Capítulo 8
Charlas
Parte 2
William
Ella no se movió, solo me veía con una mirada que no supe descifrar. Pero una cosa era segura, ella estaba desolada. Por primera vez en mi vida, sentí que debía pedir disculpas a alguien. Y también por primera vez me fijé en lo bella realmente que era Ana, y al mismo tiempo sentí un enorme remordimiento al ver la gran mancha morada en su rostro.
Casi por instinto, me senté a su lado en la cama, y ella se acurrucó en el extremo más alejado de mi ¿Cuán grande era el daño que le había hecho?
-Ana ¿Qué ha sucedido?-intenté tomarle la mano, pero ella la retiró asustada.
De pronto pude ver en ella a mi madre, cuando después de que mi padre descargara su furia golpeándola, ella se acurrucaba asustada de ese mismo modo. Por primera vez me sentí como un monstruo y me di verdadero asco.
-¿Qué haces aquí?-preguntó ella, casi como un susurro. ¿A que había venido? Me costó recordarlo. ¡A sí! Quería hablarle acerca de algo que habían notado mis primos, y que era necesario resolver lo más pronto posible.
Pero mejor era hablar acerca de cómo sentirme menos como basura.
-Primero quiero que me digas porque lloras, ya después tendrás tu respuesta.-le exigí sin poder evitarlo, al mismo tiempo que posaba mi mano en su pierna. De pronto su mirada rebosaba de furia.
-"¿Por qué?"¿Me dices?-gritó ella, al mismo tiempo que me daba un golpe en mi mano que estaba en su pierna para quitarla.
- Tu ¡Eres un maldito bastardo! ¡Por eso!-sin siquiera poderlo prever ella casi salto con las uñas apuntando a mi rostro, calló encima de mí y me empezó a atacar con los brazos mientras yo solo intentaba detenerla tomándola por las muñecas, aunque sin muchas ganas debo decir, pues ella ya se encontraba en cuclillas sobre mí.
Por algún extraño motivo me divertía la situación.
Más, cuando logró rasguñarme la cara y sentí la sangre cayendo por mi mejilla, decidí que el juego había terminado. Logré someterla debajo de mí, agarrando fuertemente sus muñecas con mis manos, y sus piernas con las mías.
Ella forcejeo un poco intentando liberarse, pero paró cuando se dio cuenta de que no podría.
-¿Qué es lo que te sucede?-pregunté. Ana volteó la cara y pude notar que tenía un bonito cuello. Me cosquillearon los labios.
-¿Por qué le inventaste a Matthew esas calumnias acerca de mí?-dijo ella después de un largo silencio. ¿De qué hablaba? Ohm, claro.
Había recordado la historia que le inventé a Matthew, sin embargo no le respondí.
-¡Contéstame! ¡Y suéltame que me lastimas! -exigió como una verdadera duquesa. Yo seguí en silencio. Pero si afloje el agarre de sus muñecas.
-Ana tenemos que hablar como personas civilizadas.-Ella resopló.
-¿Podremos?-dijo mientras se movía abajo de mí. Sentí que en ese momento debería de soltarla. Antes de que siguiera sintiendo cosas que no debería. No, por la memoria de Micaela que no debía.
-Prometo no gritar.-la solté, y ambos nos incorporamos, sentados a extremos opuestos de la cama. Así mejor, menos tentación.
-escucha, lamento haberte golpeado, no me he comportado como un caballero.-me disculpé y ella me miro atónita. Sus grandes ojos azules solo me veían desconcertada.
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¿Esta maldito mi amor? (Saga Amour #1)
Ficción históricaSaga Amour Libro 1 El amor es absurdo, y en el siglo xviii lo es más. Él perdió a su amor. Ella no puede estar con el suyo. Un boda por conveniencia que podría decantar en un desastre ¿William y Ana lograrán superar sus barreras autoimpuestas? **bu...