CAPITULO 5

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Todo el ajetreo del banquete de cumpleaños quedo neutralizado, pero ahora venía uno nuevo por culpa de la celebración del Tratado Anual de Paz entre los 3 reinos. Los sirvientes del palacio real caminaban de aquí para allá, alistando los palacios anexos para el hospedaje de los reales invitados, pero eso no distraía a la pequeña princesa de sus actividades habituales.

-Su alteza, viene temprano el día de hoy –dijo el maestro, sir Laydend, a la princesa quien ya estaba sentándose en el sofá de la habitación.

-Buenos días sir Laydend, llegue temprano porque no pude desayunar con su majestad, ya sabes cómo lo pone la reunión, peor aún si se celebra aquí –dijo la princesa alisando su vestido.

-Es cierto la última vez que hubo una reunión de la paz en el reino usted tenía 5 años, su alteza ¿aún lo recuerda? –pregunto sir Laydend quien buscaba su libro de texto de los tanto que tenía en la habitación.

-Ummmmm ahora que lo mencionas sir Laydend, no recuerdo sobre ese evento, era pequeña...

-Su alteza aún sigue siendo pequeña –sir Laydend le dio una cortes sonrisa –bueno, ya que estamos hablando de la Tratado Anual de la Paz, recuerda cuales eran las condiciones que se firmaron en la acta.

-Solo fueron 3, primero ayuda mutua entre los reinos, segundo no invadir el territorio del otro y tercero no tener alianzas matrimoniales con los reinos vecinos... esa última aun no la entiendo ¿Por qué acordaron tal clausula? –Amira se miraba confusa por lo que aún no comprendía.

-Imagina que una princesa de Kalinfoirn y un príncipe de Wilfrund se llegaran a casar y que tuvieran un heredero, ese heredero tendría sangre real de los dos reinos, por lo que podría reclamar el trono de los dos reinos y eso que ocasionaría, princesa...

-El fin de la paz... los dos reinos se pelearían entre sí para poder tomar las tierras del otro... ahora lo comprendo... nuestros ancestros pensaron en todo ¿no es así sir Laydend?

-Así es, princesa...

-Entonces sir Laydend, que pasaría si existiese un heredero con dos linajes reales... ¿Qué podría pasar?

-Bueno... princesa, para comenzar no existe tal heredero, porque los reinos respetaron el acta de la paz por generaciones y no se ha visto al cosa... pero si existiese un heredero de dos linajes reales... lo más seguro es que lo matarían... o...

-O ¿Qué sir Laydend? –insistió Amira.

-O querrías tenerlo de aliado...

La princesa se quedó callada, sabía lo que eso significaba, si era aliada de un heredero de dos linajes reales, persona que quizás no existe, podrías unificar los tres reinos... y convertirte en el dueño y señor del continente entero... era un asunto peligroso y codicioso a la vez, por eso la cláusula, por eso el acuerdo y eso trajo paz a los reinos por generaciones...

-Bueno, su alteza creo que hasta aquí llega la lección de hoy...

La princesa asintió y salió silenciosamente de la habitación.

En un lugar alejado del palacio real de Wenstinford, exactamente por los suburbios, lugar que solo los vagabundos, asesinos y personas de dudosa procedencia concurrían, donde podrían conseguir cualquier objeto raro y mágico. Los magos normalmente son personas solitarias, que actúan bajo su propias reglas, no había nadie ni nada que los controlase, pero eran personas que eran mal vistas en todo el continente, es por eso que se escondían de la sociedad y vivían su feliz y solitaria vida en montañas muy empinadas o en lugares muy alejadas y escondidas en toda la tierra, pero eso no quita que vendan sus artículos exóticos a los mercaderes codiciosos que venden los objetos en los suburbios mas clandestinos y bajos de los reinos.

La corona es míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora