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Un joven príncipe de cabellos castaños y ojos de color miel caminaba algo cansado por los pasillos de su gran palacio.
No era de estrañar su cansancio, se había levantado con la primera luz del alba y había estado viendo diferentes lecciones a lo largo del día, con apenas unos cinco o diez minutos entre ellas para descansar. Iba de camino cenar con sus padres aunque solo quería dormir.

—¡Con permiso!

El gritó de una chica le hizo mirar hacia atrás justo para ver cómo una castaña corría en su dirección casi chocando con él.

—¡Lo siento!— se disculpó apresuradamente y siguió su camino. Al príncipe le dio curiosidad saber el porqué la chica tenía tanta prisa así que la siguió, olvidando por completo su cansancio.

—¡Pinky espera!— pero ella no redujo la velocidad, de hecho la aumento ligeramente.

—su majestad que bueno que lo veo— el llamado de un sirviente le hizo frenar en seco —los reyes lo están esperando.

El príncipe iba a protestar pero se mordió la lengua a tiempo, era su deber ir a cenar con sus padres, así que solo asintió y siguió al sirviente hacia el salón en el que comían donde dos hombres le esperaban, un albino con un mechón de cabello rojo igual que uno de sus ojos y otro de cabellos azules y ojos grises.

bonne nuit, désolé je suis en retard—"buenas noches, lamento llegar tarde" se excuso el chico cuando se sentó frente a ambos reyes.

—me alegra que ya manejes bien el francés hijo, pero no es nesesario que lo utilices ahora— le dijo el peli-azul —Practica. Cuándo sea necesario, utilizalo.

El príncipe asintió, en verdad no le interesaba mucho hablar ese idioma o alguno de los siete que había aprendido, pero su padre le había dicho que existían reinos fuera de los cuatro que vivían en ese terreno y que si alguna vez necesita de ellos era mejor aprender su lengua.

Los tres comentaron algunas cosas de su día mientras cenaban, como era de costumbre.

—Tu mentor de baile dice que debes corregir algunas fallas Andrés— dijo el mayor de la sala —por otro lado, Víctor le comento Derek que haz mejorado en tu técnica de ataque con espada, me alegra oírlo pero porfavor esfuérzate un poco más con el baile— pidio dulcemente.
Aún con su petición, que no fue una orden como tal, Andrés apretó los dientes y se resistió para no soltar una respuesta mordaz ¿Es que no veía que se esforzaba? Hacia lo posible para entender a la perfección cada una de sus lecciones, que eran muchas, y aún así su padre le pedía más.

—si, papá— respondió entre dientes

El resto de la cena fue en un silencio algo incómodo para los tres, por eso cuando Andrés acabo salió rápidamente del salón despidiéndose de sus padres.

Se dirigía a su habitación hasta que recordó a aquella castaña y la prisa que tenía, la curiosidad se apoderó de él y decidió ir al cuarto de su amiga -que quedaba un poco más alejado- a ver si estaba bien.

—¿Pinky? ¿Puedo pasar?— pregunto tocando la puerta del cuarto de la chica.

No hubo respuesta, el castaño supuso que estaba dudando si dejarlo entrar o no.

—Adelante, pasa— se escuchó por fin.
El oji-miel entro y le sorprendió ver a su amiga acomodándose un saco (buso, sudadera) blanco con su típica P rosa.

—¿a dónde vas?— pregunto viendo como empacaba en un pequeño bolso/maletín guantes, una capa rosa y otras cosas.

—saldre— respondió sin mucha importancia.

yo soy... ¡¿UN PRÍNCIPE?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora