💜Capítulo 25💜

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Pov. Normal

- Ten una rosa mamá -. Dijo un pequeño chileno a su madre mientras le entregaba una hermosa flor.

La mujer sonrió con dulzura mientras tomaba la rosa entre sus manos.

- Gracias mi cielo -. Chile le regaló una hermosa sonrisa, para segundos después correr nuevamente por el parque y buscar más flores en el suelo.

Y en lo que él pequeño infante de apenas 8 años hacia eso, la mujer quitaba su hermosa sonrisa de su joven rostro.

Se sentía tan sola.

Ya habían pasado muchos años, pero aún le seguía pesando el hecho de que el padre de Chile los haya abandonado.

«Maldito weon ctm». Pensó con rencor la mujer.

Sin duda aquel hombre solo quería algo de ella, y cuando lo consiguió se fue como un maldito perro.

Y aunque en un principio se apoyo en su familia, las cosas se volvieron más feas cuando decidió mudarse a un hogar que comenzó a rentar.

Era una casa algo grande de espacio, donde logro criar a su hijo gracias a su esfuerzo y dedicación en el lugar donde actualmente trabajaba.

Realmente le sorprendía hasta donde había llegado.

De limpiar las casas de gente rica (oh cuica como ella solía decirles), un día trabajo en la casa de una mujer que la ayudo mucho y la presento con un señor que le ofreció un gran trabajo con el que pudo mantener a su pequeño hijo.

Enserio que le agradecería eternamente a esa gran mujer.

Miró al cielo mientras sentía como pequeñas y sutiles lágrimas salían de sus ojos.

Y a diferencias de muchos años, estás eran de felicidad.

¿Y cómo no serlo? Si justo hace una hora le acababan de dar la noticia de que por fin la casa que tantos años rento era suya.

Al parecer en los días siguientes le entregarían los papeles de está.

¡No podía ser más feliz!

Ahora sí tendría un lugar asegurado donde su pequeña bendición podría crecer lejos de la tristeza y desgracia.

Miró a su hijo junto a una gran sonrisa, sin duda todo los sacrificios valdrían la pena si son para su bien.

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Mapuche miraba orgullosa como su hijo intentaba preparar el pan para venderlo más tarde.

Sonrió al ver al pequeño niño de diez años un poco sucio de la ropa a causa de la harina.

- Mi wawa, si quieres cuando acabes de hacer ese pan, puedes ya ir a jugar -. Chile asintió feliz.

Mapuche río para sus adentros al ver la repisa a su lado.

En esta cada mañana ella deja un chocolate para poder ponérselo al pan, sin embargo antes de que esto suceda, el chocolate siempre desaparecía.

Era obvio quien lo tomaba, y a pesar de eso Mapuche jamás a dejado de poner el chocolate en el mismo lugar.

Aparte que le divertían las inocentes excusas que le decía su hijo cuando le preguntaba por él.

- ¡Ya acabe! -. Anuncio Chile mientras le enseñaba con orgullo su pan.

Mapuche le sonrió.

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