.

Y es que solo les hacía falta mirar al otro para darse cuenta de lo que querían y de lo que se querían. No querían mirar a otros ojos, no querían abrazar a otros cuerpos, no querían besar otros labios.

Sábado diecisiete de octubre del dos mil veintiséis, fecha elegida para darse el sí quiero. Una velada tan deseada por todos, el día soñado, el día más esperado y en especial su día.

Eran ellos dos y eso era lo que más importaba.

La noche anterior la pasaron juntos, cenando los dos solos en un restaurante de lujo. Disfrutando de sus últimas horas de soltería, disfrutándose mutuamente y cerciorándose de que no había vuelta atrás. Todo ya estaba hecho y solo quedaba esperar.

Se contaron sus miedos y sus inseguridades, se vaciaron por completo y así se quedaron más tranquilos. Casarse era algo irrelevante en sus vidas, pero sus familias creían que era lo mejor para los dos. Y es que para Pablo estaba siendo muy difícil, años y años sin saber lo que hacer con su carrera futbolística, queriendo marcharse de Barcelona, pero a la vez teniendo mil ganas de quedarse. Silene no lo presionaba, ella no quería formar parte de sus decisiones. Era algo que él tenía que decidir y fuese cual fuese su decisión la brasileña allí estaría para apoyarlo.

Habían alquilado El Cortijo Palacio Los Montes para celebrar allí el enlace. Tomaron la decisión de tener una boda íntima, sin mucha gente de por medio. Solo familia y amigos.

Pablo se levantó con el corazón en la mano, esperaba ansioso el momento. Nada más levantarse de la cama caminó hasta la ventana y la abrió para que se ventilase la habitación. Caminó descalzo hasta el baño, abrió el grifo de la ducha, se deshizo de los boxers y entró en la amplia ducha. Dejó el agua caer sobre su cuerpo. Y cerró los ojos. Por fin había llegado el día, él y Silene se darían el sí quiero.

Tardó más de lo normal en ducharse, dejó que el agua relajara su cuerpo. Cerró el grifo, cogió una de las toallas que descansaban sobre un taburete de metal y suspiró. Se secó y se enrollo la toalla en la cadera. Aprovechó para afeitarse y salió del baño. Fue directo al armario y sacó unos boxers negros, se los puso y justo sonó la puerta. Se santiguó tres veces seguidas y dejó pasar a sus padres y al fotógrafo. Se puso el traje de novio que previamente había pasado las duras críticas de su madre. El traje elegido fue en azul marino, con el chaleco a juego y corbata roja para darle un toque de color. Le pusieron polvos en la cara y lo peinaron al gusto de Aurora.

-Que guapo hijo-su madre besó su mejilla y le dedicó una amplia sonrisa.

Pablo sonrió nervioso y abrió los ojos en cuanto Roma y Alejandría corretearon hasta llegar a sus piernas.

8534 𝒌𝒎 ▪︎ 𝑷𝑨𝑩𝑳𝑶 𝑮𝑨𝑽𝑰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora