💜 Epílogo 💜

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Pov. México

Los recuerdos siempre fueron mi peor enemigo.

Cuando más feliz era, había más probabilidad de que ellos me atacarán.

Siempre he dicho que los recuerdos eran otro tipo de cicatriz.

Me preguntó, ¿Cuántas tendré?

¿Todas ya estarán sanadas?

Me aterra que alguna siga abierta.

Aún recuerdo con pesadez las miles de noches en las que miraba el cielo tras mi ventana añorando que en la estrella más grande mi madre me viera.

Sin duda el insomnio me estaba cobrando todas aquellas cosas que nunca le dije.

Y cuando murió la señora Mapuche fue igual...

No había noche que no atesoraba poder verla entre sueños y que me dijera que hacía bien en estar con Chile.

Oh incluso solo me confirmara que él era feliz a mi lado.

Suspire.

Mire detenidamente el cielo.

¿Cómo podría apreciar la lluvia sin si quiera estar lloviendo?

Es como si el cielo se hubiera puesto de acuerdo con el destino para que ese día el sol cobijara todo a su alrededor.

Y hoy a mis 26 años puedo decir una cosa...

El destino es cabrón.

Me ah tocado ver cómo a personas con grandes sueños la vida los hace dormir antes.

Y personas que aún siguen adormilados la vida los mantiene en un constante insomnio.

Para mi fortuna (y desgracia), trabajaba en aquella labor de mantener a las personas aferradas al insomnio, impidiendo que cayeran en un profundo sueño y se quedarán mejor a cumplirlo.

A batallar.

Llorar.

Gritar.

Amar.

Y al final, poder apreciar todo aquello que le hicieron llamar vida.

Actualmente me dedicaba a cuidar de los sueños de un pequeño niño que sufría cáncer de pulmón.

Porque si. Al final me decidí por la rama de oncología.

En mi trabajo eh visto de todo.

Me ah tocado apreciar más de una vez como la vida se le es arrebatada a las personas.

Así como también la esperanza es la cura de personas dispuestas a quedarse en la vida.

Y esperaba que aquel niño al que cuido estuviera dentro del segundo grupo.

Hace unos días había ido a cantarle algunas canciones mientras le hacía un chequeo médico.

Esperaba provocar la misma ilusión que provoque en mi madre hace primaveras pasadas.

Que por cierto hablando de música, ya por fin había podido conseguir una esperanza a uno de mis grandes sueños.

Hace meses había podido contactar a un estudio de grabación y por fin hace dos semanas me llamaron para decirme que estaban interesados en mi música.

Y aunque hace años mi padre ya me había ofrecido ayudarme con aquello, me negué rotundamente, pues si quería lograr mis sueños, sería por mi propio esfuerzo.

Aún así agradecía profundamente su apoyo.

Volviendo al tema principal; así como algunos recuerdos eran mis mayores enemigos, también admito que habían grandes aliados.

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