Epílogo

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El llanto es algo que se suele oír cuando se es padre de seis niños recién nacidos, pero costó tiempo acostumbrarse a oírlo por la noche: Se les mojaban el pañal, tenían hambre o se asustaban de algo y querían consuelo de sus padres; Eran seres nuevos en el mundo y éste era un lugar grande y aterrador.

Collin gimió al oír el llanto de uno de sus bebés desde el monitor de bebés y se movió en la cama hacia Loona, que refunfuñaba entre sueños. ― ¿Uno o más?

―Sólo uno: Fenris.―susurró Loona, agitando las orejas. ―. Te toca esta vez. 

―Voy.―suspiró Collin deslizándose lentamente fuera de las mantas y flotaba hacia la puerta del dormitorio. Por suerte, habían tenido la previsión de tener la habitación de los bebés justo enfrente de la suya.

Al abrir la puerta, vio la guardería de sus seis pequeños, cuya decoración era una mezcla de sus respectivos reinos: Nubes flotantes que cantaban apacibles canciones de cuna mientras globos oculares flotantes los vigilaban constantemente para asegurarse de que no había ningún peligro alrededor. Los juguetes, regalados por amigos y familiares, estaban repartidos por la habitación, por lo que Collin se alegró de poder volar para no lastimarse los pies.

Había seis cunas, mitad color azul con una cruz encima y la otra mitad de color rojo con pentagramas en el fondo, pero una cosa en la que tanto Loona como Collin estuvieron de acuerdo fue en colocar una estatua de la Virgen María en medio de todo: Era un sacrilegio para un demonio, pero Loona quería que la Madre de Dios velara por sus hijos independientemente de lo que pensaran los demás, pues cuando se trataba de sus hijos, Loona haría cualquier cosa para verlos a salvo.

Collin sonrió y levantó al pequeño Fenris de su cuna. Gracias a un hábil trabajo de hechizos y runas del príncipe Stolas, los otros niños dormían tranquilos y sin escuchar los llantos de los demás por la noche para evitar que lloraran al unísono. Había monitores para bebés para cada uno de ellos, permitiéndoles a ambos padres escuchar quien era el que lloraba.

...Sólo una vez los seis lloraron a la vez, y eso fue sido una pesadilla por la que no querían volver a pasar.

Sosteniendo al lobito de alas plateadas en sus pezuñas, Collin miró a su hijo y sonrió. ―Hola, Fenris. Shhhh. Shhhh. Papi está aquí.―Comenzó a mecerlo y le dio unas palmaditas en la espalda. Rápidamente revisó su pañal y vio que estaba seco, descartando el cambiarlo.―. ¿Qué pasa, pequeñín?

La respuesta llegó cuando Fenris empezó a morder su hombro. ―Ah, otra vez con hambre, ¿eh? Eres como tu madre cuando se trata de la bebida.―Riéndose, Collin salió flotando de la guardería y se dirigió a la cocina, donde preparó un poco de fórmula antes de calentarla. Mientras esperaba, Collin flotó con su hijo de un lado a otro para ayudarlo a calmarse con un ligero paseo, haciendo maravillas en Fenris y se relajó; Sus oídos ya no escuchaban los gritos de hambre sino chasquidos de labios de un bebé hambriento. ―. Sabes, papi estaba teniendo un bonito sueño de cómo conocí a tu madre. Y de cómo la invité a salir antes de volvernos una pareja. 

Miró los ojos inocentes de su hijo y sonrió.

―Y tuvimos tantas aventuras juntos. Tantos altibajos. Todo antes de casarme con ella y de tenerte a ti y a tus hermanitos.―Le acarició la nariz a su hijo, haciéndole reír. ―. ¿Y sabes qué? No lo cambiaría por nada en el universo.

El sonido del microondas hizo que Fenris estirara las patitas como si ya conociera de memoria el sonido de la comida. Collin sacudió la cabeza con diversión y cogió el biberón, dejó que se enfriara un poco y lo puso en la boca a su hijo, quien bebió  con avidez.

―Cielos, realmente eres como tu madre.

Escuché eso. 

Collin se dio la vuelta para ver a Loona, despeinada y sonriente, apoyada en el marco de la puerta de la cocina y extendiendo sus brazos. Asintiendo, Collin depositó a Fenris en los brazos de su esposa, alimentándolo.

Pasar la Página (TRADUCCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora