En los barrios bajos de Daria se hallaba lo más vil y menospreciado. Apartados de la privilegiada realidad de los burgueses, los habitantes de El Pozo se distinguían por ser, en su mayoría, ebrios, viudas, huérfanos, enfermos, ancianos, y trabajadores de lo que nadie más se prestaba a hacer. A pesar de ser conocida por acumular riqueza, Daria no se libraba de reflejar un poco de la realidad del resto del reino.
Las visitas del rey Rogue a El Pozo eran tanto confidenciales como frecuentes; sólo sus consejeros cercanos tenían conocimiento de las mismas. Sin embargo, cada vez que entraba a aquella deteriorada casa lo hacía sin compañía, no se permitía que nadie más ingresara a sus sesiones. Vistiendo ropa lo menos llamativa posible y la cara cubierta, ingresaba al lugar adornado con velas, plantas y todo tipo de recipientes de vidrio, donde le esperaba el conocido morno Adal.
Para el brujo, la visita del rey no era una sorpresa. Esa tarde le recibió con una inquietante sonrisa antes de invitarle a tomar asiento.
-Majestad- dijo de forma burlona. Su voz era tan tétrica como su blanco y arrugado rostro- Bienvenido, esperaba verle hoy-
El susodicho permaneció con la cabeza baja y la vista hacia el suelo. Su lenguaje corporal indicaba nerviosismo y respeto por quien tenía enfrente.
-Señor- comenzó a articular Rogue - Sé que ya lo he preguntado antes, pero esta vez no puedo quedarme de brazos cruzados-
-¿Es así?- le interrumpió- ¿Tiene miedo?- dijo mientras movía su cabeza en busca de hacer contacto visual con el rey.
-Hoy... uno de ellos atacó a mi ejército frente al pueblo-
-No tiene que contarme lo que pasó, lo pude ver perfectamente- levantó sus manos y señaló su cabeza- Aquí... aquí está todo-
-Entonces debe saber, señor, cuál es mi pregunta-
Adal volvió a sonreír.
-Ha sido fiel en su espera, Rogue- extendió su mano para tomar una daga que se encontraba en su mesa- Así que no le haré esperar más, ayudaré en su búsqueda-
El rey abrió los ojos en señal de sorpresa y levantó al fin su rostro para ver al morno.
-¿Puedo buscarlos, señor?-
-Es tiempo de que salgan a la luz... y se muevan de donde están- respondió al mismo tiempo que examinaba la daga con detenimiento.
-¿Quiénes son? ¿Qué familias los tienen?- preguntó eufórico.
-No tan rápido, Majestad. No obtendrá una lista de nombres por mi parte- dijo apuntándole con la daga- Si quiere encontrarlos, deberá cazarlos-
-¿Cazarlos?- respondió dudoso -¿Por dónde debo empezar? ¿Cómo sabré quiénes son?-
-Los elegidos no pueden pasar desapercibidos, no está en su naturaleza. Yo sabré quiénes son cuando estén frente a mí-
-¿Debo traerlos ante usted, señor?-
-Su sangre es todo lo que necesito- llevó la daga al cuello del rey- Cuando sangren, su naturaleza se descubrirá. Una gota basta para saberlo- dijo mientras hacía un pequeño corte para extraer su sangre.
-¿A quién debo traerle?- preguntó con la voz entrecortada, nervioso por el arma que hería su cuello.
-Han pasado dieciocho años...-dijo Adal, recordando imágenes del pasado- Empieza con los jóvenes-
-¿Dieciocho años?- preguntó un confundido- Señor, mi preocupación no son esos niños, yo...-
-Esa es mi instrucción- le interrumpió- Empezará por ellos, Majestad- se acercó desafiante y le miró a los ojos- Iré con usted al castillo, allí me llevará la sangre fresca-
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Dones de Guerra #PGP2022
FantasyEl reino místico de Ederen ha sido azotado con guerras, pobreza y traiciones entre sus gobernantes. El poder de cambio está en manos de los poseedores, personas con un don especial heredado: fuerza, sabiduría, profecía o curación. Pero, ¿estos dones...