Cap. 11: El dolor en el amor.

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Le despertó el ruido de la puerta siendo tocada con desesperación y molestia, soltó un bufido y dejo el incómodo sillón, asomándose por la ventana para ver de quién se trataba. Elevó una ceja cuando supo que la persona que irrumpió su sueño fue la amiga de John.

Este bufo, y bajo rápidamente las escaleras antes de que los toquidos de aquella mujer despertarán a su amigo. — Dios, ¿Por qué tanto ruido? Alteras la paz de mi hogar.

— ¿Esta John aquí?— Cuestiono preocupada.

— ¿Para que lo necesitas?—

Soltó un suspiro, sintiéndose aliviada por saber el paradero de su amigo. — Está aquí...— Soltó una risita, apoyando una mano en su pecho. — Desde ayer intenté comunicarme con él, pero no contesta ni mis llamadas ni mis mensajes...— Sherlock achino un poco sus ojos, recordando que el celular de John lo había escondido en el escritorio. — y dice un amigo de él que pago un taxi para que fuera directo a mi casa, pero nunca llegó.

— Pues ya sabes que está aquí, que tengas un buen día. Largo.— Este iba a cerrar la puerta, pero la enfermera lo detuvo.

— Quiero verlo. ¿Qué tal y tiene una congestión alcohólica y tú ni en cuenta?—

Holmes rodó sus ojos. — Lo he estado monitoreando toda la noche, él está bien.

— Sherlock, déjame verlo, por favor. Me haces sospechar que le sucedió algo.—

El nombrado endureció sus facciones, indignado. ¿Ella cómo se atrevía a suponer que le había hecho algo a su John? ¡Jamás! O... Bueno. — Pasa, te doy diez minutos.

— Serán suficientes, gracias.— Y paso, subiendo las escaleras antes que el detective. — Su habitación queda en la siguiente planta, ¿Verdad?

— Si, pero él no está ahí.— Dijo, pasando a un lado de ella para ir a la cocina y preparar un poco de café, se moría de sueño.

— Entonces, ¿Dónde está?— El castaño apunto hacia el pasillo que daba directo a su habitación. Morstan caminó hasta el fondo, abriendo la puerta con cuidado, viendo a su amigo envuelto en las sábanas del detective, durmiendo plácidamente. — John, John...

— No lo despiertes.— Esta dio un brinquito, pues no había escuchado a Sherlock venir. — Ayer llego ebrio, supongo que aún se siente cansado.

Mary torció un poco la boca, acercándose al rubio para apartar los cabellos desordenados de su frente, de paso tomando su temperatura. — Estarás bien, John... — Sonrió tiernamente, acomodando mejor las sábanas en el cuerpo de su amigo. Sherlock tenso su quijada, mirando con disgusto a su invitada. — Vamos, tenemos que hablar tu y yo, Sherlock.

— ¿De qué tendríamos que hablar? Según tu.— Cuestionó, cerrando la puerta tras de si para después seguir a la mujer. — ¿Café?

— Oh, no... No planeo quedarme mucho, solo me diste 10 minutos. — Sonrió falsamente, tomando asiento en el sofá de John, Sherlock hizo lo mismo en el suyo después de haberse servido café.— Respecto a tu relación con John...

— Es mi pareja.— Afirmo, dejando su taza en la mesita que tenía al lado. — Así que puedes ir perdiendo el interés por él.

Mary soltó la risa, negando por el egoísmo de Sherlock, lo territorial que podía llegar a ser aún sabiendo que él tenía dudas respecto a lo que sentía. — No soy estúpida, Sherlock. Y eso lo sabes perfectamente, no soy... Común, como sueles decir. — Holmes supo que estaba mostrando su verdadero ser cuando sus facciones se volvieron sombrías, dejando de ser Mary Morstan en aquel momento. — John te ama mucho, ¿Lo sabías? Él nunca para de dedicarte un poco de su tiempo aún estando lejos, en el trabajo no para de hablar de ti, de sus aventuras, de momentos específicos que él recuerda con cariño. Desde el primer momento que él te conoció se enamoro de ti, mato a alguien por ti...

El trato de los 15 días. [Johnlock]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora