Extra

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Uraraka tomó de los estantes una botella de leche y la colocó en su carrito de compras casi lleno, revisó en su celular la lista de pendientes y sonrió al comprobar que solo le faltaba la caja de cereal y podría retirarse. Guardó el celular en su bolso y empujó el carrito hacia adelante, dispuesta a cruzar el pasillo hacia los cereales. Sus pasos se detuvieron al visualizar desde un par de metros de distancia una figura muy conocida, apretó las manos sobre la barra del carrito y aguantó un suspiro que posiblemente hubiera resultado muy sonoro. Lo admiró a la distancia, inspeccionó su silueta con detenimiento, vaya que se veía muy bien.

Llevaba una gabardina color crema con la correa sobre la cintura algo suelta, podía ver la camisa verde oscuro cuello de tortuga desde la distancia, que combinaba muy bien con aquellos pantalones de tela negros. Sus manos ataviadas en unos guantes de cuero café sostenían dos cajas de cereal, podía reconocer desde la distancia que una de ellas pertenecía a la marca infantil de Red Riot y la otra llevaba en la caja una gran fotografía de Shoto adornando todo el cartón. Uraraka quiso reír, pero volvió a contenerse.

Inhaló profundamente y empujó su propio carrito de compras hacia la dirección donde se encontraba Izuku debatiéndose con un puchero en los labios sobre qué cereal sería el mejor. Llegó hasta él y, con una confianza que no comprendió de dónde había salido, filtró su mano por la concentrada mirada de Izuku y apuntó el cereal de Red Riot.

—Creo que este le gustará más—Izuku levantó la mirada hacia Uraraka y la miró con gran sorpresa. Ella devolvió su mano hacia atrás y lo saludó con una gran sonrisa en sus labios—. Ha pasado un tiempo.

Izuku asintió aún sin borrar la mirada sorprendida. Bajó la mirada hacia las cajas de cereal y devolvió ambas a la estantería. Una mueca de vergüenza se instaló en su rostro, y como siempre fue su costumbre, llevó su mano derecha detrás de su cabeza en signo de incomodidad.

—Hola, Uraraka.

—¿No vas a llevar cereal? —preguntó ella con un tono amable, quería evitar que aquel encuentro fuera incómodo por todos los medios posibles, pero la reacción de Izuku le estaba indicando que lo sería—. Creo que la línea infantil de Red Riot en relación a alimentos es más llamativa. Los cereales con la forma de su cabeza son bastante divertidos.

—Ah, sí. Es verdad—Izuku apretó los labios en una sonrisa, aunque había levantado los ojos para verla los había vuelto a bajar, ahora con sus mejillas bañadas en carmín—, pero yo... La verdad es que lo quería llevar para mí.

Uraraka abrió la boca en sorpresa, por ello no pudo evitar que una gran carcajada saliera de sus labios y apenara mucho más al sonrojado Izuku junto a ella. Eso era de esperarlo, después de todo Izuku jamás cambiaría ni con el pasar del tiempo.

Con confianza lanzó su mano sobre la espalda del Alfa para dar un par de golpecitos de consuelo. Él le devolvió la mirada y sonrió, esta vez más tranquilo.

—¿Cómo has estado? —Fue la pregunta que salió de los labios de Izuku después de reponerse—. Ha pasado un tiempo.

—Es verdad, ha sido un tiempo—respondió Uraraka con una pequeña sonrisa—. Pues, todo lo que dicen de mí es cierto, supongo que habrás visto las noticias.

—Por supuesto que sí. Me alegra mucho que ahora ocupes el tercer lugar en el ranking. No había tenido oportunidad de felicitarte como correspondía.

—Oh, vamos, no son necesarias las formalidades. No quiero que me llenen la sala de mi departamento con flores y chocolates como le sucedió a Todoroki, ni que la gente ande atrás de mí como le sucede a Kirishima.

Ella quiso sonreír, pero el gesto se quedó en una mueca cuando se dio cuenta de hacia dónde había dirigido esa conversación sin intención alguna. Vio a Izuku asentir, no se veía intranquilo sino más bien emocionado, ¿De verdad no estaba incómodo con aquella situación?

—Todoroki y Kirishima se esforzaron mucho como héroes, haber alcanzado el primero y segundo puesto en el ranking fue su premio. Lo que consiguió con Kirishima desmantelando el grupo de tráfico de omegas fue admirable, ambos lo merecían.

Uraraka apretó las manos sobre la barra de empuje del carrito, internamente mordió su mejilla y esquivó la mirada hacia otro lado. Después de eso era inevitable el no topar el tema sin quedar en un incómodo silencio, así que se atrevió.

—¿Y cómo han estado después de su retiro temporal? Escuché que el otro año ustedes regresarán.

La chica vio cómo los ojos de Izuku se abrían y brillaban por la emoción, cómo sus labios se curvaban en una impresionante sonrisa que jamás pudo imaginar ver. Se preparaba para hablar, para deshacerse en palabras llenas de dulce y miel sobre sus días de retiro temporal, era evidente que sí, porque siempre que la prensa conseguía acorralarlo en la calle y hacerle un par de preguntas sobre su vida era igual. Él se llenaba de felicidad.

La respuesta estaba en la punta de su lengua, no obstante, el sonido de un mensaje al celular de Izuku detuvo todo alarde y robó su atención. Inmediatamente miró a la pantalla y sonrió algo apenado.

—Lo siento, me están esperando en la caja. Yo...—Izuku miró a los estantes con cereales y tomó de ellos ambas cajas que antes había tenido en sus manos—, me llevo esto.

Con una sonrisa ella le respondió, él la miró y se volteó, un movimiento de cabeza era suficiente para despedirla. Ella se quedó un segundo asimilando el poco tiempo que tuvieron para conversar, las cosas que quedaron pendientes de preguntar. Soltó un suspiro y alargó un llamado hacia Izuku que lo hizo dar la vuelta y mirarla expectante de lo que fuera a decirle, ella apretó los labios con fuerza y luego los abrió, levantó la mano derecha y con el pulgar hacia arriba se despidió de Izuku.

—Felicidades, tampoco había tenido tiempo de decirlo—dijo ella con una sonrisa. Él la devolvió y con su mano izquierda se despidió. El reflejo que destelló sobre su dedo anular gracias a las luces artificiales del local también se despidieron de ella. Tan cruel, tan nostálgico.

Le hacían recordar todo lo que ella dejó ir hace cinco años atrás.

Uraraka lo vio girar hacia la derecha con paso acelerado, ella sabía que seguirlo y curiosear un poco sobre lo que la prensa solía divulgar sobre el héroe Deku podría ser mala idea, pero ella quería verlo, quitarse la espina de su costado que tanto le dolía.

Siguió sus pasos y a la distancia los vio. Izuku llegó y emocionado le enseñó ambas cajas de cereal. Katsuki, con una infinita paciencia plasmada en su rostro, se volteó hacia él y le dijo algo que hizo a Izuku carcajear con fuerza. La niña de cuatro años sentada sobre el carrito de compras alzó sus brazos hacia Izuku y él la tomó con alegría para montarla en sus hombros. Katsuki pagó a la cajera y tomó las bolsas, Izuku le ayudó con un par y ambos desaparecieron de su campo de visión entre el gentío. Uraraka solo empuñó sus manos a la altura de su pecho, tratando de comprender que todo lo que veía en las noticias de farándula y lo que escuchaba de sus compañeros de trabajo era real.

El Alfa Midoriya Izuku amaba con locura al Omega Bakugo Katsuki y a su cachorrita, Midoriya Suki.

¿Y qué esperaba poder hacer ella? Nada, absolutamente nada. Cuando firmó los papeles de divorcio hace cinco años, y cuando Izuku contrajo matrimonio con Katsuki unos meses después de su separación, ella ya lo había perdido.

—Disculpe, señorita Uravity, ¿Podría tomarme una foto con usted?

Uraraka devolvió la mirada hacia la linda niña que le saludaba a unos pasos de distancia, con una sonrisa asintió y se dirigió hacia ella.

Después de todo, el pasado estaba hecho y el presente seguía avanzando hacia el futuro, y ella debía sonreír. 

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No tenía pensado hacer un extra, pero quería hacerles saber que todos cumplieron su sueño. 

Gracias por leer este extra. Muchos besos y abrazos a todos ustedes <3

Egoístas | DekuKatsu | [Finalizada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora