❁ 𝐄𝐬𝐩𝐞𝐣𝐨𝐬 ❁

182 22 12
                                    

Desde antaño; a decir verdad, muchísimo tiempo atrás, la sociedad ha creado parámetros que deben seguirse para considerarse aceptable o al menos, medianamente correcto ante sus estándares.

Siempre se han catalogado a las personas, siempre y sin excepciones. De mayor a menor importancia, de alto o bajo valor, de bueno o malo. Nadie nunca juzgó — con éxito absoluto — el porqué se escogieron esos estereotipos, no porque no pudieran, sino porque no era permitido... no hasta ahora.

Es detestable que se califique o se le dé valor a una persona por su aspecto físico, por su estado económico o incluso por sus gustos. Es más que desagradable el hecho de que la sociedad aceptara parámetros tan denigrantes y poco realistas, o lo que es peor, que los hayan creado sabiendo que muchas personas quedarían excluidas y en su defecto, afectadas.

Se hizo y se pudo evitar, no obstante, no pasó, no se evitó y todo eso que ahora seguimos — desde hace más años de los que puedo contar —, se estableció y por desgracia, es un hecho. Ya no hay vuelta atrás. Gracias a ello, las personas hoy día buscan adaptarse por miedo a ser rechazadas y sí, se lucha en contra de eso, empero, es bastante complejo salir del estereotipo.

Lo intentas, intentas vivir de acuerdo a tus parámetros, sin embargo, ya sea por una u otra razón terminas dejando de lado tus convicciones y vuelves a ese pequeño y estrecho molde.

Ese molde impuesto por otros que te oprime y te hace sentir menos.

No soy la única y de eso estoy segura. Estoy harta de vivir así, de sentirme así y no hacer nada al respecto. Me decepciona ver lo que hago para encajar. Detesto que gracias a ello no puedo aceptarme y aún peor, detesto no hacer nada para cambiarlo. Estoy tan harta de mirarme al espejo y bajar la mirada porque no me gusta lo que veo.

Me da asco que desde antes de tener conciencia sobre ti mismo ya te están imponiendo cómo debes ser, qué debes vestir, cómo debes actuar. Es un patrón que no tiene errores, que se pasa de generación en generación y que poco a poco va destruyendo el amor propio que una persona puede llegar tener sobre sí misma.

Es una especie de rutina, miras lo que eres y estás inconforme, decides qué ropa vas a ponerte y luego cuando lo haces, cuando por fin crees estar bien, llega esa voz que te hace comenzar a buscar defectos. Te observas otra vez y ahora todo es un caos. Ocultas lo que eres detrás de ropa ancha o maquillaje, detrás de hostilidad y mal humor. Dejas tu verdadero yo tan escondido dentro de ti para así poder protegerlo de esos estereotipos que el resto impone sobre ti.

Odio no poder amar cada parte de mí. Odio siempre estar criticando mi cuerpo, mi rostro, mi cabello, mis ojos... siento tanto no poder mirarme y amarme tanto como deseo. Odio ver como lágrimas llenas de incomodidad y desprecio bajan por mi rostro al ver que no soy lo que estipula la sociedad.

Odio querer obligarme a cambiar porque a los demás no les gusta como soy...

Sonríes, pero todo es falso. Ropa falsa, vida falsa, sueños falsos y un amor propio falso o bueno, casi.

Amor y odio. Te amas y te odias. Te juzgas duramente por cada cosa que consideras incorrecta gracias a esos estúpidos estándares. No obstante, en el fondo, en ese sitio donde tu verdadero yo está seguro y libre de toda crítica, te amas. Te amas y eres libre de ser quien eres.

Es en ese recóndito lugar en donde te permites ser tú en todo tu esplendor. En ese sitio no hay ataduras o moldes, críticas o parámetros. Solo eres tú, siendo tan libre como siempre debiste ser.

Pero lo haces a escondidas porque sabes que el mundo y su jodida estupidez no tolerará a alguien que se acepta, que es feliz y que es todo lo que siempre quiso ser. Te escondes en ti mismo y muestras solo una cara de la moneda, solo uno de los espejos... solo esa parte que el mundo y su gente pretende aceptar.

Enseñas solo uno de los espejos, el que más se adapta a lo que ellos quieren.

¿Y, sabes qué, sociedad del carajo? Es hora de un maldito cambio.

~By Flor Suárez.

Pensamientos de una adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora