VI. Entre bufandas y cursilerías

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N/A: Me parece correcto aclarar que, en este, y como en todos mis fics, no se ha muerto nadie. También que los sucesos ocurren cuando ellos van a la preparatoria, o sea tienen 16-17 años por ahí. Bueno, en fin, los dejo leer.

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Resumen: Baji quiere regalarle algo a Chifuyu porque sí, pero no sabe cómo hacerlo sin explotar o morir en el intento

# de palabras: 5395

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Entre bufandas y cursilerías

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Baji nunca se ha considerado alguien romántico, ni de accionares tiernos o considerados. Se lo han resaltado, señalado, incluso recriminado por eso. Aunque sus amigos han comentado que si hace algo detallista es solo si no se daba cuenta. Ser amable, ser compasivo y alegre era algo natural para él. Aunque también era natural que al quitarle la vista de encima lo encontraran quemando un auto o golpeando a alguien al segundo siguiente.

Emma y Mitsuya concordaron una vez que no tenía punto medio, para nada.

Y es que de todas maneras nunca se ha molestado en ser detallista con nadie adrede. Comprarle chucherías a Mikey y a Emma, o comprar una camiseta fea para Kazutora, o conseguir flores para su madre eran cosas que hacía sin pensar porque consideraba eran algo normal. Ser cariñoso era algo que se le daba, pero no se esforzaba por demostrarlo en lo más mínimo. Más que nada, porque tratar de sobre pensar las cosas por alguien más le parecía una molestia. Era peor si debía pensar en ser romántico.

Porque claro, no había con quién.

No había quién hasta que Chifuyu apareció en su vida sin permiso y la arruinó por completo (aunque no en un mal sentido).

Tiempo más tarde de conocerlo, cuando ambos eran estudiantes de preparatoria medianamente funcionales, y cuando decidió que bueno, Chifuyu le gustaba y quería llegar a algo con él (la conversación de realización que tuvo con Kazutora frente a Emma fue de lo más deplorable, también), empezó a tratar de ser romántico, fallando de una forma monumental, obviamente. Era un espectáculo digno de ver, cometiendo atrocidad tras otra, volviéndose el entretenimiento principal de Mikey y Kazutora casi a diario.

Pero de alguna forma, a pesar de toda la debacle de romanticismo fallido, Chifuyu le dijo, finalmente, que también le gustaba. Que se sentía así casi desde que se conocieron (cabe decir que Baji casi tuvo un infarto y Kazutora y Draken temieron por la cordura del menor) así que bueno, Baji pudo detenerse de hacer el ridículo.

El problema era que no quería parar.

La manera en cómo Baji quería regalarle flores, chocolates, juguetes de gatos, todos los mangas que salían al mes, suéteres gigantes, pulseras a juego y hasta anillos no era normal. Quería ser detallista con él, aunque se le diera fatal.

Es por eso que ahora, después de seis meses de salir con Chifuyu, y a 109 días de su cumpleaños (sí, los estaba contando), está parado frente a la puerta del departamento de Mitsuya. Sabe que está en casa, y que no va a hablar con nadie más de sus (molestos) amigos por el resto del día. No habrá interrupciones contra lo que planea pedirle. Levanta la mano y toca el timbre, y piensa que sea lo que tenga que ser.

No tardan mucho en abrir, aunque escucha un ligero revuelo al otro lado de la puerta antes de que esta se abra, y al principio no visualiza a nadie, tiene que bajar la mirada para hacerlo. Es recibido por dos inmensos ojos violeta.

BajiFuyu One-Shots [Tokyo Revengers]Where stories live. Discover now