mesera

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Notas: ¿Actualización sorpresa? Ya resolví mi problema, así que espero no tardarme. Fue bueno haber guardado otros borradores en el mismo wattpad.

Se sentía incómoda, realmente incómoda y no se trataba del vestido que estaba utilizando el cual estaba descubierto desde los hombros, la ropa era simple, pero al final del día siempre se aseguraba de volver a colocarse una chalina que cubriera su...

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Se sentía incómoda, realmente incómoda y no se trataba del vestido que estaba utilizando el cual estaba descubierto desde los hombros, la ropa era simple, pero al final del día siempre se aseguraba de volver a colocarse una chalina que cubriera sus hombros y su escote. Lo que la hacía sentir incómoda era la sensación como si tuviera alguien siguiéndola mientras caminaba. Se sentía observada desde hacía rato, aunque al mirar alrededor no conseguía identificar la fuente.

Estaba oscuro. Quizás no debió quitarse los anteojos, lo había hecho por vanidad, no le gustaba como se veía con ellos y hace tiempo dejó de usarlos. No era tan necesario, pero no podía apreciar la apariencia de los demás a menos que se acercaran a ella.

Acababa de salir del trabajo de mesera, el cual comenzó hacía poco. Hablar bonito a los clientes y jugar con sus ilusiones, lo normal para ese trabajo. Solía acabar su turno cuando el bar cerraba, fue el único horario disponible que tuvo para cubrir, esperaba a última hora para irse viendo cómo sacaban los clientes y aunque algunos siempre eran problemáticos, hasta el momento no había tenido incidentes mayores con ninguno. Mucho menos a la salida, no vio a nadie siguiéndola luego de los típicos comentarios sucios que dieron a los cuales ella sonrió mientras pasaba. A veces se preguntaba en qué se había metido, pero trabajo era trabajo y la propina era buena para ella.

Tenía la desgracia de vivir en una de las calles bajas de la zona, estaba allí desde que nació y sus padres vivían. Siempre había sido algo peligroso, sobre todo si no eras de ahí. Sin embargo, ella no quería mudarse aún, no le cobraban demasiado en su actual vivienda, así que planeaba quedarse ahí hasta que pudiera reunir el dinero suficiente para comprar su propia casa.

—Oye, mira acá. Eh, hermosa. ¿Me puedes mostrar tus pechos? —una voz rasposa y divertida la llamó desde atrás.

Así que al fin se muestra —pensó. Estaba vez estaba en su territorio, así que no tenía por qué ser complaciente y amable, ignoró como si nada.

Sin embargo, la persona continuó llamándola y la voz se hizo cada vez más fuerte. No parecía la de alguien que hubiera bebido y al oír risas se dio cuenta de que no estaba solo.

Finalmente echó un pequeño vistazo y notó dos personas se habían unido, caminando en su dirección.

En este lugar raras veces ponían farolas, los ladrones y vándalos solían romperlas, y en noches como esta a menos que se resguardara uno en casa cada quién estaba por su cuenta. La única farola encendida que quedaba por fortuna daba la suficiente iluminación para evitar que confundiera el camino, corrió hacia la misma como si la luz fuera capaz de protegerla, pero en cuanto lo hizo a sus espaldas oyó pisadas hacer lo mismo. Claramente era el objetivo.

El miedo la invadió, pisó falso en el camino irregular y acabó cayendo sobre sus rodillas. Con dolor, se levantó lo más rápido que pudo.

Muy tarde, alguien la sostuvo del brazo.

—¡¡Suéltame!! —ordenó en un grito despreciativo.

—Oigan —apareció una cuarta voz. De soslayo ella pudo ver cómo los tres hombres a sus espaldas viraban, sin apartarse aún.

—¿Está todo bien?

—¿Qué eres? ¿La policía militar? —se burló uno. La oscuridad no dejaba ver exactamente el escudo en su ropa desde esa distancia.

Mas cuando se acercó, pudieron ver que la persona que apareció tenía un uniforme de soldado.

El soldado se acercó hasta que estuvo más cercano a la luz de la farola.

El chico los miró a todos claramente ofendido por la suposición. Sin más sus acosadores callaron y ella se preguntó por qué se alejaron tan rápido. ¿Acaso el mismo Levi había venido o qué? Tuvo su respuesta al segundo siguiente mientras los hombres se fueron enfadados y mascullando por lo bajo. Pudo ver ahora al soldado que dio unos pasos más hacia ella. No se trataba del soldado más fuerte de la humanidad, pero la había salvado de esta con su presencia.

Él la inspeccionó de arriba abajo, como si quisiera comprobar su estado.

—Gracias por eso, soldado —comentó ella tratando de sonreír, entrecerró los ojos para ver mejor su bolsillo. Si sus ojos no fallaban, era del cuerpo de exploración.

Ahora todo tenía sentido. Últimamente nadie quería meterse con soldados que fueran de allí.

—No es nada —éste respondió—. ¿Te ocurre seguido?

—No es común pero no es la primera vez que pasa, pero es fácil defenderme cuando solo es solo un anciano ebrio, ¿sabes? —dijo bufando—. ¿No eres uno de nuestros clientes de fines de semana? —preguntó curiosa, reconocía ese cabello pelirrojo aunque no tuviera gafas.

—Sí.

—¿Vives por aquí? —pregunta trampa. Sabía que no, pero ella estaba curiosa de qué estaría haciendo.

—No. Solo pasaba a visitar a alguien.

—¿Amigos?

—Sí —dijo sonriendo finalmente y cambió de tema—. ¿Te acompaño a tu casa?

Ella parpadeó, le había tomado desprevenida.

—El camino ya no es peligroso, no hay tanta distancia... Pero si quieres, no te detendré.

—Eso es bueno, porque sí quiero. Por cierto, me llamo Floch.

No había mentido con que el camino no era largo, caminaron lentamente para hablar un poco más. Pasaron unas cuatro casas y ella tocó a la puerta de una que ocupaba más espacio que las anteriores, esperando que su casera le abriera, al darse cuenta de que había olvidado las llaves probablemente en la cocina del bar. Floch la había esperado todo el rato hasta que ingresó dentro a la seguridad de su hogar.

Esperaba poder verlo pronto. Recién era martes, así que tomaría un tiempo pero estaba ansiosa por que llegara el fin de semana.

FLOCH's HAREMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora