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Sirius suelta un profundo suspiro cuando las puertas del elevador se abren y hace tronar su cuello para después masajear suavemente y camina distraídamente por los pasillos del piso donde se encuentra su departamento; se siente extremadamente cansado después de un arduo día en la universidad. Siente su cabeza doler en estrés y lo único que quiere hacer apenas llegue a su departamento es tirarse en su cama y cubrirse con sus calentitas cobijas. Cuando dobla el pasillo puede notar la silueta de su vecino intentando abrir la puerta con dos bolsas en cada brazo y una descansando en el suelo. No puede evitar quedarse mirándole fruncir el ceño y apretar la mandíbula en un claro signo de enfado, totalmente irritado al no poder cargar con las bolsas que se ven pesadas al mismo tiempo en que intenta introducir la llave correcta de entre tantas que decoraban su llavero.

— ¿Necesita ayuda, vecino? — dice cauteloso, observando su reacción.

El chico gira un poco la cabeza para mirarle y parece no pensarlo mucho cuando niega inmediatamente, intentando sonreírle cortés. Pero toda cortesía se va a la mierda cuando las llaves se resbalan de sus largos dedos y jura casi oírle maldecir, sin embargo, el sonido que sale de su boca es tan bajo que apenas es reconocible a pesar de visiblemente querer gritar de rabia. Se agacha para recoger las llaves y Sirius no pierde tiempo en tomar la bolsa que se encuentra sola en el suelo junto a la que está por resbalarse del brazo derecho de su vecino, el chico no dice nada, ni siquiera le mira y teniendo menos peso en sus brazos finalmente abre la puerta. La deja abierta para que Sirius entrara junto a las bolsas que sí son pesadas y lo piensa un momento antes de meter un pie dentro.

¿Qué compró? ¿Ladrillos? No puede evitar pensar al sentir el peso de las dos bolsas que lleva. El crujido del plástico junto a los pasos firmes del vecino y sus pasos tímidos son los únicos ruidos, le sigue hasta llegar a lo que parece ser la cocina y deja las bolsas sobre la mesa redonda que se encuentra en medio. El vecino se limita a husmear entre las bolsas empezando a sacar las cosas y se da media vuelta para estirarse y abrir la alacena. Sirius se queda parado justo en frente mirando atento cada uno de sus movimientos, pensando en la graciosa manera en que su meñique se levanta sutilmente cada vez que sujetaba alguna lata. Cuando el vecino le mira da un pequeño brinco del susto al haber sido pillado observándole, siente su rostro enrojecer de la vergüenza y aparta la mirada rascando su cuello.

Por un momento se siente incómodo ante el silencio que se formó y quiere decir algo, pero no logra formular ninguna palabra. Su vecino sigue mirándole con las manos apoyadas en la madera de la mesa y su cuerpo levemente curvado hacia delante, parece estar pensando seriamente en hablar y en cuando se percata de ello Sirius levanta la cabeza para mirarle. Pero no habla, sus labios se mueven, pero no hay sonido. «Gracias» es lo que aquellos delgados labios quieren decir y sin poder evitarlo sonríe amable.

— No hay de qué — corresponde a sus agradecimientos mudos. Abre la boca para agregar algo más, pero vuelve a cerrarla cuestionándose si sería correcto preguntar, pero la mirada suave que el chico frente a él le da le anima silenciosamente a decir: — ¿C-cuál es su nombre? Quiero decir... sé que hemos sido vecinos por dos años, pero... pero no conozco su nombre.

Siente sus mejillas volver a arder cohibidas por la reciente confesión, sintiéndose mal de pronto por realmente desconocer el nombre del sujeto que ha vivido frente a su departamento los dos años en que se mudó al edificio. Por un momento cree que le ha molestado, pero contradictoriamente el chico sonríe divertido ante su nerviosismo y agita la mano queriendo quitarle importancia. Su sonrisa amable le hace sentir un poco más tranquilo.

«Sirius Black es tu nombre» es lo que aquellos labios dicen mudamente y aunque al principio le cuesta un poco entender termina asintiendo. «El mío es Severus Snape»

TBWNT- SiriusxSeverusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora