La noche resultó un fiasco.
Termino entrando en un bar al azar, en el que por lo menos no desentono con este vestido de noche entallado y bastante escotado. Soy consciente de todas las miradas indiscretas en mi dirección aunque no les presto atención, solo procuro soltar todas mis armas de seducción mientras me dirijo hacia la barra.Una vez tomo asiento, el mesero se presenta con una bebida preparada, un screwdriver, justo mi preferida. Es entonces cuando decido levantar la mirada y... joder.
Unos penetrantes ojos azules enmarcados en unas largas pestañas y labios de infarto me observan desde el otro lado de la barra. No suelo aceptar tragos de extraños, pero definitivamente ese es un extraño que quisiera conocer.
Enarco una ceja en su dirección y me devuelve una media sonrisa engreída que deja a la vista su hoyuelo izquierdo. Ese gesto despierta mi parte desafiante, si piensa que voy a caer tan fácil solo porque haya acertado con la bebida está muy equivocado.
Le devuelvo la sonrisa con la misma picardía y el desafío en la mirada. Sin perder contacto visual aparto el vaso a un lado mientras llamo otra vez al mesero y pido algo un poco más fuerte, porque con este espécimen delante creo que lo voy a necesitar.
Pasan los minutos y seguimos ahí, uno frente al otro con la barra rectangular, situada en el centro del bar, entre nosotros. Su mirada es tan intensa que la siento como una caricia sobre la piel, lo cual pone mi cuerpo en tensión, expectante.
La situación se vuelve insoportable. Las personas a mi alrededor parecen distantes, los sonidos un eco de fondo. El alcohol lejos de distraerme me hace ser aún más consciente, si cabe, de su presencia, la cual me intimida. Todo él emana poder y seguridad, sexo duro y salvaje sin dudas.
La tensión se puede cortar con un hilo. No sé cuánto tiempo pueda soportar esta tortura.Necesito tomar un poco de aire.
Antes de levantarme llamo al mesero nuevamente, todo ante ciertos orbes zafiros fijos en mí, y me acerco a decirle al oído:
_ Ponga todo a la cuenta del señor.
Y sin más, me dirijo al baño. Me echo un poco de agua en el cuello para refrescar, el calor se hace insoportable y más aún cerca de él. Suspiro notablemente, aunque mi momento de alivio dura poco pues alguien abre detrás de mí.
Nuestras miradas se encuentran en el espejo. Entra, cerrando la puerta tras de sí y siento el ligero click del seguro, lo que me hace tragar en seco y me volteo. No se mueve, se queda parado junto a la entrada sin mediar palabra, solo mirándome. El espacio, de por sí pequeño, se vuelve asfixiante.
Yo por mi parte no sé dónde fijar la vista, cualquier lugar parece bien menos su rostro, ese traje a la medida le queda de infarto, pegándose a su cuerpo en los lugares indicados. No sé qué hacer con mis manos, están mojadas y como soy incapaz de generar una idea coherente, no digamos ya mandar a mis músculos a moverse, solo comienzo a secarlas en la ropa, ya me lamentaré luego por estropear el vestido.
Noto el momento en que ese movimiento llama su atención porque desvía su mirada a mi mano, la que muevo, me doy cuenta, por mi muslo, muy cerca de mi zona íntima. Tomo una respiración profunda, pero soy incapaz de detenerme. Sus ojos se ensombrecen, siento que mis piernas tiemblan y me pregunto cómo reaccionaría si moviera esa mano un poco más abajo, justo entre mis piernas...
En vez de eso comienzo a subirla, poco a poco, rozando mis curvas lentamente hasta llegar a mi cuello y veo cómo sigue ese camino con los ojos. Tengo que sujetarme al lavamanos porque no creo que mis piernas resistan, apenas logro mantenerme de pie todavía.
Humecto mis labios y veo cuan interesante le resulta ese pequeño gesto. Desvía los ojos un poco más abajo, hacia mis pechos me doy cuenta. Supongo que mi exitación es evidente por los picos que sobresalen de la tela.
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"RELATOS ERÓTICOS"
RomanceHistorias cortas e independientes con contenido erótico para todos los gustos