Capítulo 6: Dones Reales.

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Los pasos de la anciana la acercaron al grupo recién llegado, el cual ya había volteado en su dirección al escuchar su voz. Sus ojos transmitían tranquilidad, al igual que su aura.

La luz de la luna permitía ver su austero atuendo, el cual consistía en una desgastada túnica beige atada con un cinturón de tela blanco. Varias piedras atadas en hilo colgaban de su cuello. A pesar de que su rostro reflejaba su avanzada edad, su altura y su porte la disimulaban muy bien.

-Están algo lejos de casa, ¿no es así? - dijo con una casi imperceptible sonrisa.

Los mencionados la examinaban un tanto curiosos y, a la vez, sorprendidos. Teo aún sostenía la espada en dirección a ella.

-¿Quién es usted?-preguntó amenazante.

-Puedes bajar eso, no será necesario- dirigió su vista hacia Lía, quien se encontraba en el suelo a causa del golpe en su pierna. -¿Están heridos?- preguntó en general.

-Un... poco- respondió dudosa.

-Señora... Lo que pasó antes... aquí- Bruno señaló el lugar donde casi se despedía de su existencia- ¿Fue usted?-

La anciana guardó silencio por un momento.

-Comprendo su desconfianza.- dijo al fin- Al parecer... era mi deber mantenerlos unidos- respondió, dejando más dudas que respuestas.

-¿Por qué nos ayudó?- Lía se unió al interrogatorio.

-Veo que tienen muchas preguntas...- respondió- Pueden acompañarme, yo también tengo algunas- sin decir más, se dio la vuelta y comenzó a caminar en dirección incierta. - O pueden quedarse aquí a pasar el resto de la noche- dijo a lo lejos.

Bruno fue el primero en obedecer y dar un par de pasos al frente.

-Espera, ¿qué haces?- le recriminó Teo.

-Vamos, si quisiera matarnos lo habría hecho antes-

-Nunca pensé que diría esto, pero Bruno tiene razón- el pelirrojo no sabía si agradecer el comentario de Lía- No sabemos dónde estamos, ella puede ayudarnos. Tengo un buen presentimiento-

Teo los observó por un momento y dio un suspiro en señal de resignación.

-Bien, si es lo que quieren- dijo mientras amenazaba a Lugan con su espada para que se pusiera de pie.- Camina-

-Oye, eso no es necesario- le recriminó.- No intentaré nada, ¿a dónde se supone que escape?-

El grupo se puso en marcha detrás de la anciana. Bruno caminaba despreocupado halando el caballo que llevaba a Lía, contrario a Teo, quien se mantenía alerta vigilando tanto a la misteriosa mujer como a su compañero Lugan.

Durante el trayecto, poco a poco, la euforia por haber escapado con vida se iba disipando. En su lugar, el sentimiento de tristeza por abandonar su hogar empezó a invadirlos, especialmente a Lía.

Su mirada se dirigía al suelo, pensando en qué sería de sus padres por haber evitado que fuese llevada a la presencia del rey. Para empeorar las cosas, cargaba con el peso de arruinar el futuro de sus amigos y condenarlos a muerte por intentar ayudarla. No podía evitar sentirse egoísta. De no ser por esa misteriosa mujer que los guiaba, su mejor amigo de toda la vida habría caído al vacío.

-¿Podemos preguntar cuál es su nombre?- interrumpió el silencio la rubia.

-¡Ah!, no lo he dicho. Lo siento, tratar con personas no es mi fuerte- respondió sonriente- Irene, me llamo Irene, ¿y ustedes?-

Dones de Guerra  #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora