Verdades

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Hace cuatro años...

Un joven Dazai, de dieciséis años de edad, había salvado la vida a un niño de doce que estaba por ahogarse en el río, mientras él hacía el intento de terminar con su vida.

Al despertar, el niño parecía no recordar nada de su pasado. Ni siquiera su nombre, pero por la manera en que fue encontrado, tan descuidada, Osamu supuso que se trataba de un niño abandonado a propósito o de un huérfano sin un lugar a donde ir.

— ¿Dónde es este lugar? Me duele aquí—. Señalaba su pecho y pulmones, tosía.

Dazai recostó la cabeza del menor sobre su regazo, después de darle respiración boca a boca.

El niño albino parecía estar muy asustado. Tenía un golpe en la cabeza, en el área de la nuca, golpe que posiblemente causó la pérdida de memoria.

— Tranquilo, dime, ¿cómo te llamas y quienes son tus padres? ¿Qué te hicieron? ¿Y quién te hizo daño?

El menor no respondió nada durante segundos. Derramaba lágrimas, con la desesperación de no saber quién era él ni quién era la otra persona.

— Tú eres mi papá ¿Verdad?

— ¿Perdón?

TIEMPO ACTUAL.

Esa misma tarde, Dazai y Chūya salieron juntos de la universidad. Caminaban por las calles de la ciudad de Yokohama, disfrutando de un paisaje algo lluvioso.

Como los pronósticos habían salido con anterioridad, ambos traían sus respectivos paraguas para evitar mojarse mucho. Dazai cargaba la mochila de Chūya y se mantenía a su lado, por si resbalaba, poder detenerle una caída.

— En unos meses más, Ozuru-kun vendrá con nosotros. Seremos una familia muy hermosa, Chūya. Estoy ansioso de que ese momento llegue.

Aunque sus gestos eran sonrientes y quería demostrar felicidad, Chūya podía ver esa tristeza, muy al fondo, que Dazai sentía. Por alguna razón se lo estaba transmitiendo. Podía sentirse triste también.

El pelirrojo sujetó una de las muñecas de Dazai al pasar por su casa, para permitirle la entrada que había pensado negarle todo el camino.

Cerró la puerta tras de sí, y ambos dejaron sus paraguas y zapatos en la entrada.

— Chūya, ¿esta es tu casa? ¿Por qué me trajiste aquí?

Observaba a detalle, encontrándose con una fotografía de un Chūya bebé. Demasiado tierno y adorable a sus ojos. Un pequeño Chūya de menos de un año de edad, con un trajesito de pollo amarillo, mientras abrazaba un perro de peluche.

— También eras un hermoso bebé, Chūya. Seguramente Ozuru-kun se parecerá a tí.

— Sí, es lo que quiero. Si se parece a mí, seré muy feliz. Y sobre la pregunta del porqué te traje... Sé que tu contenedor queda lejos de aquí y es muy probable que se haya inundado con la lluvia. Te quedarás  mientras se seca allá afuera. Tengo una habitación extra.

Respondió serio. Dazai no pudo evitar derramar lágrimas, andaba muy sentimental desde hace una semana. Se abalanzó hacia Chūya para abrazarlo y poder agradecerle por todo, a pesar de lo mal que se comportó con él meses atrás.

— O-Oye, no es para tanto. Pero enserio, dime, ¿quién te lastimó?

Chūya lo separó del abrazo, algo ruborizado por la acción anterior, y fue hacia la cocina a preparar un poco de café para los dos.

Padre Primerizo [SOUKOKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora