Una noche de copas reducida a esto.
La verdad es que no sé en qué mierda estaba pensando cuando le dije que podía quedarse. Vale, somos amigos, no es la primera vez que dormimos juntos ni mucho menos, no le vi nada de malo a la propuesta, habíamos salido, compartido con otras amistades, una que otra copa de por medio y pues cuando me dice de quedarse, acepto, ya era tarde y mi casa queda más cerca, así no tenía que preocuparse por el transporte. Pero entonces por qué se me hace raro e incluso un poco incómodo tenerlo durmiendo a mi lado, los dos solos, en mi cuarto.
Siento una tensión extraña en el ambiente o quizás solo sean imaginaciones mías. Debería dejar de darle vueltas al asunto y acabar de quedarme dormida, pero es que su mano haciéndome caricias por mis costillas me hace difícil centrarme, eso o el bulto que siento rozando mi trasero que por más que sea evidente intento convencerme de que no es lo que estoy pensando.¡Qué Diablos!
La curiosidad me puede así que me volteo, quedando frente a él, y utilizo la almohada que llevo todo el rato abrazando como escudo. Las caricias no cesan pero él se mantiene quieto, inmutable, su respiración pausada, mientras yo estoy hecha todo un lío.
Qué tonta soy - me reprocho a mí misma - pensar que... un momento.
Parpadeo varias veces para adaptar mejor mis ojos a la oscuridad y aclarar mis sospechas, y en efecto, su aliento rozando mi rostro me confirma su cercanía.
¡Mierda!
Ahora sí que tengo el pulso a mil, no lo puedo evitar, me entran los nervios. No tengo ni idea de lo que pretende pero no me muevo, qué rayos, me he quedado de piedra y mi silencio parece que lo alienta porque siento el suave roce de sus labios contra los míos, tentando, probando... hasta que no lo puedo evitar y...
_ ¿Qué estás haciendo? - mi voz sale en apenas un susurro o un jadeo ya ni sé.
_ Nada - me responde y siento su mano deslizarse sutilmente por debajo de mi camiseta hasta llegar a la curva de mis senos, sacándome un gemido con apenas el roce de sus dedos con mis pezones, poniéndolos erectos. A dónde fue a parar la almohada, no tengo ni idea.
_ Me gusta que no hagas nada - me las arreglo para decir, para qué engañarme, por muy desprevenida que me haya tomado no tengo nada de lo que quejarme.
_ Menos mal, porque pretendía seguir sin hacer nada.
Ya en este punto mis neuronas han dejado de funcionar, solo soy consciente del roce de sus dedos por mi piel mientras descienden lenta y torturosamente por mi abdomen hasta llegar al elástico de mi ropa interior... y claro, por supuesto que eso no lo detiene, sigue su camino hasta llegar a mi intimidad y acalla mi gemido con su boca... un beso demandante, exigente, nuestras lenguas danzando en un baile erótico que se intensifica cuando siento dos de sus dedos moverse con destreza entre mis pliegues hasta entrar en mi interior.
¡Joder! No estoy muy segura de si lo que estamos haciendo está bien, pero no pretendo detenerlo ahora, no cuando se siente así de bien.
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"RELATOS ERÓTICOS"
Любовные романыHistorias cortas e independientes con contenido erótico para todos los gustos